Han pasado un poco más de 20 años de cuando Simón, Clímaco Cañarte y Fausto Montalván me invitaron a conocer el terreno donde pensaban levantar un complejo deportivo para la Fundación Ídolos del Astillero. Era un sueño de viejos exfutbolistas que querían tener un sitio propio donde poner su experiencia y conocimientos en favor de los niños y jóvenes.

Mi sorpresa fue mayúscula. Se trataba de un erial, un sitio lleno de piedras y pedazos de rocas; repleto de malezas donde pastaban burros y alguna que otra especie vacuna. “¿Y aquí piensan construir un campo deportivo? ¿Y con qué dinero van a costear el proyecto que cuesta una millonada?”, fueron mis preguntas. Los tres excracks de nuestro fútbol rebosaban optimismo. “Conseguiremos ayudas”, dijeron, pero yo seguía con mis dudas.

El Municipio de Durán, encabezado en aquel entonces por el alcalde Luis Santos Martínez, aprobó la suscripción de un comodato para que la fundación ocupe un terreno de casi 16.000 metros cuadrados para la construcción del complejo. Pidiendo la donación de bloques, hierro y cemento, con el préstamo de la maquinaria y la dirección técnica del ingeniero civil Clímaco Cañarte, se terminó el cerramiento. Fue una tarea gigantesca y muy sufrida.

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Después se levantó una cancha de fútbol reglamentaria, de césped natural con drenaje y riego, y otra anexa que estaba en vías de dotársela de césped. Con ayuda externa y donaciones se construyó una cancha de básquet con graderías, una sede social y los camerinos para los jugadores. Se colocaron postes de luz cuyos reflectores iban a ser puestos cuando empezó a circular el rumor de que el Municipio de Durán quería apropiarse de toda la obra no renovando el comodato.

La obra material, según Clímaco, alcanza una inversión superior a los $ 200.000, pero, por otro lado, hay una inversión deportiva y moral que no es posible cuantificar. Allí se formaron como deportistas y como ciudadanos un millar de chicos.

Todos los días estuvieron junto a ellos verdaderos maestros que les enseñaron a mover el balón, pero, más que todo, las reglas del juego limpio y la deportividad. Fui testigo de todo ello. El maestro José Pelusa Vargas fue uno de los primeros instructores. Me deleité viendo a Clímaco y a Simón Cañarte, luego de un largo día de trabajo, gastar sus últimas energías en las tardes, enseñando lo que sabían a centenares de adolescentes.

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Juanito Madruñero parecía un alumno, por su rostro juvenil, mientras mostraba a sus pupilos cómo parar un balón con el pecho, rodillas y pies. En otro lado de la cancha Pablo Ansaldo entrenaba a los proyectos de arqueros. Colaboraron largo tiempo otros cracks como Washington Chanfle Muñoz, Carlos Pibe Sánchez, Jorge Mocho Rodríguez, Luciano Macías, Vicente Lecaro y muchos más. ¿El resultado? Más de una veintena de títulos en los torneos federativos y muchos chiquillos que hicieron realidad su sueño de jugar en la primera división.

El Complejo de Ídolos del Astillero en Primavera 2, en Durán, se fortaleció por la tarea de padres y madres de los jugadores. Apoyaban en todo: en el cuidado de la cancha y de los jardines anexos, manejo de las tarjetas de juego, recogida de los futbolistas para llevarlos a los estadios en los días de partido, provisión de refrescos, etcétera. Era una sociedad democrática idealizada en el deporte.

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Pero un día todo llegó a su fin. Lo que era solo una sospecha se transformó en realidad. Aparentemente el diablo metió su cola en forma de codicia política. El Municipio de Durán puso sus ojos en el complejo deportivo, levantado a pulso por antiguos futbolistas de Barcelona. Ídolos de Astillero pidió la renovación del comodato y el Municipio dijo no, basado en un informe técnico no ajustado a la verdad. Para el Municipio de Durán en lo que era un basurero no se ha hecho nada. Todo sigue igual. Alegan minucias no solo para apropiarse del complejo, sino para no pagar ninguna indemnización. Exigen la entrega inmediata sin cubrir un centavo por la obra hecha.

El oficio Nº. A-AGP-1091-2014, suscrito por el abogado John Khayat Jairala, secretario general del Gobierno Autónomo Descentralizado de Durán, se remite a un informe del Procurador Síndico municipal en el que se recomienda “el desalojo inmediato” del predio. En otra parte el oficio aclara que la entrega-recepción del bien “no está sujeto a ninguna indemnización por el incumplimiento del objeto del contrato establecido en la cláusula tercera”.

El complejo está en magnífico estado. En su construcción el Municipio de Durán no ha puesto un céntimo, pero ha resuelto apropiarse, sin pagar las indemnizaciones de las que habla el contrato de comodato, de todo lo que se ha levantado en 20 años con “sangre, sudor y lágrimas”.

Allí donde estuvo una vez, en 1993, el presidente de la FIFA, Joao Havelange, quien felicitó a la Fundación Ídolos del Astillero por su ímprobo esfuerzo al edificar una bella instalación deportiva, no existe nada, según el Municipio de Durán. Las deudas de agua y de luz (unos pocos cientos de dólares) es uno de los argumentos para llevarse el complejo a manos de los políticos. Pero, ¿cuándo visitaron esos políticos la cancha para ofrecer su ayuda? Todo salió del bolsillo de exfutbolistas y de algunas autoridades que sí se hicieron presentes.

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Como están las cosas tal vez la Fundación debería acudir a la justicia para reclamar la indemnización, pero ya se sabe que la confianza en los órganos judiciales es poca. En todo caso, lo que soñaron un día los viejos ídolos del balompié se ha esfumado. Será difícil recuperar lo invertido porque de por medio hay poderosos intereses políticos contra los cuales es imposible luchar. (O)

El Municipio de Durán alega minucias para apropiarse del complejo sin pagar indemnización. Los exfutbolistas lo construyeron con donaciones.