Douglas, Aleix Vidal, Semedo, tres laterales derechos. Entre los tres costaron 57,5 millones de euros, que pueden trepar a 67,5 pues las variables por Semedo indican que cada 50 partidos jugados, el Benfica cobrará 5 millones más. Y eso sin contar sus elevados contratos. Cuando llega un clásico o un partido de cierta relevancia, el Barcelona los esconde y pone otro central (Mascherano) o improvisa un volante (Sergi Roberto) porque ninguno de aquellos da la talla. Esa banda es un coladero y además carece de proyección ofensiva. Total: 57,5 M€ para cubrir un puesto no estelar en un equipo. Y ninguno puede reemplazar, ni de lejos, el hueco de Dani Alves, al que dejaron ir siendo jugador del club (y sin que quedara una peseta). El notable marcador brasileño pretendía renovar por dos años, la dirigencia ofrecía uno, no acordaron y se fue a Juventus. Ahora está en PSG. El Barça sigue gastando fortunas para llenar su partida.

Tan desastrosas decisiones explican, en parte, este presente desventurado del FC Barcelona. ¿Por qué están velando hoy los restos de aquel maravilloso equipo que deslumbró al mundo de la mano de Guardiola, Puyol, Xavi, Iniesta, Messi, Dani Alves, Busquets, etcéteras varios…? La razón es una sola: la catastrófica gestión en compras y ventas. El poco tino barcelonista en este rubro viene del fondo de la historia, de cuando perdió a Di Stéfano habiéndolo pagado primero que el Real Madrid. Pero agravado en los últimos tres años y medio, desde la presidencia de Josep María Bartomeu. Este asumió por la abrupta y sugestiva renuncia del titular Sandro Rosell, quien dimitió por carta y nunca más apareció públicamente, ni para dar una rueda de prensa explicando los motivos. Rosell fue procesado por apropiación indebida y simulación contractual en el pase de Neymar. Ahora purga cárcel sin libertad condicional por lavado de activos, pero también está mencionado en la trama del FIFAgate por negocios con el exdirigente brasileño Ricardo Teixeira y se lo señala en otras investigaciones.

El club azulgrana anunció el pasado 17 de julio ingresos récord en el ejercicio financiero 2016-2017: 708 millones de euros. Pero, solía decir Washington Cataldi, exitosísimo presidente de Peñarol, “nadie festeja balances en la 18 de julio, la gente sale a celebrar campeonatos”. E inversamente proporcional a la facturación económica se registró un notorio empobrecimiento del equipo de fútbol (que eso es el Barcelona, un club de fútbol). Deshilachado, sin el estilo que le valió admiración universal durante años, apenas levantó una Copa del Rey, y cerró con cierta dignidad la Liga ganando 3 a 2 al Real Madrid en el Bernabéu en una tarde inspiradísima de Messi. Pero era tal vez el último estertor glorioso. El Madrid, su antípoda en el manejo futbolístico, acaba de darle dos sonoros cachetazos en la Supercopa de España. Y los que pueden venir…

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El retiro o envejecimiento de los jugadores es un proceso natural en un equipo; para mantener el nivel se requiere ir previendo bien los reemplazos. De un club que gasta cifras astronómicas en fichajes y que posee un ejército de secretarios técnicos, entrenadores y observadores debería esperarse un mínimo grado de acierto en las contrataciones. Pero los fiascos se acumulan, llenan contenedores. Y eso fue llevando a la pauperización del plantel hasta convertirlo en lo que es hoy: un equipo común y vulnerable. Los verdaderos baluartes históricos nunca fueron aciertos de algún ojo clínico sino brotes del semillero: Puyol, Xavi, Busquets, Iniesta, Messi. Piqué surgió de allí, se fue a Inglaterra y hubo que contratarlo. También se exageró con la glorificación de La Masía. Se reconoce la influencia en inculcar un estilo, pero aquella cosecha maravillosa fue producto del destino, nadie fabrica cracks como si fueran zapatos. Por eso lleva diez años sin entregarle un gran talento al primer equipo. Apenas Sergi Roberto, un buen jugador.

Se jubilaron Puyol y Xavi y no hubo inteligencia para reemplazarlos. Al punto de que, para la zaga, hubo de recurrirse por años a Mascherano, un centrocampista nato y de físico bajo, que pese a todo lo hizo muy bien. Y por Xavi llegó Rakitic, un volante lento, sin la técnica ni el genio ni la conducción del catalán. Se dejó ir a Claudio Bravo, que cumplió dos temporadas brillantes en el Camp Nou, para serenar a Ter Stegen, un arquero que hace la estatua en un alto porcentaje de remates que van a los tres palos y que se atornilla a la raya en casi todos los centros que llueven sobre el área. Iniesta hace mucho tiempo que no tiene gravitación alguna en el equipo (5 goles y 18 asistencias en las últimas tres temporadas, números escuálidos). Necesitaba un alternante y llevaron a Arda Turan (41 M€). No dio resultado y está en el canasto de las ofertas. Luego sumaron a Andrés Gomes (35 M€ más 20 en variables); el público se exaspera con él, tampoco fue solución. Con ciertos problemas de marca en Jordi Alba, buscaron a Lucas Digné, de la Roma (16,5 M€ + 4), otro suplente sin estatura para este club. Para cubrir lesiones o suspensiones de Messi-Suárez-Neymar pagaron 30 M€ (+ 2) por Paco Alcácer, otro reserva de escasas condiciones. Todos elementos para jugar contra el Granada de local. Y para anotar el tercer gol, no el primero. Pero la lista de fracasos a precio de oro es más extensa todavía (Vermaelen 15 M€, Mathieu 20 M€, etc…) Cuando el Barça va perdiendo el técnico no tiene cambios porque el banco es pavoroso.

Por un olvido administrativo quedó libre Sandro, que se fue al Málaga sin dejar un euro en caja. Le fue tan bien que ahora lo fichó el Everton. El Málaga se ganó la lotería: 6 millones. Con un agregado: el Barça perdió la Liga por tres puntos, acaso esos tres que dejó en Málaga en la derrota por 2 a 0 con un golazo de Sandro… El pase de Marco Asensio al Barça estaba hecho en 4,5 M€, sólo faltaba firmar y el jugador estaba en Barcelona eligiendo casa. Ahí se les ocurrió querer pagarlo en cuotas. Le dijeron “no”. A las pocas horas estaba siendo presentado en el Real Madrid. Hoy es la estrella emergente de España. Todo se hace tarde y mal…

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A once días del cierre del libro de pases, el FC Barcelona necesita refuerzos desesperadamente. No pudo fichar un central que pudiera relevar a Piqué, que ya va sintiendo sus casi 31 años en el rubro velocidad. No tiene ningún central alternativo. El técnico Valverde hizo un único pedido expreso: Íñigo Martínez, zaguero de la Real Sociedad; se lo negaron. No logra acertar con un sustituto de Neymar y otro para Iniesta. Ofertó 125 M€ por Coutinho y le cerraron la puerta en la cara. Por Dembelé pagaba 120 y recibió otro “no” rotundo. Además, está queriendo llevárselos a la brava. Muy feo. Y la impresión es que está fichando por fichar, para calmar ansiedades y críticas, pues son refuerzos tardíos, no planificados. Nadie puede garantizar que Coutinho y Dembelé arreglen nada. Es como mandar un plomero a ver qué puede hacer con el Titanic.

El problema en el campo viene de los despachos. Y esta directiva tiene mandato hasta 2019. Salen con trajes caros y emiten comunicados muy apropiados, pero de fútbol, poco. Encima, el Madrid es una apisonadora. Vienen tiempos duros… (O)

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¿Por qué están velando hoy los restos de aquel maravilloso equipo que deslumbró al mundo de la mano de Guardiola...? La razón es una sola: la catastrófica gestión en compras y ventas.