El pasado 27 de marzo se cumplieron 79 años de la mayor hazaña que registra la historia del deporte ecuatoriano: la de 1938, en Lima, en la que cuatro jóvenes guayaquileños conquistaron para Ecuador el Campeonato Sudamericano de Natación y dieron a nuestro país el primer gran título internacional de la historia.

El recordado maestro del periodismo Manuel Chicken Palacios inició en 1963 una campaña para que el 27 de marzo sea declarado “El Día de la Natación Ecuatoriana” y así lo resolvió la Federación Deportiva Nacional del Ecuador (FDNE). Por largos años se conmemoró la gesta de Carlos Luis y Abel Gilbert, Luis Alcívar y Ricardo Planas. Hoy la Federación Nacional, la del Guayas, la Federación Ecuatoriana de Natación y la Asociación Provincial de Natación ya no celebran ese día glorioso y me atrevo a pensar que muchos de los dirigentes hasta ignoran que existió.

¿Por qué fue hazaña lo que lograron los que en Lima fueron llamados Los Cuatro Mosqueteros del Guayas? Porque eran solo cuatro los que iban a competir por decisión del entrenador Arduino Tomassi y lo iban a hacer solamente en el estilo libre. Porque nadie creía que un pequeño e inexperto equipo podría derrotar a elencos completos de naciones como Argentina, Uruguay, Chile o Perú, que ya tenían participaciones y títulos olímpicos y registraron al menos una docena de nadadores. Porque hubo de hacerse una colecta para que viajaran, aunque luego el jefe supremo Alberto Enríquez Gallo donó cuatro pasajes aéreos. Porque una disputa regionalista había dado origen a una ley del deporte que declaraba extintas a la FDNE y a Fedeguayas “porque habían sumido al deporte del país y de la provincia en la más profunda inactividad”, lo cual era una falacia destinada a estatizar el deporte y privar a Guayaquil de su condición de Capital Deportiva del Ecuador. Jacobo Nahon –el padre de la hazaña–, Manuel Seminario con sus contactos internacionales y Fernando Barredo Hidalgo, secretario general (presidente) de LDE, lograron que la Confederación Sudamericana de Natación aceptara a la Federación Deportiva del Guayas como miembro por Ecuador y así participó nuestra delegación. Por eso el diploma de campeón sudamericano fue otorgado a Fedeguayas.

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Internacionalmente Ecuador era nadie, pero en 1938 fue, de repente, mundialmente famoso. Todo empezó en enero de 1937, cuando dos caballeros extranjeros, convertidos luego en ecuatorianos de corazón, Jacobo Nahon (marroquí) y Arduino Tomassi (italiano), leían la revista argentina El Gráfico y comparaban los tiempos de los nadadores de ese país con los de Alberto Stagg, Fidel Miranda, Luis Alcívar y Ricardo Planas Villegas. Los dos primeros se habían retirado por sus estudios de Medicina, pero pensaron que Planas y Alcívar podían actuar con éxito en el Sudamericano de 1937 en Montevideo. Allá fueron pasando el sombrero porque nadie ayudó, sino algunos dirigentes y la familia de los nadadores. Alcívar fue vicecampeón sudamericano de 100 libre y Planas, finalista en todas las pruebas de libre.

En 1938, Nahón y Tomassi decidieron enviar al equipo ecuatoriano a Lima. Ahora contaban, además de Alcívar y Planas, con otra estrella: Carlos Luis Gilbert, a quien por su pequeño físico apodaban el Grillo.

Su hermano Abel era un buen velocista. Tomás Ángel Carbo y Pablo Coello fueron nominados suplentes.

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El torneo arrancó el 19 de marzo en la Pileta Municipal de Lima. Alcívar ganó su eliminatoria de los 100 libre y Planas fue tercero en la suya. Ambos clasificaron a la final. Al día siguiente, Carlos Luis Gilbert ganó su serie de 200 metros libre y Ricardo Planas hizo lo propio.

Las sorpresas en la Piscina Municipal de Lima empezaron el 22 de marzo con la primera final: la de 1.500 metros libre. El Grillo Gilbert compitió con los chilenos Berroeta, Guzmán y Arrechandieta; los argentinos Zucal Gallardo y Minar, y el peruano Chocano. A todos ellos venció en una actuación admirable ganando la primera de las cuatro medallas de oro que iba a conquistar.

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Al otro día, Carlos Luis Gilbert y Ricardo Planas ganaron las series de 400 metros libre y el 24 se corrió la final de los 200 metros en la que estaban clasificados nuestros dos nadadores, los argentinos Roberto Pepper y Enrique Zucal; los peruanos Walter y Enrique Ledgard, y el chileno Washington Guzmán. América entera ya no cabía de asombro: Gilbert y Planas fueron primero y segundo y dejaron muy atrás a sus rivales. Esa noche los Cuatro Mosqueteros ecuatorianos ganaron la medalla de plata en el relevo 4 x 200 metros libre.

De repente Guayaquil era un carnaval de sorpresa y alegría y la fiesta se extendía a todo el Ecuador.

El 26 de marzo se reanudó el torneo y otra vez la dupla Gilbert y Planas ganó oro y plata en los 400 metros libre. Perú, que había organizado el torneo para ganarlo, tenía 81 puntos y lo seguía Ecuador con 71.

En la última reunión, el 27 de marzo, iba a decidirse el título de campeón sudamericano.

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La noche de ese día glorioso la vida de Guayaquil se detuvo. Diario EL UNIVERSO colocó altavoces en su edificio para seguir la transmisión desde Lima. Más de la mitad de la población estaba en las calles.

En la Pileta Municipal los altavoces llamaron a los 100 metros libre. Alcívar, a quien bautizaron en Lima como La Lancha del Norte, iba a competir con su compañero Planas, los argentinos Roberto Pepper y Héctor Crotto, los peruanos Rodolfo Álvarez y Enrique Ledgard y el último campeón, el brasileño Álvaro Tatto. Los rivales solo pudieron admirar la estela de espuma que dejaba La Lancha, mientras Planas arribaba en cuarto lugar.

Si los ecuatorianos obtenían los dos primeros lugares en los 800 metros libre, nuestro país iba a ganar el título sudamericano. Gilbert y Planas iban en carriles vecinos y correspondió al primero marcar el ritmo de la prueba. Empujados por el latido de miles de corazones guayaquileños, el Grillo y el Pechón, como llamaban sus compañeros a Planas, fueron primero y segundo, respectivamente, y Ecuador se había ganado la admiración del mundo: éramos campeones sudamericanos de natación. Enríquez Gallo se vio obligado a derogar la ley del deporte y Guayaquil, el Ecuador entero, vivió el regocijo deportivo más grande de todos los tiempos.

En 2012 una delegación de LDE encabezada por su presidente, Wilson Vergara, y los expresidentes Augusto Barreiro, Carlos Baquerizo, Félix Cortazar y Jacinto Flor, visitó al alcalde Jaime Nebot para pedirle que el Municipio erija un monumento a los héroes de Lima. El alcalde acogió de buen grado la petición y en mayo del 2012 se expidió la ordenanza que dispone levantarlo frente a la antigua Piscina del Malecón, que fue la cuna de los Mosqueteros.

Han pasado cinco años, hemos empezado a celebrar los 80 años de La Hazaña de Lima y no se ha dado un solo paso. Se lo hacemos saber al alcalde Nebot que siempre cumple lo que promete cuando se trata del servicio a la población y al orgullo de Guayaquil. (O)

En 1938, Nahón y Tomasi decidieron enviar al equipo ecuatoriano a Lima. Ahora contaban, además de Alcívar y Planas, con otra estrella: Carlos Luis Gilbert.