Ha jugado 576 partidos oficiales con el Barça, en los que marcó 19 goles. Ganó seis Ligas, tres Champions y dos Copas del Rey. Con España fue campeón de Europa y del Mundo.

Carles Puyol llevó la tranquilidad al Camp Nou el pasado domingo. Un tanto de oportunismo, aprovechando el rechazo tras el remate de un córner al larguero, que supuso el 3-1 ante el Almería y apaciguó los ánimos en una tarde tensa en el estadio azulgrana, que incluso llegó a clamar con pitos y abucheos a la pasividad del Barça. Su segundo tanto, el primero en Liga, de la temporada más difícil de Puyol: sólo ha podido participar en 12 partidos, apenas 1.000 minutos sobre el césped, lastrado por los problemas físicos derivados de la artroscopia a que se sometió en su rodilla derecha en el tramo final del curso 12/13.

“Otro año así no lo aguantaría”, dijo entonces. La presente temporada no ha enderezado el rumbo torcido y el gran capitán culé se rinde. Su camino en el club de su vida toca a su fin.

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Puyol ingresó en la cantera culé en 1995. Como en otros tantos casos, su camino al profesionalismo se tradujo en un replanteamiento de su rol en el campo: en sus inicios se desarrolló como extremo derecho, donde hacía valer su potencia y velocidad.

El holandés Louis Van Gaal le dio la alternativa en el primer equipo en octubre de 1999, en un triunfo del Barça en el Nuevo Zorrilla. El mercado estival inmediatamente anterior estuvo al borde de marcharse al Málaga, ante la desconfianza de quienes dirigían La Masía.

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