Las explicaciones o excusas del entrenador de Liga de Quito, Gustavo Munúa, por el mal inicio en este 2017, de poco sirven. La realidad es que el albo es penúltimo en la tabla –con 1 punto de 9 posibles– y su juego aún no convence; solo hay chispazos de calidad.

“La diferencia estuvo en que Emelec marcó y nosotros no”, apuntó el uruguayo, después del 2-0 que le propinó el cuadro azul, el pasado domingo.

Destacó que “el fútbol se gana con goles”, y en eso el cuadro universitario ha reprobado en estas tres primeras fechas: no ha marcado ni un gol en 270 minutos. El delantero Hernán Barcos, fichaje estrella, tuvo un buen partido ante Emelec, pero careció de acompañamiento.

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Luego, aunque son realidades, sonó a excusas el que citara la ausencia de jugadores lesionados, tal es el caso de los uruguayos Rubén Olivera (volante) y Horacio Salaberry (zaguero), además del defensa ecuatoriano Henry Quiñónez.

El charrúa también indicó que en el Capwell su equipo fue perjudicado. “Fue un penal clarísimo, pero no podemos hacer nada si el árbitro (José Luis Espinel) no lo sanciona. Es una mano (de Óscar Bagüí) alejada del cuerpo y la regla es clara: si hay una mano dentro del área, hay que pitarla. Se interpreta que no hay intención, pero eso no va más y se ve que el árbitro de eso aún no sabe”, dijo.

Bruno Vides y Romario Caicedo marcaron los goles.

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Munúa reconoció que Liga “tuvo altibajos”, pero rescató que su equipo “siempre intentó buscar el partido”. “Insistimos, pero no marcamos”, agregó.

El nivel de Barcos fue lo más destacado en un equipo que careció de seguridad en la zaga, donde el ‘veterano’ Norberto Araujo se mostró impreciso y sin anticipo. José Quintero y Édison Vega no aportaron en ataque, y en defensa fueron un peligro. El técnico tiene mucho por corregir. (D)