Ecuador es el único equipo del Grupo E que miró hacia el estado de Rio Grande do Sul para escoger su campo de concentración en el Mundial. Aunque eligió entrenar en un lujoso complejo en la localidad de Viamão, la capital estatal Porto Alegre es su zona de influencia por su cercanía (está a 30 minutos), su capacidad hotelera para hinchas y periodistas y por su aeropuerto internacional.

Allí aterrizará hoy el combinado Tricolor, pero a falta de cuatro días para que en esa ciudad se dispute el primer partido (Francia-Honduras), aún se trabaja a contra reloj para terminar las obras.

Carriles de bicicleta sin terminar, aparcamientos sin asfaltar, zonas de aficionados con su esqueleto incompleto, aceras sin empedrar o muros sin construir, son algunas de las imágenes en Porto Alegre.

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Su estadio, el Beíra Río, está casi listo. Fue remodelado a un costó de $ 159 millones, pero no es oro todo lo que reluce alrededor del recinto del Internacional de Porto Alegre.

El aparcamiento presenta barro y tierra donde tendría que haber asfalto. Los accesos presentan algunas carencias. Un carril para bicicletas que debería adornar todo el paseo junto al río Guaíba está incompleto.

Tampoco está terminada la zona en la que los aficionados podrán reunirse antes y después de los partidos. Decenas de obreros se enredan entre postes metálicos para unir como un puzzle las estructuras.

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Y las aceras presentan un estado inquietante. Socavones, baches, barro y losetas a medio colocar están a la vista.

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