Hablar hoy del basquetbol guayaquileño es hablar de un deporte casi difunto. Casi, porque entidades como la Fundaciones Honorato Haro y Víctor Zevallos trabajan sin apoyo oficial para que no se sepulte al que fue uno de los deportes predilectos de los porteños. Un día nuestro baloncesto alcanzó renombre internacional gracias a las destrezas de Juvenal Sáenz, Víctor Caballito Zevallos, Pablo Sandiford, Miguel Cuchivive Castillo, Alfredo Arroyave, Fortunato Muñoz, Justo Cuto Morán, Alfonso Quiñónez, Raúl Nene Guerrero, Martín y Pepe Díaz Granados, Víctor Andrade, Herminio García, Pío Sandiford, Samuel Cisneros, Gonzalo Aparicio cuya sabiduría era tanta que lo apodaron El doctor del basquetbol, y muchas otras figuras que se pasearon por las canchas de América y se ganaron el derecho de jugar en 1950 un campeonato mundial.