"Ecuador entero vibró de emoción con el triunfo de Jefferson Pérez, cuencano de 22 años, que ganó la marcha de los 20 kilómetros en Atlanta 1996 y reivindicó el honor patrio al conseguir la primera medalla olímpica en la historia nacional". Así describió EL UNIVERSO lo que significó para el país la hazaña deportiva protagonizada por este atleta en la pista del estadio Olímpico en esa ciudad estadounidense.

Fue el 26 de julio de 1996 cuando Jefferson Pérez ingresó no solo en el umbral del escenario sino en el de la historia. "No sé si voy a ganar, pero para no ganar tendrán que matarme". Había dicho antes de iniciar la competencia, en cuyo podio también estuvieron el ruso Ilya Markov (plata) y el mexicano Bernardo Segura (bronce).

"Campeón mundial junior en 1992, Jefferson Pérez había permanecido hasta ahora a la sombra de los grandes andarines mexicanos, italianos, españoles y rusos. Hoy, con solo 22 años, ha irrumpido con fuerza entre los elegidos y el horizonte le anuncia una exitosa carrera en la especialidad de caminata", publicó EL UNIVERSO al día siguiente del triunfo.

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Y así fue. Entre otros títulos, Pérez logró el de los mundiales de París 2003, Helsinki 2005 y Osaka 2007. Un año después se retiró por un proceso inflamatorio en una de las rodillas y molestias en la columna vertebral.

El título que consiguió Jeff en Atlanta 1996 movilizó a los ecuatorianos a primeras horas de la mañana del viernes 26 de julio. "Bocinas sonando o gente gritando en las calles: todo valía el momento de avivar el triunfo del pequeño cuencano de 22 años. Es que la primera medalla en cien años de olimpiadas removió la emoción hasta de los más parcos", reconoció EL UNIVERSO.

"El país se paralizó para ver en acción a su gran campeón. En Guayaquil, los almacenes de venta de televisores estuvieron copados de aficionados a la hora de la carrera (08:20 de Ecuador), los mismos que al final de esta se volcaron a las calles para festejar el triunfo". Los festejos se extendieron a Quito, Esmeraldas, su natal Cuenca, entre otras ciudades.

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El presidente de la República era Sixto Durán-Ballén y Abdalá Bucaram había sido elegido para reemplazarlo desde el 10 de agosto de 1996. El primero lo declaró Héroe Deportivo Nacional, le otorgó dos condecoraciones y envió al Congreso Nacional un proyecto de Ley para darle una pensión vitalicia. "Tuve una especie de premonición, de corazonada, que nuestro deportista iba a tener un buen lugar; pero debo ser honesto, nunca creí que iba a llegar en primer lugar y ganarse esa medalla de oro", reconoció.

Mientras, Bucaram expresó: "El atletismo ha sido un deporte relegado, donde los deportistas han tenido que viajar por sus propios medios, con esfuerzo personal y de los dirigentes de su rama. Jefferson Pérez, quien empezó con apenas unos viejos zapatos, merece un reconocimiento por parte del Gobierno de turno. El pueblo ecuatoriano debe sentirse orgulloso de que un hombre humilde, nativo de una ciudad humilde como Cuenca, quien a base de su esfuerzo ha logrado escribir la página más gloriosa del deporte nacional y nos dé un halón de orejas para decirnos que ¡Ecuador sí puede! Que Dios guíe nuestros pasos. Gracias Jefferson".

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A las felicitaciones se unieron el entonces presidente del Legislativo, Fabián Alarcón, y también Fernando Cordero, quien era alcalde de Cuenca.

Tras el logro de Pérez, se pensó en una serie de homenajes. Uno de los primeros fue bautizar con su nombre un complejo deportivo en Cuenca, que se alistaba para recibir los juegos Odesur de 1997. En Guayaquil, por ejemplo, se le erigió una estatua en las afueras del coliseo Voltaire Paladines Polo.

Con el título de Gracias Jefferson, EL UNIVERSO recogió el sentir nacional en su edición del 27 de julio: "La premonición de nuestra página del jueves se transformó en noticia de primera plana y en alegría del país entero. Jefferson Pérez Quezada ganó en Atlanta la medalla de oro en los 20 kilómetros marcha".

"Su logro es una hazaña para Ecuador. Es la primera vez en nuestra historia deportiva que un atleta gana una presea dorada en la Olimpiada".

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"La frustración de casi cien años se convirtió en alegría en 1 hora, 20 minutos, 7 segundos (tiempo registrado por Pérez para triunfar y durará por siempre".

"Nuestro anhelo de escuchar el Himno Nacional en una justa deportiva y de sentir la miel de la victoria es hoy una realidad. La magia de la televisión nos hizo seguir el triunfo en vivo y en directo. Las lágrimas nos emocionaron y alteraron nuestros nervios. Primero vivimos la tensión de verlo lograr un sitial importante, luego la fe de alcanzar al menos la de bronce y finalmente sentir como nuestro su paso a la medalla de oro".

"Hoy el nombre de Jefferson Pérez, el héroe nacional, pasó a la historia. Gracias Jefferson. El país necesitaba su victoria". (D)