Robert K. Adair, devoto fan de los Boston Red Sox, ocupa la plaza de Sterling Professor y no hay posición más elevada en el ranking académico de física en la universidad de Yale.

Su mayor preocupación como científico no era saber porque el cielo es azul o la razón por la que brillan las estrellas. Lo que de verdad le inquietaba era comprender cómo pudo Babe Ruth batear tantos home runs. Para ello se puso manos a la obra y en mayo 1995 publicó un artículo titulado “La Física del Béisbol” en la revista Physics Today.

La composición de la bola no es homogénea, sino una mezcla de distintos tejidos mezclados según una arcana fórmula rozando la alquimia, que el bate no es rígido y posee cierta flexibilidad, las fuerzas aerodinámicas, los principios de la mecánica cuántica y una cantidad de parámetros difícilmente medibles de manera precisa, el estudio implica que debe realizarse mediante aproximaciones y estimaciones, algo que ya estableció Enrico Fermi que consideraba éstas para poder dar una explicación útil.

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Cuando un pitcher diestro lanza una bola curva, que puede llegar a girar sobre si misma 1800 veces por minuto, la superficie de la bola que mira a la tercera base se mueve a mayor velocidad, 80 millas por hora frente a las 60 millas de la parte de la bola que lo hace mirando a la primera base.

El bateo, obviamente, mereció la atención del físico de Yale. Más de cien años de observación, de ensayo y error, han servido para llegar a la conclusión de que uno de los swings más eficientes era el de Ted Williams.

También calculó que una bola rápida tarda en llegar unos 0.4 segundos desde el montículo al plato, que el bateador necesita 0.2 segundos desde que inicia el movimiento hasta que el bate cruza el plate y que este movimiento se inicia cuando la bola ha recorrido ya la mitad de la distancia que separa al pitcher del cátcher. Por todo esto, el béisbol es uno de los deportes más difíciles que existen. (D)

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