Publicidad
Tenía una característica de Messi: daba muchos pases gol, pero también anotaba seguido. Por décadas fue el máximo artillero histórico del Manchester United.
No es cierto que solo hoy exportamos futbolistas. En los años 40 salieron al menos 30 ecuatorianos a grandes clubes de Sudamérica.
Dejamos para lo último a Erling Haaland, la ‘Bestia’, el ‘Animal’, el ‘Androide’, el ‘Vikingo’, el ‘Robot’, ‘Noruegol’.
De los once elegidos, solamente dos son de esta época y están en actividad: Messi y CR7.
El fútbol porteño perdió hace rato influencia en canchas y en mesas directivas, en contraste con el de Quito ¿Barcelona y Emelec? Nada.
El cuadro del Cholo metió un grado de intensidad que el Madrid no supo contrarrestar. No pudo, se vio desbordado.
Nació zurdo, se hizo derecho, pero le pega y gambetea igual con ambas piernas, una rara avis. El del puntero francés es un caso de evolución nunca visto.
Las luchadoras ecuatorianas ganaron preseas en Zagreb, pero sufrieron varios malos ratos por terribles 'olvidos' del Mindeportes.
Esos tres son los mejor perfilados para quedarse con el título. Luego hay un segundo pelotón, muy calificado igualmente, compuesto por cuatro integrantes.
Si analizamos por méritos y no por número de países, esos 6,5 lugares hasta son pocos. Podrían ser 7 u 8 directos. Y si fueran los 10 lo tendría merecido.
Es un orgullo haber recibido cinco goles en 18 fechas. Pero adelante solo nos queda Enner Valencia. Todo lo demás es mentira y sueño.
Las eliminatorias sudamericanas no son un lecho de rosas. Ancelotti comprobó en sus carnes por qué se las califica de las clasificatorias más difíciles.
Con capacidad para 25.000 almas, el Arthur Ashe es el escenario tenístico más grande del planeta.
La eliminatoria no tiene campeón, solo clasificados. De modo que ser segundo no duele como ser subcampeón. Tiene sabor a satisfacción, a campaña grande.
Ante el genial Garrincha, que vino en 1954 con Botafogo, Carlos Serrado, zaguero de Valdez, tuvo el duelo más complicado de su vida.
El premundial se ha decidido en un marco de lógica implacable: clasificaron directo los seis que parecían tallados en piedra antes de rodar la pelota.
Todo pasa por sus sensacionales defensores. Ellos resuelven los partidos. Una defensa que ha permitido a los rivales apenas 5 goles en 16 partidos.
Kenny Castro, notable periodista, autor de la obra, cubrió en el 2000 el triunfo inolvidable sobre Gran Bretaña en Wimbledon, por Copa Davis.
La dirección de la liga ha marcado una nueva tendencia y ya no es una jubilación de privilegio para viejas glorias.
Añoramos a los grandes cabeceadores de antes, los Spencer, Passarella, Zamorano, espectaculares, claro, no obstante, hacer goles de cabeza era menos difícil.