La inspiración de Lionel Messi y una mejor mecánica colectiva hicieron vivir a Argentina una noche de romance con su gente ante Bolivia (2-0), pero la selección sigue en deuda, sin identidad de juego en la eliminatoria sudamericana al Mundial de Rusia 2018.

La Albiceleste saltó ahora a la zona de los que entran a la Copa del Mundo Rusia-2018. Se cumplieron solo seis fechas y está tercera (11 puntos) detrás de las líderes Uruguay y Ecuador (13). Había iniciado el camino a los tumbos, sin Messi en los cuatro primeros partidos.

La escuadra que conduce Gerardo 'Tata' Martino recuperó a la superestrella y volvió la magia. Insinuó algún destello al remontar la adversidad en Chile (2-1) y se reencontró con momentos de buen fútbol en la noche de Córdoba frente a una disminuida Bolivia.

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Cambió de aire y de escenario. Salió del estadio Monumental de Buenos Aires y descubrió el amor incondicional de casi 60.000 aficionados, en el Mario Kempes de la populosa y rica Córdoba, a 800 Km al noroeste de Buenos Aires.

“Fue impresionante lo del público”, admitió Messi, que levantaba murmullos de asombro y aplausos cada vez que tocaba la pelota. “Argentina se fue ovacionada por la multitud”, escribió el diario Clarín.

El problema es que el equipo carece de una modalidad de juego. No resucita aquel tradicional predominio de la riqueza técnica. Tampoco revela un esquema táctico estable. Hubo momentos en Chile y en Córdoba en que perdía la brújula.

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Messi no marcó ningún gol de jugada. Pero el estadio Kempes contuvo el aliento cuando se paró frente al arquero Carlos Lampe desde los doce pasos. Fue el gol número 50. Quedó a solo seis del artillero histórico, Gabriel 'Batigol' Batistuta. Para el rosarino no parece haber límites a los récords.

Lo que no logra Argentina es que a Messi lo rodeen para un juego asociado. No es cuestión de que los argentinos copien al FC Barcelona. Simplemente, Messi debe tener tres o cuatro receptores posibles de pases y devoluciones. Cuando eso sucede, la combinación se vuelve un cóctel mortal para las defensas.

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“Liderada por su capitán la Selección se reencontró con una línea”, opinó el diario La Nación. Martino había confesado que era un error pretender que Messi resuelva todos los problemas.

“No se trata de darle la pelota y que empiece a apilar rivales”, dijo el entrenador. Si quiere poner al goleador en la cima de su potencial, necesita de compañeros que formen sociedades con él dentro de la cancha. Puede ser Sergio 'Kun' Agüero, pero Martino prefirió la hora de esplendor que atraviesa Gonzalo 'Pipita' Higuaín.

Otro interlocutor de juego es Ángel 'Fideo' Di María, pero volvió a sufrir una lesión. Así fue como se quedó afuera de las dos últimas finales perdidas por Argentina, en el Mundial de Brasil-2014 y en la Copa América Chile-2015.

Carteles como “Lio, hoy cumplo un sueño, verte jugar”, o “Messi no te vayas nunca, Dios no tiene sucesor para vos”, fueron algunos de los centenares que brillaron en las tribunas del estadio Kempes. “La Selección regaló ratos de buen fútbol a una Córdoba que la llenó de cariño”, comentó el diario Olé.

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No hay tantos antecedentes de la ovación en medio de la cual Higuaín dejó la cancha reemplazado. Lo nuevo del equipo fue la consolidación de Gabriel Mercado. Es un lateral izquierdo con vocación de red. Curiosamente es el goleador de Argentina en la tabla con dos, uno a Chile y otro a Bolivia, ambos como centrodelantero.

Otra novedad es que por fin amoldó una pareja de centrales firme, la de Ramiro Funes Mori y Nicolás Otamendi. La deuda radica en restaurar un estilo de fútbol exquisito que Argentina llevaba en el ADN. (D)