Lo invito a dar una mirada a la tabla de posiciones cumplidas once fechas o sea la mitad del Torneo y Barcelona jugando de manera convincente le ha sacado al Mushuc Runa seis puntos, a Emelec ocho y al Cuenca y Liga de Quito once unidades.

Usted me dirá: pero faltan disputar treinta y tres puntos, hay mucho camino por recorrer.

Es cierto, pero como se presentan los equipos con opción a ganar la etapa resulta bastante difícil pensar que Barcelona abandone la punta del torneo y en definitiva , sin jugar finales, alcance su estrella quince.

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El fútbol es un juego y como tal admite variantes muchas veces impensadas, pero generalmente impera la lógica y a la vista del nivel futbolístico que presentan los equipos, resulta muy difícil que Barcelona abandone su condición de puntero absoluto de la etapa.

La evolución de los dirigidos por Guillermo Almada es producto del trabajo incesante de un técnico que fue muy cuestionado, que incluso de no ser por la situación económica del club no habría continuado; solo la postura del Presidente Cevallos permitió que siguiera al frente de Barcelona.

Hay dos clases de técnicos, aquellos que apuestan a un trabajo integral inculcándole al jugador las exigencias del fútbol actual, la importancia que tiene la disciplina táctica, el cuidado personal de su herramienta de trabajo primordial, su físico, las exigencias hacia un entrenamiento severo que muchas veces molesta al futbolista; y los otros, los paternalistas, los amigueros, los que arman dos líneas de cuatro defienden en su terreno y cuando recuperan el balón, jueguen muchachos.

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Almada cuando llegó a Barcelona encontró un equipo devastado, tanto en el aspecto futbolístico como en el financiero. Era muy difícil encauzar todo de manera rápida. Primero había que convencer al futbolista que para poner en práctica un sistema de presión cerca del arco rival hay que tener una adecuada preparación física y luego ser absolutamente disciplinados sobre los movimientos y la ocupación de espacios que deben tener los diez hombres de campo. La otra condicionante elemental, tener jugadores rápidos e inteligentes con la pelota. Todo esto lleva tiempo, Barcelona hizo contrataciones para esta temporada, avaladas por el técnico, con jugadores cuyas bondades futbolísticas se adapten al sistema y los resultados comienzan a visualizarse. La transformación del Kitu Díaz en un hombre importante en la entrega y el sacrificio para recuperar la pelota cuando la tiene el rival. El convencer a Ely Esterilla de que en el fútbol de hoy los estáticos no tienen espacio, que hay que sacrificarse, marcar, ocupar espacios, ser solidario. Qué importante es ver cómo Marcos Caicedo, un jugador con unas condiciones envidiables, si hoy pierde el balón corre presuroso a recuperarlo, que no se queda estático sobre la raya esperando que lo habiliten, sino que se mueve en la búsqueda de recibir en diferentes sectores del campo.

Hoy Barcelona tiene dos zagueros, rápidos, jóvenes y de buen manejo, que sin problemas pueden pararse en mitad de cancha y salir jugando.

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Dos volantes de las características de Marques y Oyola, ambos con buena técnica y salida clara, dos laterales con proyección ofensiva y con buena marca, Díaz en el mejor momento, transformado en un volante completo, dos punteros: Caicedo y Esterilla, ambos con profundo desborde y con gol, y arriba un Alvez goleador, estamos hablando de un equipo competitivo que difícilmente otorgue la posibilidad de jugar finales para definir al campeón.

Ante esta realidad, lo del Mushuc Rhuna es meritorio pero no creo sea un escollo, Emelec tendría que ganar todos sus partidos incluso los dos clásicos, y esperar que Barcelona pierda otro, para poder llegar a la final, algo que suena difícil de poder asimilar, aunque en fútbol todo es posible. (O)