Los dos equipos que le ganaron las últimas tres finales a Argentina animarán la definición de la Copa Confederaciones este domingo en San Petersburgo. Alemania, campeón mundial 2014 y Chile, vencedor de las Copas América 2015 y 2016, ratifican sus bondades definiendo otro título que, como siempre, para los que no pueden ganarlo, es “un titulito”, para los que lo disputan es delicioso. Chile está de fiesta por esta nueva final y es perfectamente lógico y entendible. Para Alemania es diferente: definir campeonatos es casi rutinario.

Chile 3 - Portugal 0. El resultado sorprendería si fuese conseguido dentro del partido; no obstante, asombra mucho más por haberse logrado en una definición por penales. Que un equipo no marque ninguno en una tanda es, al menos, extraño. En este caso hay una dosis de impericia en los ejecutantes, pero altísimo mérito de ese notable arquero que es Claudio Bravo, quien lleva 14 temporadas en altísimo nivel. Bravo tapó los tres primeros remates de Portugal y, como Chile había convertido los tres suyos, pasó a la final la Roja. ¿La técnica de Bravo para detener los remates de Quaresma, Moutinho y Nani…? La única eficaz para hacerlo: esperar hasta el último instante para arrojarse y ver hacia dónde sale el disparo. Si este no es lo suficientemente fuerte y esquinado, gana el arquero. Los tres fueron mal pateados y bien atajados.

Parar tres penales seguidos en una serie es altísimo mérito. Sobre todo los tres primeros: derrumban al rival. Este arquero tenía el Barsa y lo dejó ir para que no se enojara Ter Stegen, que reclamaba la titularidad. Un error más de los tantos en la política de compras y ventas del club catalán, ya célebre por sus equivocaciones en materia de fichajes.

Publicidad

Los penales de Chile los asumieron los mejores desde el inicio, como debe ser: Vidal, Aranguiz y Alexis. En Portugal, el mejor -Cristiano Ronaldo- esperó en quinto turno, seguramente con el objeto de salir festejando delante de las cámaras y ser al día siguiente portada de todos los medios. Ya lo ha hecho otras veces. Resultado: el mejor pateador de Portugal no llegó a rematar. Pero si hay un penal durante el juego Cristiano es el primero en tomar el balón y rematar, no se pone quinto. El mejor pateador -y la figura- siempre asume la responsabilidad (la más pesada) del primero de la serie, para garantizar y dar confianza al resto. Si falla, mala suerte, todos fallan; guardarse para el quinto no es estrategia, es vanidad. Y en esto el técnico no decide sólo: cuando se trata de un peso pesado, lo consulta. Son las cosas que, a veces, damnifican a un futbolista excepcional como Cristiano.

Que focalicemos el análisis en los penales da una pauta de lo que fueron los 95 minutos regulares y los 30 de tiempo extra, en los que el cero reinó. Chile estuvo claramente más cerca del gol, sobre todo en el último suspiro (minuto 119) con dos tiros consecutivos al palo, primero de Vidal (cacique excepcional, inclasificable, de toda la cancha) y, del rebote, otro de Martín Rodríguez, un interesante y juvenil delantero al que Pizzi le está dando pista. A los 113 hubo un penal indiscutible de Fonte a Silva que el juez iraní Faghani ignoró y que debió ser revisado con el VAR. No se lo utilizó y generó muchas protestas: ¿para qué se implantó el video si no se aplica? Si las sospechas sobre los árbitros se traslada a los operadores del VAR, ¿de qué sirve…? “Los que operaban el VAR miraban la telenovela o recibieron instrucciones de no avisarle al iraní? La no intervención del VAR es vergonzosa”, escribió en Twitter Javier Castrilli, exjuez famoso por su imparcialidad.

Chile a otra final, la tercera en tres años consecutivos. Producto de una camada brillante que, cuando se extinga, la llorarán. Pero aún es tiempo de disfrutarla para el país de Neruda. Siempre se recuerda al Chile de Salas y Zamorano que clasificó al Mundial ’98 después de 16 años de ausencia. Pero eso duró justamente una Copa. Y el resto del equipo no tenía el mismo nivel de los dos goleadores. La actual generación es más homogénea y rutilante, posee diez elementos de gran confiabilidad: Vidal, Alexis Sánchez, Bravo, Medel, Jara, Isla, Marcelo Díaz, Aranguiz, Eduardo Vargas, Medel y, en menor medida, Beausejour, aunque este último aporta temperamento, fortaleza física y disciplina táctica. También podría agregarse a Francisco Silva, un comodín que cumple con eficiencia. Son muchos buenos en un equipo. Siete de ellos -los seis primeros y Beausejour- ya clasificaron a dos Mundiales (van por el tercero), ganaron dos Copa América y ahora darán batalla a Alemania por la Copa Confederaciones. No hay duda posible: se trata de un grupo excepcional por capacidad técnica y, muy especialmente, por espíritu de lucha. A partir del liderazgo de Arturo Vidal y Claudio Bravo (lo sindican como la voz de mando), todos se contagian.

Publicidad

En la otra semifinal, Alemania vencía a México 2 a 0 antes de cumplirse el minuto 8, en una muestra contundente de su fútbol siempre objetivo y eficaz. México le dio espacios atrás y en dos ráfagas León Goretzka (volante de 22 años del Schalke 04) hizo red con dos finalizaciones soberbias. Dio una clase magistral de lo que es un “8” completo, de cualquier época, que baja para marcar y sube para convertir. Un volante de élite debe pisar el área. En el primero abrió a la derecha para Henrich y fue por la devolución, que le llegó al ras; sin pararla, de primera conectó cruzado. En el segundo le sugirió el pase a Werner (va a ser un artillero temible) y se metió a buscar la habilitación filtrada; le llegó y convirtió con un furibundo derechazo.

Son tantos los buenos jugadores alemanes que varios medios han armado hasta cuatro selecciones que podría alinear Joachim Low. Quizá se exagere un poco, pero lo cierto es que le sobran variantes y todos responden “a la alemana”, funcionando perfectamente. La diferencia del futbolista teutón actual con el de antes es que ahora todos muestran una técnica excelente, todos saben tocar y eso, unido a la mentalidad, compone un producto excelente.

Publicidad

Al momento de anotar Goretzka su segunda conquista, pensamos en el 7 a 0 de Chile a México del año pasado. Alemania se quedó apenas en un 4-1, pero la superioridad fue absoluta. Y conste que Low designó para esta Confederaciones un equipo B con el objeto de darles fogueo y tenerlos listos para cuando pudiera necesitarlos. Aquí no están Neuer, Hummels, Kroos, Khedira, Ozil, Muller, Gotze, Hoewedes, Reus, Mario Gómez, Gundogan, etcéteras varios. México fue posesión sin contundencia. Parece involucionado con respecto a años atrás. Y no se le ven grandes jugadores en ninguna línea.

Alemania es una superpotencia, pero con este Chile nadie es del todo favorito. Están los condimentos para ver una final extraordinaria. (D)