¿Se imagina pasar las noches en uno de los museos del Vaticano? Esa es la realidad de Gianni Crea, guardián de las 2.797 llaves de acceso en el país más pequeño del mundo.

Todos los días, desde las 5 de la mañana, recorre 7,5 kilómetros para abrir un sinfín de puertas, portones y ventanales espectaculares.

Durante horarios nocturnos, Gianni se dedica a empujar la puerta de entrada a los museos del Vaticano, con un imponente llavero en la mano y una rapidez que le permite internarse en los corredores vacíos y desiertos para abrir galerías, capillas y espacios que están entre los lugares más visitados a nivel mundial.

Publicidad

“Hay exactamente 2.797 llaves. Cada una tiene de una a cinco copias, o sea que tenemos más de 10.000″, dice con orgullo el romano de cincuenta años, quien luego de tanto tiempo de trabajar en ese lugar conoce exactamente todas las chapas, desde la monumental escalera de Bramante hasta la galería de los Mapas geográficos.

En repetidas ocasiones ha tenido la oportunidad de saludar al papa alguna vez cuando se lo encuentra en los pasillos.

Antes de que los miles de turistas inunden las 1.400 salas de los museos, cuando es el alba, el sonido del tintineo metálico de su llavero irrumpe el infinito silencio de los aposentos que se encuentran en penumbra. La silueta de Gianni camina entre grandes esculturas de mármol, antigüedades romanas y cuadros que pertenecen al Renacimiento.

Publicidad

Para cubrir por la mañana y noche los siete kilómetros del itinerario que maneja, él dirige un equipo de diez “clavigeris”, que significa “quienes cargan las llaves”. Los museos están divididos en cuatro zonas y cada “clavigeri” abre de 60 a 75 puertas, o sea un total de más de 270 puertas por día.

Su llegada al Vaticano

El italiano fue contratado en 1998, es decir, hace 25 años. Todo esto gracias a la mediación e intervención de un sacerdote de su parroquia, pues el jovial católico vio cómo crecía y evolucionaba Gianni.

Publicidad

”Cuando entré éramos solo tres. Poco a poco, comencé a aprender diversas lenguas como inglés, español y francés, además de estudiar la historia del arte para profundizar mis conocimientos. Son nuestras raíces y estoy muy feliz”, agrega.

Él ha trabajado con tres papas: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, el actual pontífice argentino. Con este último ya se ha encontrado, pero aún no ha tenido la oportunidad de reservarle una visita privada. “Es su casa y puede venir cuando quiera”, bromea el guardallaves.

Un pedazo de historia

Los 25 años de oficio que lleva Crea no han apagado su mirada apasionada. “Siempre hay cosas que aprender”, afirma.

Entre la gran cantidad de llaves atadas a un anillo de acero, algunas se destacan. La más antigua pertenece al año 1771, abre el museo Pio-Clementino, y mide unos quince centímetros.

Publicidad

Otras llevan una etiqueta amarilla, pues son las que durante el cónclave cierran las piezas que conducen a las habitaciones donde se reúnen a puerta cerrada los cardenales para elegir el papa.

Pero la más preciosa es la única que no lleva número: la que abre la Capilla Sixtina, donde están los frescos de Miguel Ángel. Esta es colocada todas las noches en un sobre sellado y conservada en una caja fuerte, la cual está protegida dentro de un búnker.

“Cada rincón es un pedazo de historia”, dice Gianni, mientras ilumina las obras con la luz de su lámpara que siempre lleva en su bolsillo.

Los visitantes

Para su suerte, en los últimos años su gira matutina se volvió menos solitaria gracias a que ahora existe la posibilidad para que grupos de hasta 20 visitantes puedan conocer y descubrir el corazón del Vaticano, algo desconocido para el público.

“Me dije: nadie vendrá nunca a las 5 de la mañana. Pero eso fue una intuición genial. En la actualidad es la segunda visita más popular”, manifiesta Gianni, quien ha recibido y guiado a celebridades como los actores estadounidenses Christian Bale y Sylvester Stallone.

El recorrido

La visita empieza al entrar en un amplio ascensor de madera barnizada con un panorama único de la Ciudad Eterna y vistas hacia la vegetación exuberante de los Jardines del Vaticano, dominadas totalmente por la cúpula de San Pedro.

Definitivamente, el centro del espectáculo es la Capilla Sixtina, una joya innegable del arte y la arquitectura histórica. Esta es la preferida de los miles de visitantes anuales y los millones de amantes del cine.

Cada persona que la visita sentirá desde el inicio un silencio y ambiente majestuoso. Para Gianni, es un privilegio extraordinario ir y vivir la experiencia de caminar por el lugar. “Tendrá la emoción de estar solo y la posibilidad de contemplar las obras con toda la tranquilidad”, explica. (E)