La desesperación entre los aficionados del Bayern Munich cuando las pantallas del estadio de Wembley repetían las dos ocasiones que había fallado Arjen Robben en la primera parte de la final de la Liga de Campeones, el sábado pasado con el Borussia Dortmund, era evidente.

La fama del volante holandés como la de un futbolista con mala suerte en las grandes finales amenazaba con volver a aparecer, después de tres derrotas significativas, dos en la Champions y una en el Mundial 2010.

Pero esta vez, el destino tenía reservado a Robben un papel estelar. Dio la asistencia a Mario Mandzukic en el tanto inicial y su gol en el minuto 89 dio la victoria al Bayern 2-1 y el ansiado título de la Liga de Campeones.

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“Escuchar el silbatazo final del árbitro y ganar la Liga de Campeones es lo último que faltaba a muchos de nosotros en la vida. Fue una sensación de ‘por fin’. Dar el pase decisivo en el primer gol y marcar el segundo es un sueño”, declaró Robben.

En los primeros 45 minutos, Robben se plantó dos veces ante Roman Weidenfeller, pero ambas no resultaron. Viejos fantasmas volvieron entonces a la mente de todos los aficionados. Robben falló manos a manos similares en otras finales. En Sudáfrica 2010, perdonó a España. En la final de la Champions 2012, falló un penal en el alargue y la victoria acabó siendo del Chelsea. Incluso en el 2010 sucumbió con el Bayern frente al Inter de José Mourinho.

Pero la leyenda negra que lo perseguía como un jugador que fallaba en los momentos cruciales quedó sepultada en Wembley.

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La carrera de Robben, un jugador que prometía mucho cuando comenzó a hacerse un nombre en el Groningen y el PSV Eindhoven, que encontró destellos de éxito en el Chelsea e incluso en el Real Madrid, parecía más marcada por los sinsabores que por los triunfos.

Las reiteradas lesiones, los problemas físicos, mermaron indudablemente el potencial de un futbolista destinado a hacer cosas muy grandes, que cayó en la irregularidad y en el desacierto en momentos clave.

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Su gol puso fin a lo que parecía un maleficio personal y rubricó una carrera con sombras, pero exitosa con títulos en Holanda con el PSV (una liga y una Supercopa), en Inglaterra con Chelsea (dos Premier, una Supercopa, dos Copas de la Liga, una Copa), en España con Real Madrid (una liga y una Supercopa) y en Alemania (dos Bundesligas, dos Supercopas y una Copa).

Arjen Robben

VOLANTE HOLANDÉS

“Esto significa mucho para mí. Estoy tan feliz. No lo puedo creer. Era nuestra tercera final y no queríamos quedarnos con la etiqueta de perdedores (cayeron en el 2010 y 2012)”.

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