Cayó el telón de la Eliminatoria sudamericana más emocionante de la historia y es hora de balance. Hubo más flores que espinas. ¿Si los que clasificaron lo merecieron…? Supieron hacer más puntos que los otros, ya es un mérito. Con un aditamento importante: desde la 7ª fecha, Brasil, Uruguay, Argentina y Colombia estuvieron casi siempre en puestos de clasificación. Pero hay mucha madeja por desenredar…

Lo edificante. La honestidad ejemplar de los diez equipos. Hubo muchas suspicacias, que este se dejaría ganar para favorecer a aquel, que los jueces están arreglados, que la FIFA hará lo imposible para clasificar a Argentina… Las suspicacias fueron desmentidas por la realidad. Las diez selecciones salieron a ganar siempre. Y el ejemplo de la última jornada es gratificante, especialmente de Brasil y de Venezuela, que sin tener nada en juego alinearon sus titulares, dieron el máximo de sí y derrotaron a Chile y Paraguay.

El absurdo. Pensar en un acuerdo entre Perú y Colombia para empatar. Hasta el minuto 90 se batieron ardorosamente buscando el triunfo. Cuando llegó la noticia de que ya Paraguay había perdido con Venezuela (iban 3 minutos adelante), Colombia quedaba clasificado y Perú se garantizaba el repechaje. Entonces fueron lógicos, aquietaron el ritmo y comenzaron a tocar el balón hacia atrás o a los costados para no cometer errores. Es cierto, dieron por cerrado el duelo, y estuvo mal Falcao si le propuso anestesiar el juego a los futbolistas peruanos, no era necesario pactar nada, pero fueron 3 minutos apenas. El resultado es genuino.

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Lo edificante II. Las acciones también fueron limpias: solo se registraron 21 expulsados en 90 partidos (0,23 por juego). Poquísimo: menos de una roja cada 4 enfrentamientos. Tratándose de una Eliminatoria de tan alta tensión, es ínfimo.

El once ideal. Faríñez (Venezuela); Godín (Uruguay), Otamendi (Argentina) y Marcelo (Brasil); Arturo Vidal (Chile), Paulinho (Brasil); Messi (Argentina), Neymar (Brasil) y James Rodríguez (Colombia); Cavani (Uruguay) y Paolo Guerrero (Perú). Una lectura: los mejores jugadores fueron, efectivamente, los mejores.

Lo insólito. La virtual autodestrucción de la Selección ecuatoriana por parte de su dirigencia a dos fechas del final, para jugar con una selección “B” y un técnico demasiado interino que actuó como si estuviera ante un proceso fundacional. Todo para culpar a Gustavo Quinteros. Se desenfocó el objetivo y se benefició a dos rivales directos. Argentina, agradecida. Ecuador arrancó ganando sus primeros cuatro partidos y terminó perdiendo los últimos seis.

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El equipo. Brasil. Rectificó a tiempo y fue por muy lejos el más destacado. Con momentos brillantes y mucho gol. Del clima de frustración que había con Dunga pasó a ser el favorito al título en Rusia 2018.

La revelación. Wuilker Faríñez, arquero de Venezuela. Espectacular evitador de goles, serio, con arrojo para salir a cortar centros y de condiciones naturales asombrosas. Con frescos 19 años se ganó la titularidad en un puesto que requiere veteranía. En los últimos cuatro partidos le anotaron un solo gol, su compañero Feltscher en contra. Ni Messi, ni Falcao, ni Suárez, ni Cavani pudieron vencerlo.

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El genio. Messi. Fue la figura del campo (o de Argentina) en los diez partidos que jugó. Marcó 7 goles, preparó varios más y, con él, la Albiceleste consiguió 21 de sus 28 puntos (70%). Sin Leo, el equipo logró apenas 7 puntos sobre 24 (33%). Nunca antes en una Eliminatoria quedó tal sensación de que un jugador era todo un equipo. Además, consiguió otro récord: ser el máximo goleador de la historia de las Eliminatorias con 21 goles.

La marca. Dos selecciones fueron dirigidas por tres técnicos diferentes, un registro difícil de igualar. Baldivieso, Hoyos y Soria en Bolivia; Martino, Bauza y Sampaoli en Argentina. Además, Sampaoli condujo a dos selecciones en una misma edición: Chile y Argentina.

El podio. De los entrenadores: 1) Tite. Produjo un cambio radical en Brasil, que estaba 6º y jugaba mal y feo. Terminó invicto en 12 cotejos: 10 victorias y 2 empates. Y le devolvió el estilo a la Verdeamarela. 2) Tabárez. Consiguió clasificar a Uruguay por cuarta vez a un Mundial, un mérito gigantesco y posiblemente una plusmarca mundial. Aprovechó al máximo la generación de los Forlán, Suárez, Cavani, Godín, etc. 3) Gareca. Con menos material que los nombrados, pudo llevar al repechaje a una selección que no concurre a los Mundiales desde 1982. Sus credenciales: orden, compromiso con la camiseta y jugar por abajo, respetando la pelota. También hay alto mérito en Pekerman y Sampaoli. José hilvanó dos Mundiales sobre dos. Con eso le pone un freno a las críticas. Sampaoli tomó una Argentina paupérrima, a falta de cuatro fechas, sin siquiera una semana para ensayar los partidos y llegó a puerto. Con un agregado: ganó un partido y empató tres, pero por dominio y situaciones de gol, pudo hacer cuatriplete.

La decepción. Chile. Después de un excelente Mundial en Brasil, de conquistar dos Copas América y disputar la final de la Copa Confederaciones, se desinfló por completo. Sacó apenas 26 puntos de 54 (48%). Y eso que la FIFA le obsequió 2 que no había ganado en el campo. Por dos años no tendrá competencias oficiales.

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El despropósito. La sanción de FIFA que quitó a Bolivia los puntos ganados frente a Chile y Perú. Fue todo muy oscuro. Chile elevó un reclamo casi dos meses después del plazo reglamentario (tenemos copia del mismo). La protesta no valía. FIFA dijo luego que había actuado de oficio. Y en lugar de aplicar el reglamento de la Copa Mundial al que pertenece esta competición, sancionó mediante el estatuto. Los abogados de seis asociaciones la siguen considerando “una decisión aberrante”. Pero Chile recibió la maldición del TAS: si no hubiera reclamado, terminaba quinto. El único beneficiado fue Perú, que con esos tres puntos accedió a la repesca.

El reconocimiento. A los árbitros, hágase justicia. Más allá de algunos errores puntuales –pocos– estuvieron acertados. Y en las últimas cuatro fechas, las más calientes, casi no se equivocaron. No hubo fallos de escándalo y, lo más importante, no incidieron en los resultados. Cuando cobran bien, también hay que decirlo.

La maravilla. La Eliminatoria que tenemos, la más pareja y vibrante del mundo. Absolutamente todos se pueden ganar entre sí. Muy diferente a Europa, donde se arman 9 grupos de cuatro en los que una potencia o selección fuerte comparte zona con otras mucho más débiles o directamente sin la menor tradición. Por ello es normal que los grandes siempre clasifiquen. Y si patinan, les queda el repechaje. No es usual que se cuele un Islandia, aunque esta vez pasó. Acá Venezuela le puede amargar la vida a cualquiera. Si no que lo diga Paraguay… (O)

 

Lo insólito. La virtual autodestrucción de la Selección ecuatoriana por parte de su dirigencia a dos fechas del final, para jugar con una selección “B” y un técnico demasiado interino...