Esta vez no fue necesaria una proeza de Sergio Ramos a última hora. Desde la final de París, en el 2000, el Real Madrid no había disfrutado de una final tan cómoda. Aquel era un Valencia emergente. En Cardiff, el Madrid barrió en el segundo tiempo a una Juve que invita al declive. Su célebre cortina defensiva pareció lo que es en realidad: un grupo de jugadores que han estirado admirablemente sus carreras, pero que acusan el paso de los años.

Más que veteranos, Gianluigi Buffon (39 años), Giorgio Chiellini (32), Andrea Barzagli (36) y compañía dieron la sensación de futbolistas envejecidos. A ellos se unen Dani Alves (34 años), Mario Mandzukic (31), Gonzalo Higuaín (30) y Sami Khedira (30). Cuesta pensar en una Juventus con inmediato futuro en estas condiciones.

El Madrid también emitió las señales que le caracterizan, hasta las preocupantes en el primer tiempo, cuando se dejó enredar por la mecánica estructura del equipo italiano. A la Juve, que no le sobra imaginación ni recursos creativos, le falló Paulo Dybala, el único que podía alterar por sí mismo el paso del partido. Dybala no terminó el encuentro. Cuando en una gran final se sustituye al mejor futbolista de un equipo, el mensaje es preocupante. Veremos el efecto que tiene la final de Cardiff sobre el estupendo jugador argentino.

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La versión del Madrid en el primer tiempo recordó muchas secuencias de la liga. Han sido numerosos los partidos que el Real Madrid ha gestionado de manera reactiva. Atacaba o se replegaba según los goles que marcaba o recibía. No han sido muchas las tardes de dominio absoluto, de la autoridad que sin duda puede ejercer un equipo que dispone de un inmenso arsenal de recursos futbolísticos. Cuando manifestó toda su superioridad, ofreció actuaciones deslumbrantes.

De eso trató el segundo tiempo en Cardiff, donde el Madrid decidió explotar todas sus cualidades. Aunque es un equipo adaptable a todas las circunstancias, el mejor Madrid es el que asume su condición de gran equipo y ataca con versatilidad y fiereza. Es ahí donde los grandes equipos marcan época, no cuando racanean. Por el enorme potencial de su plantilla, la mejor y más versátil de Europa, el Real Madrid está en condiciones de imponer una brillante hegemonía.

Las alineaciones, los suplentes y los convocados expresaron antes del partido la ventaja del Real Madrid, un equipo que se puede permitir el lujo de dejar a Danilo, Nacho, Kovacic, Bale y Morata en el banco y de no convocar a Pepe, Lucas Vázquez y James en el día más importante de la temporada. Con todos ellos, se articularía un equipo capaz de aspirar al título de liga y quizá de la Copa de Europa. No había un solo delantero entre los suplentes de la Juventus. O ganaba con lo que tenía en el campo, o no podría cambiar el signo del partido. Cuando Massimiliano Allegri pretendió añadir algo de pólvora solo encontró al colombiano Cuadrado, un carrilero.

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Fue una noche grande por varias razones. En términos históricos, es uno de los títulos más representativos en la historia del club: el doblete después de 59 años y la reedición consecutiva como ganador del torneo más importante del mundo. Ningún equipo lo había conseguido en la Liga de Campeones. Es el éxito también del equilibrio, tan difícil de lograr en el Real Madrid.

Ganaron las estrellas veteranas, caso de Cristiano, Sergio Ramos y Modric, reflejo del poder del club en el mercado. Los tres dejaron huella en el partido. Ganó también el puñado de jóvenes adquiridos por poco dinero, pero con excelente ojo. Es curioso, pero el Real Madrid, que durante años gobernó el mercado mundial, ha obtenido su mayor ventaja cuando sus contrataciones han sido más prudentes y menos caprichosas. La influencia de Dani Carvajal, Casemiro y Marco Asensio volvió a acreditarse en la final.

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Esta Copa de Europa deja al Real Madrid en una situación perfecta. Reina la paz social, favorecida por el efecto de Zidane tanto en el equipo como en el ambiente, la plantilla es impresionante y la mayor parte de sus rivales no atraviesan por un periodo de esplendor. Desde el Barça hasta la Juventus, pasando por el Atlético de Madrid, Manchester United, Manchester City, Bayern o París Saint Germain, los grandes adversarios del Madrid están más pendientes de reconstruirse que de ejercer el poder en Europa.

El único problema del Madrid es de orden ecológico. Requiere retoques que ajusten el vacío que dejarán Pepe, James y quizá Morata, pero no le conviene alterar el hábitat actual con incursiones caprichosas en el mercado.(O)

Por el enorme potencial de su plantilla, la mejor y más versátil de Europa, el Real Madrid puede imponer una brillante hegemonía. No disfrutaba desde el 2000 de una final tan cómoda.