Alguien tenía que decirlo
Por: Jorge Barraza (jbarraza@sinectis.com.ar)

Culminó la última representación de su obra, escuchó los aplausos finales en el ‘Teatro de los Sueños’ y cayó el telón para él. Sir Alex Ferguson ya es un ex. Uno de los más grandes actores del gremio de la dirección técnica. Posiblemente comparta el podio de la historia con otros dos talentos. Uno, Rinus Michels, creador del “Fútbol Total” a través del Ajax y la “Naranja Mecánica” holandesa de los 70, la última revolución táctica de este juego, la dinámica en estado de permanente ebullición, el movimiento como factor de desequilibrio; todos jugando de todo, atacando y defendiendo en continuo desplazamiento.

El otro, Josep Guardiola, autor y compositor del fabuloso Barcelona de Xavi, Messi e Iniesta, un equipo perfecto en la elaboración y en la recuperación, con un buen gusto notable y una pertinacia ofensiva jamás vista. La sublimación del “tómala tú, dámela a mí”. El domingo pasado fue campeón de nuevo el Barça, pero ya no es el de Guardiola. En un año, desde que él se fue, comenzó a desinflarse progresivamente hasta convertirse en una expresión común, como tantas. El ciclo virtuoso de Pep finalizó.

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Acaso el menos genial de los tres (Ferguson-Michels-Guardiola), sea justamente el escocés que acaba de dar las hurras. Pero nadie ha ganado tanto, nadie ha hecho más por un gran club, ni ha marcado tan nítidamente una era. Desde luego, los tres han tenido sensacionales intérpretes: Cruyff, Van Hanegem, Krol, Neeskens, Rep estaban a la orden de Michels; Puyol, Xavi, Iniesta, Messi, Busquets, Dani Alves tocaban en la sinfónica de Pep; Eric Cantoná, David Beckham, Ryan Giggs, Paul Scholes, Cristiano Ronaldo, Wayne Rooney y tantísimos pasaron por las manos de Ferguson en sus casi 27 años en el club de Bobby Charlton.

Esto indica que siempre, por capaz que sea el entrenador, necesita de buenos jugadores para triunfar. Y viceversa: un plantel de excelentes jugadores necesita un técnico competente para funcionar.

En esas 26 temporadas y media de sir Alex, el Manchester United logró más títulos que en sus 108 años de historia anteriores: 13 ligas, 5 copas de Inglaterra, 2 copas de Europa, una Intercontinental, un Mundial de Clubes, una Recopa y una Supercopa europeas. Y otros éxitos menores, con lo cual redondeó la bonita suma de 38 trofeos. Impresionante; descomunal más bien. A ello debería agregarse el campeonato de Segunda ganado con el ignoto Saint Mirren en Escocia en 1977 (que le dio su primer golpe de notoriedad) y las 8 coronas conseguidas con el Aberdeen, con el cual rompió la hegemonía del Celtic y el Rangers.

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Nunca hubo y es posible que nunca haya otro técnico más triunfador. Nadie podrá repetirlo. Ganar con el United es meritorio, haber marcado una época con el Aberdeen en Escocia es excepcional. Como si Danubio se interpusiera entre Nacional y Peñarol y se convirtiera en el mejor equipo uruguayo durante una década. Impensable dada la fuerte polarización de ese medio.

Ferguson, cuentan, no es de estilo paternal. Algunos exjugadores suyos lo han descrito como un jefe que puede ser feroz. Pero eso no lo sabemos. Por los técnicos hablan sus equipos. Y lo que vemos es su Manchester, una formación siempre competitiva, ganadora, no exenta de buen fútbol y plena de carácter. Siempre el carácter por encima de las virtudes técnicas, tácticas o físicas. Le preguntaron una vez qué miraba primero en un jugador: “Si no tiene miedo de perder la pelota; eso marca la personalidad. Jugar en el Manchester United requiere tener mucho temple”.

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Un equipo que va perdiendo la final de la Liga de Campeones ante el Bayern Munich hasta el minuto 91 y la da vuelta en el 93 tiene un solo técnico posible: Alex Ferguson.