En mis largos años en el deporte pocas personas he conocido que vivan esta sana actividad con el fervor y la pasión con que lo ha hecho Alfredo García Yánez, o el Pato Rodador García, como lo llamamos sus amigos desde hace muchos años. La Fundación Conaviro, celosa guardiana de las glorias del otrora Colegio Nacional Vicente Rocafuerte, le dedicó hace poco un torneo de tenis de mesa y le rindió un emotivo homenaje.

En su discurso de agradecimiento Alfredo sorprendió a todos: anunció que se retira de toda actividad deportiva luego de 66 largos años de haber entregado alma y vida desde su época de jugador, pasando por la de dirigente y la de entrenador y formador de cientos de microtenistas e instructores.

Yo lo había visto jugar en los torneos que se realizaban a mediados de la década del 50 en el sótano del edificio Cóndor, donde funcionaba la empresa Reed & Reed. Más tarde lo aprecié enseñando su deporte en el piso alto de la Sociedad Cooperativa de Comercio, en las calles Pedro Moncayo y Luque, a una cuadra de mi barrio. No fuimos amigos hasta 1965. El Comité Organizador de los Juegos Deportivos Bolivarianos funcionaba en el edificio González Rubio, en Pichincha y General Elizalde, primer piso. Alberto Vallarino Benites fue nombrado jefe del Departamento Técnico y me llevó de secretario. Compartíamos diarias labores organizativas con Andrés Fernández-Salvador, presidente del Comité; Agustín Arroyo Yerovi, miembro internacional del Comité Olímpico Internacional; Antonio Elizalde, tesorero; las secretarias Norita Ziadé y Estela Juez; y con todos ellos Alfredo García, que para aquel tiempo era vocal del Comité Olímpico Ecuatoriano.

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En aquella amplia oficina empezó mi amistad con el Patito García y de eso hace ya medio siglo durante el cual hemos compartido muchas cosas: charlas interminables, reflexiones sobre la realidad de nuestro deporte, críticas a las leyes anteriores y actuales y proyectos para que el deporte ecuatoriano sea cada día mejor (lo cual es muy difícil en la actualidad en que rige una ley que sustituye al voluntariado deportivo por funcionarios o adherentes al Gobierno).

Como deportista Alfredo es el producto de ese enorme semillero que fue el Círculo Deportivo Caupolicán, del que ya no se tienen noticias. Con 16 años fue campeón de tercera categoría. Participó en los ya desaparecidos torneos intercolegiales con las divisas del Marco A. Reinoso y el Samuel Hurtado. Sus progresos fueron notorios hasta que en 1953 ya era campeón individual de Guayas, en la primera categoría.

Un año después fue seleccionado del Ecuador al VIII Campeonato Sudamericano, realizado en Lima. Esta fue la primera aventura extrafronteras de nuestro tenis de mesa, gracias a la diligencia y entusiasmo del padre de este deporte en nuestro país: el inolvidable Luis Fernando Delgado Cepeda, de quien fue García secretario en el Comité de Tenis de Mesa de Fedeguayas entre 1950 y 1958.

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En 1954, siendo jugador activo, fue nombrado entrenador de Fedeguayas y logró innumerables títulos nacionales con jugadores de gran clase como Ricardo Cabrera, Luis Coco Rodríguez, René Alarcón, Jaime Muñoz, Elsa Crasta, Betty y Dolly Lecaro, y muchas otras figuras. En 1958 estuvo en el Sudamericano de Caracas como microtenista y entrenador del equipo de damas. Puede sostenerse, sin temor a equivocación, que todas las delegaciones nacionales tuvieron como jugador o entrenador o dirigente a Alfredo García Yánez, quien es una de las cumbres del tenis de mesa nacional e internacional junto con Luis Fernando Delgado Cepeda y Jaime Muñoz Campuzano.

Cuando Azuay quiso empezar una nueva era del microtenis llevó, en 1972, a Alfredo como adiestrador. El surgimiento de jugadores de clase fue instantáneo y los azuayos llegaron a dominar el panorama nacional del microtenis. Fue también entrenador del Colegio Técnico Salesiano de Cuenca y del colegio de damas Manuel Garaicoa, ambos imbatibles en los intercolegiales.

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Su tarea como dirigente ha sido inmensa. Fue presidente de la Comisión Nacional de Tenis de Mesa en 1962. En 1964 presidió la Asociación Ecuatoriana de este deporte. Fue directivo del Comité Olímpico Ecuatoriano y de la Federación Deportiva Nacional del Ecuador. En 1966 fue electo primer presidente de la Federación Ecuatoriana de Tenis de Mesa y primer presidente de la Comisión Sudamericana Juvenil. Ese mismo año viajó a Yugoeslavia como presidente de la delegación al Campeonato Mundial de Mayores. En 1967 fue delegado por Sudamérica a la Comisión Mundial Juvenil de la Federación Internacional de Tenis de Mesa.

Es una lista muy larga la que puede hacerse de la carrera como jugador, árbitro, dirigente y entrenador de Alfredo García Yánez, y es una ardua tarea la de tratar de condensar los títulos, condecoraciones y reconocimientos logrados en más de siete décadas. Hace muchos años –1977– nos anunció a sus amigos que se iba a la República Popular China a realizar una maestría como entrenador de su deporte. Dimos crédito al hecho de su beca, pero dudábamos de que pudiera resistir el rígido y extraño sistema de vida en Pekín. Alfredo soportó todos los rigores, estudió y regresó como máster en la enseñanza del microtenis. Lo aprendido le sirvió para seguir preparando a alumnos ecuatorianos y, sin egoísmo, transmitir lo aprendido a todos los monitores y entrenadores que existen hoy en el país.

Sus conocimientos técnicos y su experiencia organizativa lo han transformado en uno de los más valiosos personajes del deporte, pero mi columna quiere resaltar también los méritos que tiene su condición humana superior. Ha entregado toda su vida al deporte sin esperar recompensas materiales. Hace unos años estuve en su casa, en el sur de la ciudad, para conocer lo que era su obsesión en ese momento: un libro que contuviera la historia del tenis de mesa en el Ecuador. Nos provocó asombro la amplitud del trabajo histórico y estadístico que había emprendido Alfredo con la colaboración de su esposa, Elena, su asesora editorial, su experta en informática y codiseñadora del libro. La obra tiene 762 páginas y es la más completa que se haya escrito en el país sobre un deporte. Esta titánica y monumental tarea se hizo con recursos de la familia García Torres.

El Municipio de Guayaquil debe premiar la vida ejemplar de Alfredo García Yánez a la hora en que se despide del deporte activo. Traslado la idea a nuestro alcalde, Jaime Nebot, para que en ceremonia pública el Cabildo agradezca la inmensa obra de Alfredo, símbolo del deporte bien entendido. (O)

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La Historia del tenis de mesa ecuatoriano tiene 762 páginas y es la más completa que se haya escrito en el país sobre un deporte. La titánica tarea se hizo con recursos de la familia García Torres.