¿Vamos a ver quién cambia más rápido el pañal? ¿Quién prepara más rápido la papilla? ¿Quién sabe bañar al niño en la tina? Eran las consignas de los juegos en el baby shower de Anita en Lomas de Sargentillo, cantón del Guayas. Fue un sábado de noviembre pasado. Los invitados en su mayoría eran hombres y mujeres, entre 12 y 17 años.

Eran los amigos y compañeros de Anita, la joven que a los 13 años esperaba estrenarse como mamá. Ella cambió su matiné de cumpleaños por la fiesta de bienvenida de su primogénito.

Así es ahora cuenta José, de 17 años, quien vive en Pedro Carbo, cantón de la provincia del Guayas, la más poblada del país y la que registra el mayor número de adolescentes embarazadas, según las cifras del Censo de Población y Vivienda del 2010, que realizó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

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Para ese año en Guayas existían 30.503 madres adolescentes de 12 a 19 años. Seguía Pichincha, con 15.810; Manabí, con 13.378; y Los Ríos, con 9.288.

Ecuador registró en total a 122.301 madres adolescentes para ese año. Ahí se estableció que el embarazo en menores de 14 años aumentó un 74% en la última década. No es la única cifra. En diez años el embarazo adolescente en el país se incrementó en 2,3 puntos, según un comparativo de los anuarios de nacimientos desde el 2001 hasta el 2011, que expone el INEC.

En marzo pasado se publicó un reglamento que facilita la entrega universal y gratuita del anticonceptivo oral de emergencia, conocido como la pastilla del día después. Está a disposición de los adolescentes que lo necesiten. No se requiere de identificación para solicitarlo ni de una consulta médica obligatoria. La medida ha causado opiniones a favor y en contra.

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Unos hablan del reconocimiento de los derechos sexuales de las personas. Otros, manifiestan que la entrega universal sin una real educación y formación previa incentivará a que más menores tengan sexo sin responsabilidad y control.

El reglamento de marzo pasado se suma al Plan Nacional de Prevención del Embarazo en la Adolescencia, que se ejecuta desde el 2008, y que entre otras acciones entrega métodos anticonceptivos de manera gratuita a los de este grupo; y a la Estrategia Nacional Intersectorial de Planificación Familiar (Enipla), que fue replanteada por el Gobierno en el 2012.

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Con ello se buscaba reducir el número de embarazos en los adolescentes. No obstante, las cifras siguen elevadas.

En el 2011 se registraron 45.708 partos en madres adolescentes, publica el INEC basado en el Anuario de Nacimientos y Defunciones de ese año.

En estas fuentes se ve que anualmente crece el número de embarazos en menores de 12 a 14 años. En el 2011 hubo 1.559 nacimientos e inscripciones en madres adolescentes de 12 a 14 años frente a los 1.358 del 2009; y a los 983 del 2007.

¿Pero qué motiva a los adolescentes a iniciar una vida sexual a temprana edad?

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Cien adolescentes de entre 12 y 17 años respondieron a esta y a otras interrogantes que plantearon dos equipos de este Diario en recorridos por las provincias de Guayas, Pichincha, Manabí y Los Ríos.

Curiosidad. Consuelo. Hormonas que no se pueden controlar. Desconocimiento. Falta de educación y de orientación. Presión o moda. Son las razones más comunes que enumeran 79 adolescentes sobre los motivos que los llevó a iniciar su vida sexual. Los 21 restantes dicen que no piensan en esta posibilidad porque primero está el estudio.

“La mayoría de mis compañeras ya han tenido relaciones sexuales y ya van a ser mamás. Ellas dicen que se sentían solas y desesperadas, porque a veces les pedían a las mamás que las aconsejaran y sus mamás no querían. Una amiga se sentía como quien dice prisionera. Le calentaron la oreja y se decidió a hacerlo. Ella, con 13 años, salió embarazada. Se sacó al bebé con unas pastillas”, cuenta Xiomara, de 14 años, quien vive en el Guasmo sur, en Guayaquil.

La menor cuenta que su problema no fue la falta de comunicación con su mamá. Lo de ella fue por “dejarse llevar”. Tuvo su primera relación sexual a los 13 años, con un compañero del curso, en la casa de él. No se cuidó, pese a que sabía de los riesgos y de métodos anticonceptivos, indica. “Gracias a Dios que no salí embarazada”, dice.

Su mamá relata que antes de que su hija “dejara de ser niña”, como ella le llama a la pérdida de la virginidad, le hablaba de todas las formas posibles. “Le digo que de aquí en adelante para abrirse de...(piernas) a un hombre lo piense mil veces. Que luego el hijo va quedando. Le digo que después de que termine su colegio, ahí ya haga lo que quiera... Que estudie, que consiga un buen trabajo”, expresa la mamá de Xiomara, quien la tuvo a los 16 años. En su caso, el papá de la ahora adolescente la dejó.

Joel, de 15 años, cuenta que se cuida con preservativos para evitar embarazos.

–¿Y si se rompe el preservativo? –se le pregunta.

–No quedaría más que usar una pastilla anticonceptiva del día después –responde.

–¿Por qué razón quisiera evitar un embarazo?

–Una porque estamos muy jóvenes y eso afectaría nuestro futuro. Por ejemplo, en el mío me tocaría dejar de estudiar e ir a trabajar. Y otra, mi mami se enojaría y ella es violenta. Me dice que donde yo le salga con mi ‘domingo siete’ termina botándome de su casa–.

Unos adolescentes dicen que en el momento del acto sexual no se protegen y que se olvidan de los consejos de amigos, familiares y de algunos maestros. Unos dicen que en los colegios les han “enseñado algo” de educación sexual. Otros, que no saben nada. También están los que enumeran los anticonceptivos y las posiciones sexuales.

De la píldora de emergencia añaden que saben ‘más o menos’. Que es la que se toma cuando no se quiere un embarazo, luego de sexo sin protección. La mayoría ha escuchado que la píldora es anticonceptiva. Otros, que es abortiva.

José María Egas, director del Departamento de Consejería Estudiantil del colegio María Angélica Idrovo, en Quito, explica que el problema radica en que los jóvenes reducen la sexualidad a lo biológico; y los padres de familia al cuidado (uso de pastillas, condones) en el acto sexual. Cuestiona que se olviden aspectos como los valores, la integridad personal, la problemática social que genera un embarazo no planificado...

Narcy Recalde, coordinadora del Departamento de Orientación del colegio quiteño Hipatia Cárdenas, afirma que existe apertura en los adolescentes para hablar de sexualidad, aunque reconoce una limitante en las aulas: el poco tiempo que se designa a una materia compleja.

Recalde y Egas creen que se debería incluir como una materia a la educación para la sexualidad; la cual, según Egas, debería ser práctica, que involucre a los chicos y sus experiencias.

El alcohol y las drogas también motivan a los adolescentes a iniciar su primer contacto sexual. Así le pasó a Luisa, una quiteña de 15 años. No recuerda bien los momentos de su primer contacto sexual con su novio. Tenía 13 años. Había tomado unos tragos en la casa de una amiga. No se cuidó. Reconoce que actuó impulsivamente y que pudo haberse contagiado de enfermedades como el VIH.

Cuando cumplió quince años, en diciembre pasado, la superiora del colegio en el que estudia, en el norte de Quito, la felicitaba por vivir el hermoso paso de “niña a mujer”. Ahí le decía que ahora debe de ser más responsable, en especial con su cuerpo. Enseguida llegaron frases a su cabeza como: ¡ni se imagina que hace rato dejé de ser niña! o ¿qué diría si le cuento que ya tuve relaciones sexuales?