Jorge Valdano (61 años) fue campeón mundial en México 1986 con Argentina. Tiene una visión global del fútbol, es un filósofo con precisas opiniones sobre el balompié con ideas ligadas a la cultura. Es un conversador extraordinario, es comentarista de televisión, es conferenciante, es escritor, y directivo de una empresa de recursos humanos que vincula deporte y management. Tiene tres títulos de liga y dos de la Copa UEFA como delantero del Real Madrid. Y como DT él también se coronó con los merengues. Este personaje universal del balompié habló con Diario EL UNIVERSO.

¿Ya no será dirigente o entrenador otra vez?
No, los banquillos están descartados prácticamente. Llevo demasiados años alejado y la labor de técnico está hecha para gente obsesiva, y yo, por las actividades que desarrollo alrededor del fútbol, tiendo a la dispersión. Me gustó ser entrenador y si viviera tres veces, una vida la dedicaría a entrenar, pero viviendo una sola vez es excesivo dedicarle al fútbol tanta adrenalina y tanto tiempo. Y en cuanto a ser directivo, no sé qué deparará el futuro. En todo caso las últimas grandes decisiones que tomé en ese campo fueron imprevistas. No premedito las cosas, soy espontáneo, y si en algún momento tengo una oferta interesante o que me resulte atractiva, ¿por qué no?

Pero aseguró que fue muy interesante ser entrenador.
Se me hizo muy interesante, sí. He dado la vuelta entera alrededor del fútbol; esa es mi particularidad. Jugué en segunda y en primera división (de España). Estuve al frente del Tenerife, que si no baja, triunfa. Y del Real Madrid, donde si no eres campeón, fracasas. Fui director deportivo y director general del club (blanco). Tengo relación estrechísima con medios de comunicación y he escrito libros sobre fútbol –ya casi diez–. Así que ser entrenador era una manera de completar el conocimiento sobre un fenómeno que parece inabarcable: el fútbol.

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Como futbolista era lector y escritor. ¿Le recomendaría a los futbolistas leer más?
Se lo recomiendo a los ciudadanos. Eso no te ayuda a jugar mejor al fútbol, pero sí a relacionarte mejor con la industria que hay alrededor del fútbol, que cada día es más grande y más compleja.

¿Qué libro leyó recién?
Patria, de (Fernando) Aramburu. Una gran novela sobre el problema vasco, escrita ya con una cierta perspectiva. Un libro que ha arrasado en España.

¿Por leer sus compañeros de fútbol lo marginaban?
No. Eso es un mito. Hubo técnicos que tenían una cierta incomodidad cuando me veían leer cosas que no tenían que ver directamente con fútbol, pero es parte de la anécdota.

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Jorge Olguín, campeón mundial de 1978, dijo que no aceptó ir a la selección de 1986 de Carlos Bilardo porque iba contra sus principios futbolísticos. ¿Le pasó algo así por la cabeza?
No, no me pasó. Para mí, la selección argentina está por encima de mi obsesión –que la tengo– con el estilo. Entendí que era un deber participar. Fui (al Mundial 1986), de una manera honesta. Cumplí incluso con obligaciones que no me resultaron del todo agradables, pero en ningún momento puse en duda mi participación.

En su libro Fútbol: el juego infinito dice que Bilardo lo hizo cumplir obligaciones aparte de las de delantero y por eso lo agotó en los partidos de México 1986.
Efectivamente. Yo marqué cuatro goles y fallé otros cuatro imperdonables porque cuando pisaba el área estaba agotado por el sobreesfuerzo que hacía. Pero bueno, ese equipo tenía a Maradona (ríe), él era el único con derecho a descansar. Cuando uno juega al lado de un genio lo que tiene que hacer es convertirse en complementario.

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¿Puede ahora un delantero ser multifuncional o aún cree que este pensamiento de Bilardo no es viable?
Puede ser polifuncional un delantero, lo que no puede ser es que todos los atacantes sean polifuncionales. Cada uno merece un análisis individual. Yo, en el Real Madrid y en la selección era un delantero que cumplía con las obligaciones de un volante, pero eso no se le puede pedir a un jugador de otro corte. A (Sergio) Agüero, por ejemplo, que es más un hombre de área; o Romario. Pídele tú a Romario que haga trabajos de volante y terminas cargándote al genio que había dentro de Romario. Cada jugador merece un análisis. Estas definiciones, que pretenden ser tan abarcativas, me parecen siempre un error.

¿Nunca se sintió candidato para dirigir a la Albiceleste?
Vine a España muy joven, con 19 años, y siempre creí que había entrenadores nacionales con más derechos que yo para acceder a ese honor. Para mí nunca fue una obsesión. Hice toda mi carrera prácticamente en España y aunque como jugador no me cabe orgullo más grande que haberme puesto la camiseta de mi selección, nunca aspiré a entrenar a Argentina.

¿Aún cree que en España se juega como hace 30 años en Argentina y viceversa?
Lo que digo es que Argentina tuvo durante muchos años el balón como centro neurálgico del juego y eso es lo que le ha robado el fútbol español al sudamericano, sobre todo a Argentina y Brasil. Aquí, donde el fútbol era definido como ‘furia’, hubo una revolución formativa que dio como resultado jugadores que alrededor del balón levantaron un imperio y contra todo pronóstico fueron capaces de levantar dos Copas de Europa y un Mundial haciendo un fútbol maravilloso.

¿Qué opinión tiene de Edgardo Bauza y de Jorge Sampaoli, que ya tomó las riendas de la Albiceleste?
A Bauza lo conozco porque estuvimos juntos en Italia 1990. Le tengo mucho cariño y mucho respeto, pero no soy capaz de hacer un juicio sobre su condición de entrenador porque nunca vi un equipo suyo con continuidad. A Sampaoli lo conozco mejor.

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Es un técnico apasionado, que quiere ser protagonista, mira siempre la portería contraria. Desde ese punto de vista espero que sea capaz de recuperar el ‘estilo argentino’, que me obsesiona.

¿Podrá hacerlo en cuatro fechas eliminatorias?
El grave problema de los DT es precisamente el de hacer eficaz el poco tiempo que tienen para trasladarles a los jugadores una determinada idea. Como gran ventaja Sampaoli tiene a Messi, un genio de esos que da el fútbol cada 20 o 25 años, pero es una selección que necesita del trabajo del técnico porque de mitad de cancha hacia atrás es necesario darle una definición para que sea reconocible. Es un trabajo en verdad difícil.

¿Por qué se criticó tanto en Argentina a Sampaoli antes de llegar a la selección?
Porque la crítica en estos momentos tiene muchísimos canales y también responde a muchísimos intereses. Estamos demasiado atentos a los tuits que cuelga un anónimo diciendo cualquier barbaridad y firmándolo como Aristóteles. Eso para mí tiene una trascendencia igual a cero.

¿Cree que se acabó la era del Barcelona y empieza otra del Real Madrid?
No. Me parece que son dos equipos extraordinarios que seguirán peleando por alcanzar la cima. Los dos tienen talentos superiores.

Lo que sí es cierto es que el Real Madrid tiene ahora una plantilla más rica y jugadores jóvenes que invitan a mirar el futuro con confianza.

¿Ganada la duodécima Champions se puede hablar del Real Madrid como el mejor club de la historia?
Lo fue en el siglo XX. Si alguien quiere empatar tiene que esperar a que termine el siglo XXI. En todo caso, el Madrid está encaminado en este siglo para posicionarse como el mejor de la historia una vez más. Hace apenas unos días Josep Guardiola dijo que el Barcelona siempre vuelve; no me gusta corregirlo, pero debo decir que el que siempre vuelve es el Madrid.

¿Por qué a Cristiano lo silban en el Bernabéu?
No es algo masivo. Lo silban cuatro y hay un periodismo que le pone excesivo acento a esa actitud de una minoría. ¿Por qué lo silban? Por ser el jugador del que más esperan y cuando las cosas no salen se pone la lupa en la figura. En esos momentos, como dice (César Luis) Menotti, no se mira al lateral derecho, se mira a los delanteros y a aquellos que son decisivos.

Messi es el mejor del mundo y Cristiano el mejor goleador del mundo, dice Guillem Balagué, biógrafo de ambos. ¿Qué opina?
Son jugadores extraordinarios. Los diferencio diciendo que Messi es un genio y Cristiano un fenómeno. El genio nace con todo puesto, con todas las soluciones técnicas. Messi hace cosas, como dijo alguna vez (Juan Román) Riquelme, que ni él sabe que las hizo.

Las descubre al día siguiente viendo la TV. Es un jugador con un talento de una espontaneidad extraordinaria. Y Cristiano tiene un mérito tremendo porque en cuanto a influencia ha sido capaz de equipararse a Messi y ha mejorado en el camino en todos los aspectos: físico, técnico, posicional. Por eso es un auténtico fenómeno. Hubo algún momento cuando un apagón de Messi era suficiente para que Cristiano se quedara con el Balón de Oro; pero en esta temporada, por ejemplo, Cristiano se va a quedar con
el Balón de Oro frente a un Messi que no cometió ninguna distracción, que jugó a un grandísimo nivel. Eso habla muy bien de la profesionalidad y la vigencia de Cristiano.

Usted se formó en Newell’s, ¿no le gustaría que Messi regresara a Rosario?
(Ríe) Es mi equipo, me gustaría que la gente lo disfrutara y me gustaría que Messi disfrutara del fútbol argentino, que tiene muchas singularidades y seguramente le dejaría a él un recuerdo extraordinario. Mi sensación es que Messi tiene un gran compromiso con Rosario y que tiene una gran debilidad por Newell’s. No me extrañaría que ese fuera su último vicio alrededor del fútbol. (D)