Diez de mayo, ocho y media de la noche. Anderson Ordóñez, con su 1,87 metros de estatura, llega a la casa de Alberto Cevallos, un guayaquileño al que conoció en enero, cuando aterrizó en Fráncfort para vincularse al Eintracht Fráncfort.

La reunión parece un ritual entre guayaquileños, a pesar de que entre los dos existen 13 años de diferencia. Cevallos, de 36, creció en el barrio Cuba, emigró a España hace 12 años y en el 2011 recaló en Fráncfort tras contraer nupcias con una alemana. Ordóñez, de 23 años, se crió en la Isla Trinitaria, donde jugaba “el mejor deporte que hay, el índor callejero”, hasta que se incorporó a las divisiones formativas del Barcelona SC.

Cevallos ha preparado un encocado, porque Ordóñez no olvida la gastronomía nacional y procura degustarla siempre, aunque, en ocasiones, no resulta tan sencillo conseguir un pescado similar al de la Costa. En Alemania hay mucho salmón pero, para él, no es lo mismo. Por suerte, hay abundantes camarones para los ceviches y otros ingredientes que le permiten aplacar los antojos. La comida alemana también le gusta, sobre todo el codillo de cerdo, “que es lo mejor que he probado aquí”.

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Ordóñez va apurando el encocado, porque en la televisión ya están emitiendo la semifinal de la Champions entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid. ¿Quién sabe si un día jugará contra esos equipos? No hace mucho que veía por televisión a los grandes clubes de la Bundesliga y quién le iba a decir que en poco tiempo los tendría enfrente, pisando el mismo césped. De hecho, de los cuatro partidos que ha jugado en Alemania (hasta el 10 de mayo), el enfrentamiento contra el Borussia Dortmund es el que mejores recuerdos le ha dejado. “Un sueño hecho realidad”.

Pero no ha sido fácil adaptarse a un nuevo país. Ahora, en la primavera, Ordóñez viste una camiseta manga corta, pero el día en que desembarcó en Alemania —en pleno invierno—, el frío le golpeó con fuerza. “No me haga acuerdo que me dan ganas de regresar... Llegué a menos 10 grados, cuando estaba acostumbrado a los 30 de Guayaquil”.

El partido entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid sigue su curso. El Atlético está ganando 2-0 y tiene la posibilidad de remontar, pues, había caído por un contundente 3-0 en el cotejo de ida. Ordóñez admira el despliegue de los colchoneros y el carácter que el Cholo Simeone le ha dado al equipo. Entonces recuerda que los entrenamientos en el Eintracht Fráncfort tienen mucho ritmo y son “diez veces más intensos” que los que hacía en Ecuador.

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De pronto, Isco anota el gol del descuento para el Real Madrid y el equipo encarrila su pase a la final de la Champions. El partido pierde interés y Ordóñez debe marcharse, porque al otro día tendrá que asistir a clases de alemán. Entonces sale a la noche, sube en su carro y arranca, posiblemente pensando en su hija de ocho meses, que es lo que más extraña de Ecuador. (D)