Por: Ricardo Vasconcellos R. | rvasco24@hotmail.com

Formidables duelos entre Río Guayas con Everest, Emelec, Reed Club y Barcelona hicieron las delicias de los habitúes a las graderías del viejo estadio Capwell.

La creación de la Asociación de Fútbol del Guayas, pionera del profesionalismo en el Ecuador, en noviembre de 1950 y los preparativos para el primer torneo en 1951 desataron una gran euforia. Lo más destacado fue el intento de imitar, en menor escala por supuesto, al famoso El Dorado colombiano, lleno de refulgentes estrellas de varios países, especialmente de Argentina, Perú, Paraguay y Uruguay. Basta decir que más de media selección uruguaya, campeona del mundo, militaba en el Cúcuta Deportivo; el Deportivo Pereira era la selección paraguaya íntegra; el América de Cali, llamado la Danza del Sol, estaba llena de cracks peruanos, y que Millonarios y Santa Fe habían vaciado el balompié argentino: Alfredo Di Stéfano, Julio Cozzi, Adolfo Pedernera, Néstor Raúl Rossi, Angel Perucca, René Pontoni, el Pibe Rial y docenas de jugadores que hoy son leyenda.

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En mayo de 1951 diez empresarios guayaquileños hicieron un gran aporte económico para dar vida al Río Guayas. Hicieron contacto con el técnico argentino Gregorio Esperón para que les envíe jugadores bajo su garantía de honesto hombre del fútbol, cuando no había empresarios engatusadores. Así fueron llegando Eduardo Spandre, con pasado en Tigre y River Plate, Valentín Domínguez, Luis Carrara, Jorge Caruso y el inolvidable Basilio Padrón que terminó su carrera con gran suceso en España. Poco después arribaron Teodolindo Mourin, Juan de Lucca, procedente de Cúcuta Deportivo; Alcides Aguilera, alero izquierdo de Millonarios; y Juan Deleva, en cuyo palmarés figuraba haber sido portada de El Gráfico como centrodelantero goleador del campeonato argentino con Independiente de Avellaneda en 1947. Aquel año Independiente fue tercero, detrás de River Plate y Boca Juniors, y la delantera la formaban Camilo Cervino, Vicente De la Mata, Juan Deleva, Mario Fernández y Reinaldo Mourin. Finalmente llegó Óscar Smori, un número 10 que nunca andaba por el piso fingiendo lesiones.

Río Guayas tuvo también su plantilla nacional en la que destacaban Héctor Sandoval, único nacional titular, Eduardo Icaza, eficaz alternante de Padrón, Jorge Miranda, Washington Villacreces, José Guamán Castillo, Enrique Plaza, Jorge Espinoza, Enrique Castro y Víctor Lindor, titular en la primera vuelta hasta la llegada de Smori.

Patria anunció el arribo de Luis Orlandelli, argentino, exjugador de Magallanes, de Chile y Santa Fe de Bogotá, quien también iba a ser técnico; Emilio Calzone, volante de Racing Club y de Tigre de Buenos Aires; del arquero Eduardo Bores, procedente de Botafogo de Río de Janeiro; Marcos Cousin, de 21 años, quien militaba en la tercera división de Independiente de Avellaneda, al igual que el zaguero de la misma edad Rodolfo Bores; Horacio Berlanga, José Muzzio, Rodolfo Salatino y de un delantero que iba a hacer historia en el balompié guayaquileño: Hortensio Patrullero González. Se incorporaron luego el costarricense Chano Campos, el argentino Alberto Sansón y el uruguayo Alberto Larrañaga. Pepe Parreño fue el único nacional que salió siempre de titular.

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Reed Club, equipo dirigido por los empresarios estadounidenses afincados en Guayaquil desde la década de los años 20, John Mark y Roberto Reed, decidió imponer la línea peruana y pronto llegaron Jorge Otoya de Diablos Rojos de Chiclayo, y de Alianza Lima Higinio Bejarano, Abelardo Lecca, Nicolás Lecca, Eugenio Vera y Teófilo Talledo. El único argentino era Abel Tornay. Entre los nacionales fueron figuras Luis Alvarado, Manuel Andrade, Héctor Macías, Orlando Zambrano, Carlos Rivas, Marcial Astudillo y Segundo Viteri.

Emelec iba a continuar su apego al fútbol rioplatense con los argentinos Héctor Pedemonte, Manuel Collar, Francisco Croas, Orlando Larraz, Mariano Larraz, Óscar Luis Curcumelli y Luis Masarotto, y el uruguayo Luis Alberto Pérez Luz. Entre los nacionales brillaban Moscovita Álvarez, Tarzán Torres, Fabián Bastidas, Chinche Rivero, Chento Aguirre, Hugo Mena y Júpiter Miranda.

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Barcelona, 9 de Octubre, Norteamérica y Everest empezaron a armar sus equipos. Los toreros, siguiendo su línea criolla, contaban con Jorge Romo, el Pibe Sánchez, Juan Benítez, Heráclides Marín, Fausto Montalván, Manuel Valle, Galo Solís, José Jiménez, Enrique y Jorge Cantos, Sigifredo Chuchuca, José Pelusa Vargas y Guido Andrade, campeones del torneo federativo de 1950.

El viejo y popular Norteamérica alistaba también su tropa criolla: José Caimán Muñoz, Bolívar Andrade, Gerónimo Gando, Víctor Arteaga, Daniel Pinto, Felipe Leyton y Raúl Pío de la Torre.

El 9 de Octubre movía sus cracks: Alfredo Freire, Carlos Castillo, Ricardo Valencia, Rómulo España, Jorge y Marcos Izaguirre, Lucho Drouet y Vicente Vargas.

Everest había incorporado a sus filas a los jugadores que habían actuado en el Panamá en 1950: Alfredo Bonnard, Enrique Flores, Kléber Villao, Federico Valdiviezo, Galo Pombar, Carlos y Víctor Garzón, Gerardo Layedra, Marcos Spencer y posteriormente Isidro Matute, quien venía de América de Cali, Eduardo Bomba Atómica Guzmán y el ambateño Aníbal Marañón.

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Fue un torneo para eternas memorias. Formidables duelos entre Río Guayas con Everest, Emelec, Reed Club y Barcelona hicieron las delicias de los habitúes a las graderías del viejo estadio Capwell. Río Guayas con sus estrellas extranjeras fue campeón invicto de ese primer torneo. Duró apenas un año, pues por razones económicas se disolvió. Igual pasó con Patria y Emelec que redujeron al mínimo sus plantillas extranjeras. El estadio se llenaba en cada fecha, pero los salarios de los extranjeros rebasaban las taquillas. Igual que hoy, solo que esos extranjeros de la era del Capwell eran grandes jugadores y no los paquetes que vienen hoy.

En mayo de 1951 diez empresarios guayaquileños hicieron un gran aporte económico para dar vida al Río Guayas.