Brasil está subiendo la guardia y aumentando la seguridad antes de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro tras los recientes ataques en París y Bruselas y la amenaza de un supuesto militante de Estado Islámico.

“Sonó una alarma en lo referente al terrorismo”, dijo a Reuters el almirante Ademir Sobrinho, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, añadiendo que Brasil aumentó su cooperación con gobiernos extranjeros para evitar posibles ataques de grupos radicales como el Estado Islámico o un “lobo solitario”.

Los Juegos comienzan el 5 de agosto y Río espera la llegada de hasta 600.000 visitantes extranjeros, razón por la que Brasil está compartiendo datos de inteligencia, realizando ensayos de seguridad y estableciendo instalaciones conjuntas.

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Además de un centro policial en el que oficiales de unos 50 países ayudarán a supervisar la seguridad en la cita olímpica, Brasil operará también un centro antiterrorista con expertos de naciones como Estados Unidos, Reino Unido, Francia y España.

“Tendremos allí a personas de todo el mundo para compartir mejor la información y aconsejarse unos a otros en sus áreas respectivas de conocimiento”, dijo Andrei Rodrigues, un inspector de la policía que dirige un secretariado especial del Gobierno federal establecido para la seguridad durante la celebración de grandes eventos.

No es que Brasil no se estuviera preparando antes contra el terrorismo, pero tras años de celebrar grandes eventos, como el gigantesco Carnaval anual o el Mundial de 2014, los funcionarios de seguridad no lo consideraban su preocupación principal.

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Sin embargo, los ataques de noviembre en París, donde murieron 130 personas, y Bruselas en marzo, en los que perecieron otras 32, obligaron a una reevaluación por parte de las fuerzas de seguridad brasileñas, que ahora sí plantean las medidas antiterroristas como una parte fundamental de su planificación para los Juegos.

Los expertos en seguridad están analizando las redes sociales, los informes de inteligencia extranjeros y los registros de inmigración en busca de posibles militantes, sus redes y movimientos por el mundo. Hasta el momento, funcionarios de seguridad conocedores de los datos de inteligencia referentes a los Juegos afirman que no se ha detectado ninguna amenaza terrorista hasta la fecha.

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En noviembre saltaron las alarmas cuando un supuesto operativo de Estado Islámico aseguró que una de sus células ya estaba en Brasil. Aunque causó preocupación en los círculos de seguridad y no fue reconocido por autoridades brasileñas hasta meses después, investigaciones posteriores llevaron al convencimiento de que se trataba de una fanfarronada. (D)