Mario Canessa Onetto

Sin lugar a dudas Barcelona se presentó a este campeonato del 2017 como el gran favorito y con razones suficientes para respaldar esa condición. Por ejemplo, repetir al conductor técnico Guillermo Almada, fortalecer su plantilla de jugadores y hacer una pretemporada en el exterior, en la que se incluyó la participación en un torneo internacional con equipos reconocidos internacionalmente.

Si a inicios de año hacíamos una comparación hombre por hombre, con los demás equipos, y no existían dudas de que además de ser el rol más costoso, el de Barcelona era futbolísticamente el más fuerte, con el plus de que prácticamente los jugadores conocían de memoria el pensamiento táctico utilizado por su entrenador.

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También es verdad, y es necesario recalcarlo, que Emelec anunciaba la incorporación de varios futbolistas jóvenes que habían lucido en el anterior torneo, como Romario Caicedo, Ayrton Preciado, Joao Rojas, la inclusión del argentino Bruno Vides –que había sido figura en Universidad Católica–, el regreso de Marlon De Jesús, también los muy publicitados Cristian Ramos –que trajo como credencial ser seleccionado peruano– y el volante Sebastián Piriz –que por sus antecedentes hacía presumir que se convertiría en aporte importante para el club eléctrico–. Desde esa óptica pensábamos que, no obstante la amplia renovación de la plantilla, Emelec no dejaba de ser postulante para ganar la etapa.

Y de ahí Liga de Quito, que por tradición y por lo que pregonaba, hacía suponer que iba a pelear los primeros lugares. Y después las demás escuadras, incluso el Independiente del Valle, estaban listos para disputar palmo a palmo los diversos puestos a la Copa Sudamericana; con la excepción de Clan Juvenil, que se empeñó en equivocarse contratando jugadores en el ocaso de sus carreras para asegurarse batallar por no descender.

El análisis del Delfín merece capítulo aparte. La base del equipo es la misma, la que peleó por no bajar a la serie B hasta el último partido del certamen 2016, pero con una novedad importante: la incorporación del técnico Guillermo Sanguinetti y de varios futbolistas interesantes del medio, como Carlos Garcés, Roberto Tuca Ordóñez, Luis Luna y el seleccionado venezolano Jhon Chancellor, entre lo más destacados. A estas alturas del torneo nos hemos convencido de que han sido un gran aporte para la brillante campaña cetácea, tanto así que a dos jornadas de finalizar la primera etapa están muy cerca en declararse ganadores de la misma. Hoy Delfín es una realidad, pero no pintaba así al arranque del campeonato.

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Luego de hacer este paneo sobre las expectativas que ofrecía el torneo del 2017 al inicio, hoy, con lo visto, nos llenamos de razones y de interrogantes.

¿Cuáles son las causas por las que Barcelona, el equipo favorito por los temas aquí detallados, llega a la fecha 20 y tienen que suceder cosas muy complicadas para que la gane? A estas alturas conocido es que Delfín, el gran postulante, muestra su acreditación no solo por tener seis puntos más y un gol diferencia mejor que el de su contendor inmediato. O sea, en buen romance, si faltan apenas dos partidos le correspondería solo empatar uno y cuento acabado, ganaría la fase así Barcelona triunfe en los dos restantes. Otra de las carta del Delfín es que su penúltimo juego será de local, contra Liga (Q), penúltimo en la tabla y sumergido en inestabilidades impropias de un club grande, ubicado en el puesto número 11 y con un partido ganado de 20 jugados.

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Bajo esas consideraciones es muy probable que mañana, a partir de las 14:00, comience una fiesta inolvidable en Manta. Si eso llegase a suceder, tendrá más eco la pregunta: ¿Qué pasó para que Barcelona, con su inmensa inversión, no gane la etapa? Lo que sí puedo asegurar es que la contestación común y corriente ‘así es el futbol’ no tendrá cabida ni sustento para esgrimirla. Mejor respuesta, se me ocurre, pudiera ser que Delfín aprovechó el acertado pensamiento táctico de su DT, que armaron un equipo competitivo y equilibrado, y que aprovechó los causales por las que ha sufrido Barcelona.

Los canarios son todavía candidatos a ganar la etapa porque numéricamente tienen vida, o porque la esperanza es lo último que se pierde, pero las razones por las que no se la llevó con comodidad, como se esperaba, las resumo a continuación.

1) Barcelona tuvo un comienzo malo, cedió varios puntos por creer que con el título de campeón y el peso de la camiseta era suficiente. Aquello provocó que se descuiden del objetivo principal, cuyo resultado fue estar por varias fechas por debajo de la mitad de la tabla.

2) Jugadores desconcentrados, esperando ansiosos que les llegue alguna propuesta del mercado internacional luego de la participación en la Copa Libertadores. Agréguese futbolistas que aún no han renovado y que finalizan contratos al final de la temporada 2017. Todos estos aspectos, por supuesto, alteraron el factor emocional de los jugadores amarillos.

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3) La cantidad de jugadores convocados a la Selección y que muchos de ellos no fueran utilizados en los dos partidos amistosos jugados en los Estados Unidos, generó la consecuente molestia para el plan de trabajo y juegos del campeonato.

4) Craso error del entrenador Almada, compartido por una dirigencia que públicamente aceptó que era preferible hacer descansar a jugadores titulares en el partido contra Delfín (caída 2-1), pensando que el juego decisivo era el Clásico del Astillero.

En fin, no son pocos los motivos que obligan a que Barcelona deba conseguir todos los puntos en los dos últimos encuentros, pero dependiendo de lo que haga el Delfín. Sin lugar a dudas es tarea complicada, pero no imposible. Si se llega a dar ese milagro, en buena hora por el Barcelona; y si no, será porque tuvo que pagar las facturas pendientes que le terminarían costando muy caro. (O)

Craso error de Almada, compartido con una directiva que aceptó públicamente que era preferible dar descanso a titulares contra Delfín, pensando que el juego clave era el Clásico.