Durante 42 años que duró mi carrera como profesor de Educación Física de algunos planteles de Guayaquil me martillaba en la conciencia el saber que miles de niños y jóvenes que se educaban en muchas escuelas fiscales no recibían estas clases. En algunos casos por “buena voluntad” los maestros de cada grado, y cuando la carga de enseñanza se lo permitía, sacaban a los patios a sus alumnos a jugar con una pelota como una alternativa, pero esto a la postre trajo otras complicaciones.

En la columna ‘La Esquina Caliente’, del 2 de junio del 2011, titulada ‘Para entrar otra vez en la historia’, señalaba que con la llegada de José Francisco Cevallos al Ministerio del Deporte, abría alguna posibilidad de que este defecto se corrigiera.

En uno de los párrafos de ese comentario señalé: “La falta de actividad física, manejada y dirigida por profesionales de esta especialización, es un perjuicio irreversible, a tal punto que se puede señalar que niños y jóvenes de estas unidades educativas son una generación perdida. Sufren daños irreparables, como el sedentarismo, que coloca al organismo en una situación vulnerable respecto a enfermedades cardiacas y problemas sociales. Está comprobado científicamente que niños y jóvenes que no realizan actividad física y deporte tienen dificultades de coordinación y motricidad lo que les causa problemas en sus estudios, especialmente en matemática y lógica”.

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El Ministerio de Educación ha dispuesto que para el presente año lectivo niños y jóvenes deben recibir cinco horas semanales de educación física, con lo que se busca reducir el sedentarismo, combatir la obesidad y otras enfermedades, lo que me parece estupendo.

El nuevo sistema educativo mundial tiene innovadores fines y distintos paradigmas de los que Ecuador no se puede quedar al margen. Hay nuevos planes y programas de enseñanza.

Entiendo que debieron haber realizado un diagnóstico, se establecieron realidades y desarrollaron nuevos planes y programas con evaluaciones permanentes. Esto, para que se les facilite a los niños y jóvenes la oportunidad de que adquieran hábitos de movimientos diarios, mantener y ejercer sus capacidades físicas, deportivas y recreativas que les permitan tener un mejor desempeño social y mejor calidad de vida.

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Los juegos y los deportes deben en esta etapa inicial constituir una gran oportunidad educativa y no competitiva, y, más bien, consolidarse como un hábito permanente que colabore en su desarrollo completo. Los alumnos que tengan condiciones naturales para los deportes deben ser derivados a la iniciación deportiva para que desarrollen su talento, que luego les permitirá integrar los equipos parroquiales, cantonales, provinciales hasta llegar a las selecciones nacionales.

Falta ahora promover la contratación de profesionales de la Educación Física graduados en las universidades del país y del exterior, dotarles de infraestructura, implementos, y que los directores y rectores entiendan bien sus funciones y no se desnaturalice la disposición ministerial.

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Los alumnos que tengan condiciones naturales para los deportes deben ser derivados a la iniciación deportiva para que desarrollen su talento.