Con un teclado y dos pantallas como herramientas, veinteañeros trabajan en un edificio de dos pisos en este suburbio de Allentown. Estos scouts de video toman apunte de cada uno de los 700.000 lanzamientos y 130.000 bolas que se batean cada año en las Grandes Ligas, noche tras noche.

En este inmueble de ladrillos, los infielders se desplazan del lado izquierdo al derecho en los diamantes de béisbol. Se bambolean para colocarse en posiciones que fueron especificadas para un bateador en particular. Todo este reacomodo defensivo busca desquiciar a los bateadores. Y está rindiendo dividendos. El porcentaje de bateo en las mayores se encuentra en su punto más bajo desde la temporada 1972.

Los peloteros ya no reciben instrucciones para que sigan el ejemplo de Ty Cobb, Babe Ruth o Christy Mathewson.

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Baseball Info Solutions, una firma de tecnología fundada en el 2002, suministró datos a 21 de los 30 clubes de las Grandes Ligas en el 2014, cada uno de los cuales busca sacar una ventaja. Las innovaciones digitales son elogiadas con la misma vehemencia con que un agente promueve el talento de su representado.

Nada es radical o se pasa del ridículo si es por una recomendación de los microcircuitos. Las propuestas no siempre funcionan, pero las posibilidades de éxito precipitaron que se adoptasen.

En abril pasado, los Cardenales de San Luis colocaron en el costado a sus cuatro infielders frente a Lucas Duda, de los Mets de Nueva York, cuando quedó con dos strikes en la cuenta. Bateó un rodado al segunda base Mark Ellis, perfectamente posicionado en el bosque derecho, quien tiró a la inicial para un out fácil. Duda calcula que las formaciones especiales de los equipos rivales le costaron 20 puntos porcentuales en su promedio.

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Las formaciones podrían haber incidido en el resultado de la Serie Mundial. Datos de BIS persuadieron a San Francisco para colocar a Juan Pérez cerca de la raya y en lo corto del bosque izquierdo en el séptimo episodio ante Nori Aoki, de Kansas City, un bateador zurdo de líneas. Cuando la pelota salió despedida tras el contacto con el bate, todo indicaba que caería en el rincón para un doble que hubiese remolcado la carrera del empate en el quinto inning. Fue un out. Madison Bumgarner entró en ritmo, y los Gigantes mantuvieron su ventaja 3-2 para ganar su tercer campeonato en cinco campañas. En el 2011, cuando el béisbol no había sido revolucionado por los datos, los equipos emplearon defensas especiales en 2.357 oportunidades, según BIS. Las formaciones se duplicaron a 4.577 al año siguiente, se dispararon a 8.180 en el 2013 y alcanzaron las 13.296 la pasada temporada. (D)