Ricardo Vasconcellos R.
rvasco42@hotmail.com

Esa selección no ganó medallas, pero cumplió con lo que se busca en los juveniles: que sean la sangre nueva de los clubes de primera y la Tri mayor.

Mi gran amigo Pedro Ruiz, a quien todos llamamos Polo, me llamó desde Queens para comentarme la emoción sentida al leer mi columna sobre los pibes del viejo fútbol porteño que llegaron a cracks. “Me has hecho rememorar esos años en que todos soñábamos con jugar en primera”, me dijo Polo y luego me recordó un suceso hoy olvidado: la participación de Ecuador en el primer Sudamericano juvenil, llamado Torneo Juventudes de América.

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Los dirigentes formaron dos combinados: uno en Quito y otro en Guayaquil. En la selección porteña estuvo Polo Ruiz, entonces juvenil de Patria, junto a Mauro Ordeñana y Ulbio Camba, aunque no lograron un cupo para Caracas. Santiago Elejalde y Sixto Suárez quedaron como arqueros, mientras Pablo Ansaldo era marginado por sorteo. Los defensas fueron Raúl Argüello, Luciano Macías, Miguel Esteves y los quiteños Segundo Maldonado y Gonzalo Góngora. Los volantes eran Pancho Jordán y Enrique Mendoza, de Guayaquil; Leonardo Cuvi y Gustavo Guerrero, de Quito. Adelante los elegidos fueron Gonzalo Chalo Salcedo, Clímaco Cañarte, Francisco Campoverde, Édgar Toral, Víctor Quevedo y los capitalinos Leonardo Palacios y Gem Rivadeneira.

El 13 de marzo de 1954 debutó Ecuador empatando con Chile a un gol. Clímaco Cañarte, el mejor hombre de la cancha, con 18 años y dos temporadas en primera, fue el autor del tanto nacional.

“Ambos equipos lucieron excelentes condiciones físicas y gran dominio de balón, cualidad esta última en la que destacaron los ecuatorianos que, además, lucieron fantástica velocidad”, dijo la agencia Associated Press. Los nuestros formaron con Suárez (Elejalde); Esteves, Macías y Góngora (Argüello); Guerrero y Jordán; Cañarte, Salcedo, Toral, Palacios y Quevedo.

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El 25 de marzo nuestra selección cayó ante Uruguay 4-1, “marcador demasiado benévolo para los uruguayos que no refleja el equilibrio de las acciones, especialmente en el primer tiempo en que se jugó un partido muy movido e interesante”, comentó AP. Ecuador alineó con Elejalde; Góngora, Guerrero y Macías; Esteves y Jordán; Cañarte, Rivadeneira, Salcedo, Palacios y Quevedo. Chalo Salcedo fue el anotador de la única diana nacional. El 28 terminó la actuación con una derrota ante Colombia 1-0. La agencia AP señaló que el juez anuló injustamente una anotación de Cañarte y perdonó dos penales a los colombianos. Ecuador formó así: Suárez; Esteves, Argüello y Macías; Guerrero y Góngora; Salcedo, Rivadeneira, Campoverde, Palacios y Cañarte. Esa noche se clausuró la primera experiencia juvenil internacional de nuestro fútbol.

Es cierto que esa selección no ganó medallas en Caracas, ni los dirigentes lanzaron bengalas por el papel cumplido –luego de las consabidas fotos y el adulo periodístico–, pero esa escuadra cumplió con lo que se busca en los juveniles: que sean la sangre nueva de los equipos de primera y de la selección de mayores. Casi todos los jugadores destacaron en la serie de honor y algunos llegaron al equipo nacional dejando una huella muy profunda en la historia.

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Aunque Pablo Ansaldo no fue de la partida integró aquella generación y se convirtió luego en bastión de Barcelona y alcanzó la categoría de símbolo en el balompié ecuatoriano. Santiago Elejalde y Sixto Suárez integraron la primera categoría de Everest y Patria, respectivamente. Luciano Macías es hoy una leyenda en la historia de Barcelona y en la selección tricolor. Fue capitán de los canarios y del combinado nacional por muchos años. Igual papel le correspondió a Raúl Argüello en Emelec y la Selección.

Miguel Esteves fue marcador insustituible de Barcelona y formó una retaguardia que aún hoy se recuerda: Esteves, Lecaro y Macías. Góngora, Maldonado y Guerrero están en páginas lustrosas del balompié capitalino. Pancho Jordán y Enrique Mendoza formaron por años la línea medular del Panamá.

Clímaco Cañarte es recordado siempre como uno de los jugadores más brillantes de todos los tiempos como alero zurdo, puesto en que fue improvisado cuando se retiró Guido Andrade, y como volante de armado, un lugar propicio para su brillante inteligencia. Chalo Salcedo, alero derecho o centro delantero, es parte de la mejor historia de Barcelona y la Selección. Víctor Quevedo fue un puntero zurdo de gran velocidad, técnica y potencia. En Norteamérica formó una delantera muy ágil y veloz: Ulbio Cambia, Tomás Egas, Simón Rangel, Manuel Chamo Flores y Quevedo. Norte vendió a Emelec al Chamo Flores, pero se negó a transferir al Cholo Quevedo, con lo que le cortó el gran futuro que merecía. Leonardo Palacios, un interior derecho de gran factura, brilló en el España, Liga de Quito y la selección nacional. Gem Rivadeneira fue insustituible en aquella delantera de la universidad quiteña a la que llamaron La Bordadora.

Un sino trágico marcó la vida de dos de estos muchachos. Santiago Elejalde contrajo una grave enfermedad. Se hallaba en un sanatorio cuando le tocó a su equipo enfrentar a 9 de Octubre, el 5 de agosto de 1957. Lo fueron a sacar porque Hugo Mejía estaba lesionado. En la cancha no pudo disimular el terrible quebranto de su salud. Todo el público notó la cruel maniobra. Poco tiempo después moría Elejalde.

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Un grave conflicto interior jamás descifrado trastornó la voluntad de Gem Rivadeneira, que se convirtió en un dimitente de la vida al terminar sus días con propia mano. Todo esto entristece el recuerdo de ese grupo de jóvenes futbolistas que representaron al país en el primer Torneo Juventudes de América, hace 60 años.

Ecuador debutó en el llamado torneo Juventudes de América con derrotas ante Paraguay y Colombia y un empate con Chile, en la edición de 1954.