Sentado en el banco de suplentes del estadio Mineirao, el entrenador Luiz Felipe Scolari miraba, perplejo, el desarrollo de la tragedia.

Impotente, Felipao veía cómo Alemania anotaba un gol tras otro y sepultaba, el 8 de julio pasado, el sueño del hexacampeonato de Brasil con un humillante 1-7 que quedará en los libros de historia del fútbol.

Cada gol que recibía Julio César en aquella semifinal era un golpe al prestigio del entrenador hasta entonces más respetado en Brasil, quien 12 años antes se había convertido en un héroe al ganar el quinto título mundial con un equipo desacreditado.

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Goles de la final del Mundial Brasil 2014 (Tomado de YouTube)

Scolari, a sus 66 años, confiaba en repetir en Brasil 2014 la receta victoriosa de Corea del Sur y Japón 2012: convocó a los futbolistas en los que más confiaba, creó en el grupo un ambiente “familiar” y apostó a la motivación –más que a los entrenamientos– como fórmula para superar deficiencias técnicas y tácticas.

Pero esta vez no funcionó. El Brasil del reciente Mundial avanzó a semifinales con victorias sufridas sobre adversarios en teoría más débiles, que de a poco fueron desgastando la confianza del equipo.

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La fragilidad de la auriverde quedó en evidencia cuando varios jugadores estallaron en llanto antes de la tanda de penales que selló el triunfo sobre Chile en octavos de final.

Pese a todo, Felipao seguía confiado en el éxito, a tal punto que, al definir el once titular para el duelo con Alemania, optó por ignorar los consejos de sus espías –el exzaguero Roque Junior y el técnico Alexandre Gallo–, que le habían recomendado armar un sistema defensivo fuerte, con tres defensas, para el choque de semifinales.

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La pesadilla comenzó a partir del minuto 11, cuando Thomas Müller hizo el primer gol germano al rematar de cabeza un tiro de esquina sin enfrentar ningún tipo de resistencia por parte de la defensa rival.

Fue la señal de inicio de un partido trágico para los brasileños, en el que Alemania pareció jugar sola y pudo haber logrado una goleada aún más amplia.

“Fue la peor derrota de mi vida”, confesó después Scolari, quien, sin embargo, no reconoció fallas en la preparación y atribuyó la debacle a un “apagón colectivo” de su equipo. Un hecho que se mantuvo en la contienda por el tercer puesto, en la que los anfitriones cayeron por 3-0 ante Holanda.

Tras el “Mineirazo”, deportistas y expertos comenzaron a exigir al unísono cambios profundos en la dirigencia y en la estructura del fútbol de Brasil. Pero no hay señales fuertes de cambio en el horizonte. Dos semanas después de ofrecerle a Scolari la salida elegante de la renuncia, la Confederación Brasileña de Fútbol anunció el regreso al comando de la selección del exjugador Carlos Dunga, que había dirigido el equipo en Sudáfrica 2010.

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El 7-1 no modificó drásticamente la vida de Scolari ni tampoco significó el fin de su carrera. En agosto anterior, Felipao volvió a la actividad como entrenador del Gremio, que terminó séptimo el último campeonato brasileño.

Según el veterano exadiestrador Carlos Alberto Parreira “el país lo superó” el Mineirazo. (D)

1938 Copa de Francia
En el tercer Mundial, Brasil recibió la que era la mayor cantidad de goles en la historia del certamen. Polonia le hizo cinco, pero la auriverde no perdió porque se impuso 6-5.

3-0 Caída más abultada
El 1-7 fue la peor paliza de Brasil en la historia de los mundiales. Su caída más amplia era el 3-0 que le hizo Francia en la final de 1998. Nunca había recibido cinco goles en un solo tiempo.

Voy a ser recordado por el 7-1, pero es un riesgo que corría cuando asumí la selección. Hay que asimilarlo. Qué le vamos a hacer.Luiz Felipe Scolari DT brasileño