Llegar al Aucas, equipo que tras ocho años de intentarlo recién volvió en esta temporada a la serie A del fútbol ecuatoriano y que por ahora ocupa el último puesto en la tabla, sin conocer la victoria en seis fechas, no es tomado por el mundialista uruguayo Sebastián Abreu como un “retroceso”.

La oriental, que se la puso ayer al llegar a Quito, será la vigésima camiseta que vista el Loco Abreu en su carrera deportiva, que se inició en 1994 y que –con casi 39 años de edad– está en el ocaso, aunque él asegura que todavía puede aportar mucho para sacar al Aucas del mal momento por el que pasa.

Un verdadero trotamundos, Abreu, hincha confeso del Nacional de su país, de buen remate de cabeza y con una particular forma de cobrar penales, picando el balón, ha sido goleador de ese club y de varios equipos en México, como los Tecos, Cruz Azul y Dorados de Sinaloa, así como en el fútbol argentino con San Lorenzo y en el brasileño, con Botafogo.

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Al Aucas llega con contrato de apenas tres meses, hasta el 1 de junio, aunque no descarta seguir hasta fin de año en el sur de la capital ecuatoriana. “Solo Dios sabrá”, dijo ayer.

Esta no sería la primera vez que Abreu se quede poco tiempo en un club. De hecho, su inestabilidad ha sido un factor importante para no durar en ciertos lugares, como le ocurrió a mediados del 2008 cuando, restándole un año de contrato con River Plate, aceptó ir al Beitar de Israel, donde no aguantó más de tres meses y en septiembre de ese mismo año regresó.

Tampoco duró mucho al volver a River. En enero del 2009, cuando contaban con él, se mudó a la Real Sociedad de España, por el que tuvo un breve paso antes de emigrar al Aris Salónica de Grecia, donde permaneció menos de medio año antes de recalar en el Botafogo, donde se transformó en ídolo por sus 63 goles convertidos en dos temporadas, que aportaron para la obtención de tres títulos regionales de Río de Janeiro.

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Sus altibajos se reflejan en sus dos últimos equipos. Tuvo una temporada para el olvido en el 2012 con el modesto Figueirense brasileño, en el que solo jugó seis partidos y marcó un gol, pero se hizo querer en los dos años siguientes por los aficionados de Rosario Central, anotando 44 goles y llevando al equipo a la final de la Copa Argentina 2014, aunque no la pudo ganar frente a Huracán. (D)