Para formar jugadores no solo basta el conocimiento técnico-táctico o de preparación física. El manejo de los aspectos humanos y emocionales son también claves; precisamente el dominio de estos campos le ha permitido al guayaquileño Javier Rodríguez, de 51 años, convertirse en el único técnico del país en clasificar a dos mundiales (México 2011 y Chile 2015), en la categoría sub-17. El último lo logró en el Sudamericano de Paraguay 2015, en el que Ecuador fue tercero a un punto del campeón Brasil; Argentina hizo igual puntaje que la Tri (8), pero tuvo mejor gol diferencia.

¿Qué conclusiones saca de este Sudamericano?
Muchas cosas. Fuimos sin experiencia, jugamos con equipos que tienen más de 45 partidos internacionales y eso (déficit) no se vio mucho.

Hay una buena generación de jugadores aquí, pero hay que seguir trabajando con ellos, porque no están consolidados, están aún en formación.

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Este equipo demostró que podía pelear por el título.
Matemáticamente sí se podía. Pero soy práctico... Si le ganábamos a Argentina, al final Brasil entraba con todo y era campeón. A mí me gusta la matemática y a los chicos les dije que en los sub-17 Ecuador había alcanzado máximo el tercer lugar, pero podíamos lograr la plata o primer lugar, y que nuestro punto de partida era desde arriba, no de abajo; los chicos entendieron bien... pero hicieron un esfuerzo sobrehumano, dieron todo, no pudieron más. Fueron nueve partidos con un alto desgaste.

¿Ante Paraguay (2-2) cuál era el presupuesto inicial?
Dios sabe por qué hace las cosas... Si hacíamos 6 puntos contra Paraguay, tal vez se nos crecía el ego y quedábamos con ese puntaje como Uruguay. Al final de ese juego me dije: Hay que levantar al grupo. De allí les dije que había que ser agradecidos, que si creían que ese momento era el más triste, pues no lo era, era el más glorioso, porque era el que nos iba a permitir coger experiencia y levantarnos, y que ese punto era el que nos iba a clasificar... y así fue.

¿Cree que algún jugador de esta sub-17 llegue al Mundial de mayores de Rusia 2018?
En el 2018 ellos van a tener 19 años, pero por nuestra cultura no creo que lleguen...

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Empresarios ya están atrás de ciertos seleccionados sub-17, ¿qué recomienda?
En pleno torneo de Paraguay, (Joel) Casquete no funcionaba y me enteré que él (Fabiano) Tello y (Bryan) Corozo fueron tentados por un empresario allá. Suele pasar que estos le dicen al chico que se muestre solo y no le dé a otro, pero ya tenemos experiencia en esto y hay que hablar con los chicos para estabilizarlos. Este es un trabajo que hay que seguir, porque los problemas continúan en ese aspecto, sobre todo con Casquete; hay que hablar con sus padres. Por experiencia advierto, ese muchacho se puede quedar... Pero también pasa porque los padres si les dan, por decir, $ 70 mil se dejan llevar.

¿Qué proceso siguió esta selección sub-17?
Estamos con este grupo desde hace 18 meses, pero antes ellos venían sumando partidos en sus clubes en los torneos nacionales, y desde los interbarriales, en los que comenzamos a conocerlos, por eso en los diálogos con ellos me gusta revisar su historia y cuando les hablo les brillan los ojos. Eso es lo importante: Ver por dentro al chico. Me doy cuenta que tienen un buen recuerdo de su infancia y de los torneos de masificación.

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¿Qué tanto influyó en su labor conocerlos desde formativas?
Esa es la parte más importante de la formación. El chico es un ser humano no una máquina y sus marcadores somáticos, como sentimientos y emociones, son decisivos. Si juegan el sábado, de lunes a viernes están en su estado emocional normal, pero el viernes en la noche su estado cambia, aquí el profesor debe buscar la tranquilidad y concentración. He tenido casos así en selecciones. Por ejemplo, antes de jugar el Mundial sub-17 en el 2011, contra Brasil perdimos 3-1, nadie apostaba ni un real por estos chicos –entre ellos estaban Júnior Sornoza, Carlos Gruezo, Johnny Uchuari, Christian Ramírez...– y me dije: La charla que hay que dar no es técnico-táctica, sino de motivación; y contratamos unos humoristas (el Cabo Mosquito y el Indio Manuel), el cuerpo técnico puso de su plata, nos cobraron $ 150 y fue la mejor ‘charla técnica’; allí no existía el profesor Rodríguez. Al día siguiente salieron a reventar (3-2) a Argentina y clasificaron.

¿Y cómo hizo en el torneo de Paraguay de este año?
Dentro de mí había un ángel y un demonio. El ángel decía: Los chicos están para más; y el demonio: ...pero si pierdes con Colombia te quedas. Veníamos del empate con Paraguay, yo sabía que con Argentina no íbamos a clasificar si no conseguíamos el resultado con Colombia. Entonces hablé con el líder transmisor, el capitán (Joel) Quintero. Le hablé fuerte, porque ante Paraguay él jugó lesionado y tuvo un error; luego él movió al grupo, hizo reuniones y fue tan importante, que en el triunfo (2-1) ante Colombia Quintero les increpaba a sus compañeros. No existió el DT Rodríguez, la clasificación fue de ellos.

Hay jugadores que ya han actuado en primera división, ¿cómo aportó eso?
Solo dos han jugado en primera: Pervis Estupiñán y Anderson Naula, y ellos casi no hablan. Fue la actitud de otros como Tello, cuyo compromiso me impresionó. Tello estuvo en una selección sub-20 y hubo quejas de él, pero le hablé y fue uno de los mejores dentro y fuera del campo. Uno es consciente de que tiene que hablar de aspectos emocionales, apoyarlos, verlos en todo momento, si comen y duermen bien, si interactúan...

¿Cómo comienza en el fútbol?
Jugué algo de fútbol, estuve en Milagro, donde tuve un hijo (Bryan Rodríguez, futbolista). Pero me retiré a los 21 años y me dediqué a terminar mi bachillerato y seguir en la universidad. Allí estudié arquitectura un año y medio, pero después un hermano me llevó a la facultad de cultura física (donde se graduó)

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¿Y sus inicios como DT?
En la universidad, Rémulo Sotomayor fue mi profesor y él me sacó en el fútbol. En 1995 me llevó a Barcelona, pero no trabajaba de manera oficial. Al año siguiente me llevó a Emelec y entramos el mismo día con Humberto Pizarro, DT de River, allí trabajé 12 años en menores. Gracias a eso yo veía todos los días a mi hijo (Bryan), que vivía en Milagro y que desde los 7 años estaba en Emelec.

¿En qué equipo se inició?
Salí de las menores de Emelec. Me subieron en 1981 al primer equipo, cuando estaba en la B. El DT era Juan Eduardo Hohberg, pero en mi puesto jugaban Miguel Cedeño y Alberto Oyola, por eso me prestaron al Quevedo. Después fui a un equipo de Milagro y jugué allí tres temporadas.

¿En qué posición jugaba?
De lateral izquierdo, por eso entre mis alumnos perdono a todos, menos a los laterales zurdos. Les doy duro. (D)

Con Reinaldo Rueda (extécnico de la Tri) tenía buena comunicación, con Gustavo Quinteros (actual), si sigo en la Ecuafútbol, nos comunicaremos.