La palabra “renovación” es muy vendedora; el concepto “renovación” es seductor en sí mismo. Por ello, la nómina de 30 futbolistas escogidos para la Selección ecuatoriana con vistas a los dos últimos compromisos de la Eliminatoria genera simpatías por un lado, esperanza por otro. Y quienes no coinciden en algunas citaciones al menos no levantan la voz. Todo intento de cambio siempre suena saludable, es bienvenido, especialmente en este caso, por el desencanto generado en el tramo final de la Eliminatoria.

No obstante, la lista no deja de ser sorprendente por la insólita cantidad de nombres nuevos. Visto a la distancia, no podemos apartarnos de un precepto sagrado: no opinar de lo que no vemos. De modo que sería poco serio evaluar a jugadores del torneo local de Delfín, Macará, Cuenca, Universidad Católica, El Nacional, a los que no vemos desempeñarse cotidianamente. Distinto es el caso de los efectivos de Barcelona y Emelec, a quienes uno conoce y ve con cierta frecuencia en Copa Libertadores, incluso en los Clásicos del Astillero, que seguimos por internet.

Por ello, el análisis no pasa por las cualidades de los nombrados sino por el hecho de convocar, de golpe, 16 nuevos jugadores en medio de una Eliminatoria, y cuando faltan dos partidos y varios puestos de clasificación por decidirse. Vale recordar, insistimos en esto, que Ecuador aún conserva chances reales de lograr un cupo, aunque sea el quinto. No son remotas. Ganando sus partidos a Chile y Argentina y que se den un par de resultados, nada alocados (por ejemplo, que Brasil derrote a Chile y Colombia a Perú), las posibilidades son ciertas. Un tópico es el descreimiento en lograr esas victorias, otro es que no exista tal escenario. Es el momento de dar batalla con lo máximo que se tiene.

Publicidad

A propósito, la actuación de Ecuador en este premundial parece apocalíptica, pero si no fuera por el fallo de la FIFA que le quitó puntos a Bolivia, Chile estaría con 20 puntos, igual que Ecuador, y Perú tendría 21, es decir que aun cuando el equipo se había desinflado, su rendimiento era similar a quienes hoy están con plena fe de llegar a Rusia. Una situación externa agravó su presente.

En su nómina, Jorge Célico exhibe, por encima de todo, un clarísimo intento por diferenciarse al máximo de Gustavo Quinteros, con lo cual ya suma votos, visto que la imagen del saliente está por el piso.

También hay un tono populista en la nómina: poner de cada pueblo un paisano. Lo van a palmear por donde vaya, quedó bien con todos. También al presidente Carlos Villacís lo van a invitar a un cebiche: él impulsó el cambio. “Se armó una Selección de pueblo”, dice lacónicamente Ricardo Vasconcellos Figueroa.

Publicidad

Dieciséis jugadores nuevos sobre 30. Algo admisible cuando comienza un nuevo proceso, no por un interinato de dos partidos, y cuando la tabla muestra que aún puede dar pelea. Ahí había que apelar más que nunca a la experiencia. Formar un jugador de selección lleva tiempo. Se lo empieza a llamar, se integra al grupo, convive, viaja, un día va al banco, luego entra quince minutos, mañana juega un tiempo y un día, si ha aprobado el examen de madurez y carácter, puede ser titular. La Selección es la exigencia máxima. Chile y Argentina, bicampeón y bisubcampeón de América, pueden estar mal, pero no son para afrontarlos con debutantes. Además, estos elementos nuevos merecían comenzar un proceso desde cero, no siendo bomberos de un incendio que no provocaron y que tal vez los chamusque a ellos mismos también. Nunca olvidaremos el extraordinario debut de Antonio Valencia en la Selección, aquel día frente a Paraguay en el que marcó dos goles –golazos, por cierto– y fue la figura de la tarde.

Pero fue algo absolutamente excepcional, atípico, y estamos hablando del profesional que más cerca ha estado de discutirle a Alberto Spencer el cetro de mejor jugador ecuatoriano de la historia. No era cualquiera. Eso se da una vez. Ni Bolivia ni Venezuela, eliminados hace tiempo, se han atrevido a un recambio tan profundo y arriesgado, porque nadie tiene tantos jugadores nuevos para poner.

Publicidad

Óscar Washington Tabárez, que sumará tres clasificaciones mundialistas consecutivas con Uruguay (cuatro si se cuenta la de 1990), una Copa América conquistada y un brillante cuarto puesto en Sudáfrica 2010, va renovando de a poco a la Celeste: un retoquecito en marzo, otro en septiembre, y así, casi sin que nadie lo advierta. Si Argentina, que a fines del 2016 tenía 1.912 futbolistas en el exterior, quisiera cambiar 6 o 7 nuevos no podría, no están para una Eliminatoria o les falta rodaje internacional, lo cual se adquiere de a poco.

Dieciséis soldados nuevos de un mes para el otro es un récord de Célico que tardará en igualarse. Pero hay otra marca notable: se dejó de lado a otros 23 que ya estaban fogueados y participaron de este proceso. A saber, tres arqueros: Esteban Dreer, Alexander Domínguez y Darío Azcona; ocho defensores: Juan Carlos Paredes, Walter Ayoví, Gabriel Achilier, Arturo Mina, Frickson Erazo, Jorge Guagua, Luis Caicedo, Óscar Bagüí; seis volantes: Pedro Quiñónez, Cristhian Noboa, Jefferson Orejuela, Carlos Gruezo, Matías Oyola, Juan Cazares; y seis delanteros: Felipe Caicedo, Miler Bolaños, Ángel Mena, Jefferson Montero, Fidel Martínez y Jaime Ayoví. ¿Los nuevos son mucho mejores que estos…?

Christian Noboa, que ha dado todo por la Selección de Ecuador, es un futbolista de clase internacional, gran líder en el vestuario y en el campo, el cerebro del equipo. ¿Era muy beneficioso futbolísticamente dejarlo fuera de estas dos fechas finales, sindicándolo además como un alto responsable del momento que se vive? El presente de Achilier es muy ponderado en el fútbol mexicano; se trata de un zaguero fuerte, aguantador, curtido. También él fue desechado.

Algo no está claro: ¿si el problema era Quinteros y no los jugadores, por qué cambian el técnico y también a los jugadores? Cuando Quinteros asumió a muchos les pareció demasiado emelecista la selección que armó, pero Emelec venía de un tricampeonato (logrado con muy buen fútbol) y además eran jugadores que había dirigido, conocía a fondo sus capacidades.

Publicidad

Ahora, muchos de los que entonces protestaron por aquel subido tono azul de las convocatorias reclamaron que hubiese jugadores de Delfín, dado que ganó la primera etapa del campeonato. Hay un contrasentido. Las dos fechas anteriores se disputaron el 31 de agosto y el 5 de septiembre, esta llega un mes después, ¿tan imperativo era empezar el recambio justo en las dos jornadas finales, cuando aún había chances? ¿Es mucho más conveniente comenzar el proceso de Qatar 2022 en septiembre de 2017 y no en enero de 2018…? ¿cuál es la diferencia?

Célico dice estar muy confiado de que con estos jugadores sí vencerá a Chile y a Argentina. En el otro campo, Juan Antonio Pizzi y Jorge Sampaoli estarán mucho más tranquilos.

Pensaron que enfrentarían a los titulares. (O)

Dieciséis jugadores nuevos sobre 30. Algo admisible cuando comienza un nuevo proceso, no por un interinato de dos partidos, y cuando la tabla muestra que aún puede dar pelea.