Por: Otón Chávez | ochavez@parquedelapaz.com

En 1985 escribí del Gringo que era un banquero, comunitario, dirigente deportivo, multifacético y polifacético. Humano, profundamente humano. Ahora resalto su amor por las clases desposeídas.

Hace muchos años lo conocimos un grupo de muchachos, amigos de Guido, su hermano menor, cuando íbamos a buscarlo a su casa de Chile y Venezuela, para salir a ‘mataperrear’ a las cercanas instalaciones del Club Sport Emelec, del que éramos socios juveniles.

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Allí vimos al Gringo Luis Chiriboga Parra jugando básquet junto a Martín Díaz-Granados, Mauro Intriago Dunn y Pepe Carbo, o a veces nadando en la piscina de la Empresa Eléctrica, que por entonces existía, adornada por lindas chicas.

Siempre fuimos con Lucho buenos amigos, pero la amistad progresó cuando ya adultos él llegó a la presidencia del Guayaquil Tenis Club y a la del Emelec, y más aun cuando consiguió para Ecuador la sede del Campeonato Mundial de Natación, en 1982. Luego, el 5 de julio de 1985, escribí una columna con mi seudónimo J.J. Gambeta en estas mismas páginas. Ahí intenté un análisis de la personalidad del Gringo Chiriboga, quien años después, cuando era vicealcalde, me la mostró grabada en una placa recordando sus trajines deportivos.

En síntesis escribí en ese tiempo: “Creo, con toda honestidad, que Luis Chiriboga Parra es un magnífico dirigente, como hay algunos en el patio guayaquileño. A veces unidos o encontrados, pero magníficos. Como Sabino Hernández, Juvenal Sáenz, César Muñoz o Vicente Maldonado, para mencionar a unos cuantos no futbolísticos. También hay regulares o malos, que están infiltrados no se sabe cómo”.

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“Pero Chiriboga es bueno. Por algo será que ha sido llevado a planos estelares. Hizo un Mundial de Natación, no porque consiguió que el gobierno le diera el dinero, sino porque impuso una idea tanto en el exterior, al conseguir la sede, como al interior cuando movilizó a la ciudad”.

“Sobre este punto se pueden esgrimir muchos criterios en contra, pero nadie podrá discutir que la llevó adelante hasta hacerla realidad. Esto quiere decir que el hombre piensa, trabaja y trabaja, y lo que es muy importante: cree en lo que hace. De Chiriboga Parra no viene a ser la culpa, si su idea, que insisto no nos puede gustar por cualquier razón, resulta más poderosa que todas las cortapisas; en esto recae parte de su gran mérito. Lo del Mundial de Natación es solo un ejemplo”.

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“Los hombres como Luis Chiriboga Parra no abundan, son más bien raros, escasos. Hay que buscarlos con lupa y ponerlos a realizar porque son inmensamente positivos en el balance final, donde hay que aprovechar sus ideas, su entusiasmo, su dinámica, su trabajo. Solo que hay que cuidarle el ego y nada más”.

“Chiriboga Parra, banquero, comunitario, dirigente deportivo, multifacético y polifacético. Humano, profundamente humano, es un personaje interesante en este acogotado, miope y egoísta mundo guayaquileño, donde es un deporte desmenuzar los defectos personales para rebajar los méritos proinstitucionales; y en donde, por contrapartida, se fabrican diarios panegíricos a los tontos útiles, a los adoradores del becerro de oro o a los tartamudos mentales”.

“La humildad sería lo perfecto, pero todavía no conozco al hombre perfecto”.

“Desde hace más de 2.000 años que anda la linterna de Diógenes Laercio –el pontífice de la escuela cínica– buscando al Hombre; todavía no lo encontramos y menos en un medio donde el mediocre merodea en la dirigencia deportiva y otras asignaturas del diario convivir”.

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Así describí a Chiriboga Parra en algunos párrafos de 1985 y ahora, 28 años después, añado:

Hay algo muy importante en el quehacer cívico de Lucho Chiriboga, que lo proyectó cuando hizo la conscripción del civismo como vicealcalde: su amor hacia las clases desposeídas, su preocupación permanente por la vida de sus conciudadanos del suroeste de Guayaquil, la Liga Deportiva Barrial que fundó, los terrenos que les hizo donar y sus visitas casi semanales alentándolos siempre para que progresen como seres humanos. Allí están sus obras y habitantes favorecidos.

A su esposa María de Lourdes Ycaza, a sus hijos que tanto amó, Luis Alberto y Leonardo; a sus hermanas María Lola y María Rosa, a Guido, nuestro querido amigo de siempre, envío mis plegarias lamentando que un ciudadano ilustre, que jamás hizo daño a nadie, haya partido de esta tierra para siempre.

Envío mis plegarias lamentando que Luis Chiriboga Parra, un ciudadano ilustre, que jamás hizo daño a nadie, haya partido de esta tierra para siempre.