Michel Platini acaba de despejar el camino para la re-reelección de Joseph Blatter en la FIFA: no se postulará a la presidencia en el Congreso del año próximo. Quienes compartieron con él en el Comité Ejecutivo en Zúrich comentan que Michel siempre ha sido poco sensible a los planteos y necesidades de Sudamérica, pero es lógico, cada quien defiende sus intereses. En todo caso, el europeísmo que le adjudican es un elogio, por el cargo que ocupa. Y de algo puede ufanarse: en sus casi 8 años de presidencia la UEFA luce una envidiable fortaleza, sus selecciones llevan ganados tres títulos mundiales en serie, sus torneos son una maravilla que han captado el interés universal. Sus clubes lucen cada vez más prósperos. La actividad, en general, sigue creciendo en Europa, mejorando, pese a la crisis económica reciente. De la que ya están saliendo...

Tal vez hubiese sido bueno para el fútbol mundial que un exfutbolista, por fin, llegara al trono dirigencial de este deporte. Y que la conducción y las medidas que tan bien sentaron en Europa las hiciera extensivas a todas las regiones. La mala noticia es que Platini, ya liberado de ataduras políticas y sin tener que congraciarse con nadie, anunció que la UEFA pedirá más cupos para Rusia 2018. “Hoy tenemos 13 plazas, en 1998 teníamos 15, queremos recuperarlas”, dijo. Y lo justificó: “Somos los campeones del mundo”. Por ello, Michel había sugerido meses atrás que si algún continente pretendía más lugares mundialistas, la Copa fuera llevada a 36 o a 40 equipos, idea que escandalizó a mucha gente, pero que no es tan descabellada.

Si algún día los sudamericanos queremos una porción de torta más grande, deberemos considerarla en serio. Porque todos sueñan ir al Mundial. De seis confederaciones futbolísticas, Conmebol es la más pequeña políticamente: 10 países, 10 votos. Ya vimos la masacre que fue la sanción a Luis Suárez. No esperemos que nos regalen plazas.

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Sudamérica tiene apenas tres miembros sobre 24 en el Comité Ejecutivo de la FIFA, que decide esta cuestión del reparto entre otras importantes. Y, ahora, con menos peso, pues los tres miembros son nuevos: Eugenio Figueredo (Uruguay), Marco Polo Del Nero (Brasil) y Luis Bedoya (Colombia). Recién comenzarán a pulsar el tablero político, a caminar los pasillos de FIFA House. Europa tiene 8 representantes, África 5, Asia 4, Concacaf 3 y Oceanía 1. Es decir, Sudamérica apenas supera a Oceanía e iguala a a América Central y del Norte.

Más allá de las circunstancias globales, lo que se advierte es una Europa rutilante y una Sudamérica demacrada. Sobre todo a nivel de clubes, que es lo más importante porque se trata de los cotidiano (el Mundial es cada cuatro años, y dura un mes). La Champions y las ligas grandes de Europa (España, Inglaterra, Italia, Alemania, Francia), captan el interés global por sobre el local. Es comprensible: están bien organizadas, hay fortísimos equipos, juegan los mejores futbolistas, los estadios son hermosos. En contraposición, vemos que Sudamérica se ha quedado: los torneos están cada día más flacos de figuras y entre ver un partido de acá o una buena propuesta de allá, el televidente elige lo europeo.

La Libertadores es buen ejemplo; hay pocos equipos poderosos. La modestia de los cuatro que llegaron a la última definición es muy demostrativa: Nacional de Paraguay, Defensor Sporting, Bolívar y San Lorenzo; este último más ilustre, pero también es más brillante su historia que su presente. Antes, reinaba la incógnita sobre quién se impondría en la Copa Intercontinental a fin de año, si el campeón de Europa o el de Sudamérica. ¡Ahora es tan distinto...! Los hinchas de San Lorenzo viven como una fantasía el mero hecho de poder cotejar oficialmente ante el Real Madrid, pero a la vez tienen terror de un papelón como el del Santos (cayó 8 a 0 con el FC Barcelona) o el de Millonarios ante los merengues, también 8-0.

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Pensar que antiguamente en España escuchaban San Lorenzo y temblaban. En la célebre gira de 1946, con Pontoni y Martino en el ataque, el Ciclón le ganó 7-5 a España. “Ha sido una falsa actuación, queremos revancha”, clamaron allá. Y la hubo: quince días después, en Madrid, San Lorenzo la vapuleó: 6 a 1. Causó sensación y quisieron verlo en Portugal. Allá fue... Arrancó ganándole al Porto 9-4. Dos días más tarde, en Lisboa, le hizo diez a la selección luda: ¡10-4...! Estos ya no pidieron desquite... Pero todo aquello está tan lejos... ¡Y se ha revertido tanto...! Sudamérica asiste impávida a la fuga de talentos y a la pauperización de su fútbol de clubes. Hay que pensar fórmulas que permitan retener a los jugadores y revitalizar los torneos. Mientras los clubes europeos ganan fortunas con nuestra materia prima, los nuestros se debaten en estrecheces rayanas en la indigencia.

El nuevo presidente de la Conmebol, Juan Ángel Napout (Paraguay) declaró que buscará una mayor integración con Concacaf, y anticipó que es posible que se sumen equipos estadounidenses a la Libertadores. Una idea interesante. Se trata de un mercado fabuloso, que además está cada día más entusiasmado con el fútbol (hubo teleaudiencias récord en el Mundial). Incluso sería fantástico agregar equipos de Costa Rica. Conformar una copa más panamericana le daría un nuevo impulso y una fuerza deportiva y económica notable.

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Tal vez sería un incentivo para que muchos futbolistas permanezcan en América. Sería un comienzo auspicioso, pero un punto es seguro: algo hay que hacer.

Una anécdota pinta cómo estamos... Lo comentó el presidente de San Lorenzo en una entrevista días atrás: “Estamos pensando en una ingeniería financiera que nos permita juntar los $ 70 millones que costará levantar otra vez el estadio en Boedo y nuestro posible rival en diciembre acaba de comprar a James Rodríguez, un solo jugador, en $ 113 millones. Así es difícil competir...”