Por Andrés Gómez (@AndresGomezGogo)

Definitivamente es mucho más fácil hablar de un torneo cuando ha finalizado. Podemos emitir una opinión acerca de lo sucedido en lugar de arriesgar sobre favoritos y posibles ganadores, lo que puede herir susceptibilidades si se trata de fanáticos de Roger Federer, Rafael Nadal o Novak Djokovic, los Super 3. Esto por el solo hecho de pensar que uno de ellos puede salir campeón de un certamen y se puede asumir que sigo a uno más que a otro; por eso mi comentario. Me gusta ir siempre más allá. No siempre acierto en un pronóstico, pero estoy cerca.

Del Abierto de Australia dije que quien derrotara a Djokovic ganaría el título, pero nadie pensó que sería Stanislas Wawrinka, quien venía tocando la puerta con fuerza para meterse a la élite. Lo logró con un impecable desempeño en el primer Grand Slam del 2014, donde derrotó al primero y segundo de la ATP para hacerse de su primer major. Fue casi que un pronóstico fácil.

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¿Pero qué significó para el mundo del tenis la victoria del llamado Stan the Man? Abrió los ojos respecto del multitalentoso grupo de tenistas que vienen atrás, como escondido, a la sombra de jugadores a los que ya se les perdió esa especie de respeto casi divino. Ante ellos, por su poder y presencia, muchos rivales entraban casi derrotados ante tanta grandeza. A los ganadores ya se sumó el escocés Andy Murray, campeón del US Open (2012) y de Wimbledon (2013).

Y es que no es para menos: 34 de 35 Grand Slam habían sido para Federer, Nadal, Djokovic y Murray. Los jugadores se la creen más y entran a poner presión desde un principio. En el camerino se debe sentir también ese cambio e indirectamente se apoyarán unos a otros para romper ese muro casi infranqueable que representan los cuatro tenistas mencionados. Cada derrota de alguno de ellos abre esperanzas, es el momento de los que vienen atrás de salir para derrotarlos. Esa aura de imbatibilidad pierde un poco su brillo ya sea por el paso de los años, la fatiga o las lesiones que merman poco a poco a los campeones.

Pero no piensen que van a entregar fácilmente sus posiciones. Los cuatro siguen siendo los favoritos a ganar títulos, pero encontrarán este camino un poco más sinuoso y complicado.

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Si hubiera escrito este artículo antes, me habría estrellado porque pese a que hubo la final deseada y se jugó tenis de gran nivel, lejos estaba de pensar que solo habría un jugador de los seis primeros ATP en cuartos de final. Se metieron sacadores como Kevin Anderson, Julien Benneteau y John Isner. Esto indica un cambio en la estrategia de juego, ya que estos tres no solo sacan bien sino que te apuran desde el fondo.

Si luego de un Grand Slam y un Masters 1000 se han dado estos resultados en una final (Australia) y sorpresas en las primeras rondas, todo indica que Miami será muy emocionante con un grupo de tenistas que intentarán mantener la supremacía. Y otros que sienten que están listos para dar el asalto final que los lleve a lograr una victoria en un Masters 1000, donde la corona está destinada para unos cuantos.

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Las canchas de Crandon Park serán más rápidas que las de Indian Wells, y de los jugadores de arriba me inclino por Federer y Wawrinka; las sorpresas podrían darse con Gregor Dimitrov y Anderson, que está teniendo un año espectacular. Marin Cilic puede ser campeón no esperado.

Muchos compatriotas estarán en este torneo con estatus de casi Grand Slam. Veremos a los mejores jugadores del mundo en un ambiente relajado y festivo, pero que nos ha dado la oportunidad de participar y observar partidos increíbles en situaciones de presión muy intensas.

Veremos en Miami a los mejores tenistas del mundo en un ambiente relajado y festivo en el que hemos participado y visto partidos de presión intensa.