En todo el mundo inmigrantes venezolanos se abrazaban, lagrimeaban, se enviaban mensajes por WhatsApp con amigos y familiares, posteaban fotos y videos en Facebook, mensajes en Twitter… Sentían acaso como nunca el orgullo por el país lejano y amado. Y en la patria de Bolívar millones celebraban un hecho deportivo que mitiga con sonrisas la tiránica y desesperante situación que vive la población. ¡Venezuela era finalista del Mundial Sub-20…! El balón lo hizo posible, en un país donde hasta hace un par de décadas el fútbol marchaba quinto o sexto, lejos del béisbol, el básquet, el boxeo…

En una saga inolvidable fue derrotando en serie a Alemania (2-0), Vanuatu (7-0), México (1-0), Japón (1-0), Estados Unidos (2-1) y Uruguay (1-1 y 4-3 por penales). ¡Venezuela en una final del mundo…! Lo que no han podido lograr otras fuerzas futbolísticas tradicionalmente más potentes como Chile, Colombia, Paraguay, Ecuador, Perú o Bolivia lo consiguió esta brillante Vinotinto juvenil. Hasta ahora solo las tres potencias del Atlántico conocían el halago de llegar a una final mundialista. Ahora se les suma el benjamín del continente, que ya no lo es pues está en un nivel superior a algunos vecinos. Le quedó el mote nomás. Lo anecdótico es que Brasil no clasificó al Mundial y Venezuela está en la final. Y que Argentina, el máximo campeón de la categoría (seis veces) fue eliminado en primera fase. Aunque esto es circunstancial, sería perfectamente posible que los dos grandes animaran la próxima final en la temporada 2019.

¡Venezuela-Inglaterra en una final…! Hace treinta años hubiese sido inimaginable, como era impensable un viaje espacial en 1920. Lo logró a base de buen fútbol, carácter y gran equilibrio, sumando 14 goles a favor y dos en contra. Y con un plantel colmado de buenísimos valores. Brilla especialmente el sensacional arquero Wuilker Faríñez, una de las mayores apariciones del fútbol mundial, ya titular de la selección mayor en la Eliminatoria con 19 flamantes años. Como en el Sudamericano de Ecuador, Faríñez volvió a pararle un penal a De la Cruz, la gran figura de Uruguay.

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En aquella ocasión, en Ibarra, De la Cruz se la picó y el meta caraqueño, que se había tragado el amague, se recuperó y atajó.

Pero no está solo el uno, también destacan dos zagueros importantes, firmes, como Nahuel Ferraresi (18) y Williams Velásquez (19); dos volantes de corte con marca y manejo como Yangel Herrera y Ronaldo Lucena (ambos con 20); el osado Adalberto Peñaranda (20), titular en el Málaga español, gambeteador, valiente. El bajito Yefer son Soteldo, un diez habilísimo y encarador; y dos chicos de 17 años, Samuel Sosa y Jan Hurtado.

Sosa entró sobre el final ante Uruguay y al minuto 91 con 22 segundos clavó un tiro libre espectacular al arco celeste que dio la merecida igualdad. Contamos casi una decena de buenos en serio. Lo notable es que es una selección que no ha contado con un buen aporte de delanteros, empujan todos los de atrás.

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Esta gloriosa camada del sub-20 vinotinto será protagonista sin duda de la próxima Eliminatoria, la de Catar 2022 (¿sí…? ¿Será en Catar…?). En dos o tres años muchos de estos jóvenes cracks estarán en Europa u otros mercados importantes. Sin contar los que ya son figuras en la selección adulta. Algo está pasando con el fútbol venezolano, que crece a espaldas del desastre político nacional: surgen muchos jugadores. Cuando se midieron Málaga y Real Madrid jugaron cuatro de Venezuela en el club andaluz. Sacando brasileños y argentinos, grandes exportadores, ¿qué otro país sudamericano puede tener cuatro representantes en un club europeo…? Y titulares.

“El talento ha surgido siempre, el tema es que los muchachos recién lo ven como una profesión cuando llegan a la Vinotinto y la organización de los clubes en inferiores es muy pobre, pero hay una cantidad de chicos que quieren jugar y están surgiendo muchos”, explica Edgardo Broner, periodista argentino-venezolano que acompañó a las selecciones borravino durante 30 años y a raíz del chavismo abandonó el país. Su cuerpo está en Buenos Aires y su corazón en Caracas.

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Hacia 1960 los clubes y selecciones venezolanas no tenían ninguno de esos atributos que señalamos en esta Vinotinto histórica. Recibían seis o siete goles por partido, eran inocentes para defender, no llegaban fácil al arco contrario y les faltaba personalidad para imponer lo que sabían con la pelota. O sea, hay un vuelco fundamental. Y entre sus vencidos están Alemania, Japón, México, Estados Unidos, Uruguay… De modo que puede asegurarse sin el mínimo margen de error que Venezuela evolucionó en fútbol. ¡Y cómo…! Pero aún hay millones que aseguran que el fútbol “se igualó para abajo”. Venezuela lo desmiente. Brasil y Argentina ocupan los dos primeros lugares del ranking mundial. O sea, siguen arriba, no bajaron al lugar que ocupaba la Vinotinto hace 50 años, Venezuela mejoró y se acercó a los de arriba. Aprendió a jugar, sabe defender, ganó en personalidad, está bien preparada, produce talentos… Su campaña en Corea ratifica que el fútbol se igualó para arriba.

Pequeño detalle adicional: después de haber tenido doce extranjeros al mando, desde 2001 la selección adulta de Venezuela tiene entrenadores nacionales: Richard Páez, César Farías, Noel Sanvicente y ahora Rafael Dudamel. Es decir, también produce sus propios técnicos. Y todos respetan la idiosincrasia del jugador criollo, la del buen trato de pelota.

Por cierto, el pasado viernes, Andorra, un minúsculo principado catalán de 85.000 habitantes derrotó 1-0 a Hungría, doble subcampeón mundial, por la Eliminatoria europea. La paridad y la competitividad. Hay quienes gustan de lo antiguo, de cuando Hungría goleó 10-1 a El Salvador en España 82. Pero eso era un espanto. Afortunadamente no vuelve más: hoy todos saben jugar y dan combate.

En el cotejo Uruguay-Venezuela se dieron tres innovaciones reglamentarias de la FIFA: 1) el juez polaco Marciniak sancionó un penal a favor de los charrúas mediante el uso del video.

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En vivo no le había parecido falta. 2) Al llegarse al tiempo suplementario, Venezuela hizo un cuarto cambio de jugadores. 3) Los penales se definieron mediante el nuevo sistema ABBA, que es igual al tie break del tenis: pateó primero Venezuela, luego dos remates seguidos de Uruguay, luego otros dos de la Vinotinto, y así… Esto es para aliviar la presión de los que fallan.

En esa tanda, Faríñez tapó dos remates, Venezuela se metió de cabeza en la historia y alegró el día de 35 millones de compatriotas. Enhorabuena.(D)

 

¡Venezuela-Inglaterra en una final…! Hace treinta años hubiese sido inimaginable, como era impensable un viaje espacial en 1920. Lo logró a base de buen fútbol, carácter y gran equilibrio.