Vivien Mabide tocó el cielo el miércoles. Su gol en la victoria de Raja Casablanca sobre Atlético Mineiro, (3-1), sellaba el pase a la final del Mundial de Clubes. Mientras, su familia trata de sobrevivir en un campo de refugiados en su país, República Centroafricana.

"La situación de mi familia es crítica. Están dispersados, pero dejo todo en las manos de Dios. Mi padres están en un campo de refugiados en Bangui. Tengo contacto con ellos y con mi cuñado. Es Dios el que decide que pase esto, pero yo deseo al pueblo centroafricano la paz", explicó el volante de 25 años.

"Mis padres están lejos. Es difícil. No puedo explicarlo, pero me hace mal. Dejo todo en las manos de Dios", insistió este centrocampista semidesconocido que ha saltado a la fama en este Mundial.

Publicidad

Mabide empezó en un club de segunda división en su país, de allí pasó a Congo Brazzaville, a Gabón, a Marruecos, a Arabia Saudita y regresó al país magrebí, donde juega su segunda temporada.

"Por el momento, en mi país, en la República Centroafricana, hay muchos problemas. Los inocentes pierden su vida y eso me pone muy triste. Yo me sacrifico por Raja, es mi trabajo, pese a todas las inquietudes que tengo por mis padres y mi familia", indicó.

"Mi familia se queja, ya que han partido todos al bosque. Me dicen que no están en la mejor situación, pero rezan por mí para que todo vaya bien por mí", añadió el futbolista del Raja.

Publicidad

Mabide jugó los últimos cinco minutos en la victoria del Raja sobre Auckland en el partido preliminar (2-1) del Mundial, 23 frente al Monterrey (2-1) en cuartos y 34 contra el Atlético Mineiro, en los que marcó el tercer gol del equipo marroquí (3-1).

"Todo el pueblo centroafricano estará contento. Es verdaderamente el pueblo centroafricano el que juega el Mundial conmigo y quiero agradecerle su apoyo. Hace falta que vuelva la paz un día", señaló.

Publicidad

La República Centroafricana está sumida en el caos desde que en marzo una coalición rebelde de mayoría musulmana, los Seleka, derrocaron al presidente François Bozizé. La violencia tomó un cariz confesional entre cristianos (el 80% de la población) y musulmanes.

Para evitar las masacres casi cotidianas, se encuentra en el país una fuerza africana (MISCA) de 3.200 efectivos, mientras que Francia, la expotencia colonial en el país, desplegó en los últimos días un contingentes de 1.600 hombres entre la capital y diferentes regiones, aunque aún no han podido controlar la situación.

Mabide jugaba en posición ofensiva en sus comienzos como centrocampista en la República Centroafricana, aunque con el tiempo fue retrasando su posición, convirtiéndose en volante defensivo.

El técnico tunecino del Raja, Faouzi Benzarti, que llegó al puesto hace dos semanas, quiere que recupere protagonismo en ataque.

Publicidad

"Es lo que hacía antes. Regreso a mi puesto, que era jugar adelante. Nada más llegar me dijo el técnico que no era mi puesto jugar detrás porque tengo calidad ofensiva, que hace falta que yo esté adelante para ayudar a los delanteros", dijo Mabide.

"Tengo mis responsabilidades como profesional y a mí me correspondía devolverle esa confianza al técnico. Y es lo que he hecho en parte con este gol", añadió Mabide.

"En el gol contra Atlético Mineiro, sabía que había espacios en los últimos minutos, porque el equipo brasileño iba perdiendo 2-1 y quería marcar. Nos hemos aprovechado de estos espacios para crear ocasiones ofensivas y cuando vi la ocasión no podía fallar", explicó.

Mabide espera con ansiedad la final del sábado en el Mundial de Clubes contra el Bayern Múnich.

"Es un partido muy difícil pero todo depende de nosotros, vamos a sacrificarnos por Marruecos, por todo el pueblo marroquí. Si Dios quiere vamos a hacer algo importante", señaló Mabide, que ha metido a su país en el mapa del mundo del fútbol y que se hable de él no solo por el conflicto existente.