El Gobierno hará del cambio en la matriz productiva del país el eje de su programa durante su nuevo periodo. El objetivo es positivo y deseable: promover actividades de mayor valor agregado o que por su contenido de conocimiento humano agregado genere mayor riqueza para el país. Se relaciona a lo anterior la idea de que los países difícilmente se desarrollan sobre la base de una inserción en la economía global sobre la base de materias primas y productos agrícolas primarios. El Gobierno ha propuesto cuatro grandes proyectos emblemáticos: desarrollar la petroquímica (fertilizantes y refinación), la industria del cobre, los astilleros y la siderurgia.

Esta estrategia tiene una perspectiva de corto, mediano y largo plazo y deberá pasar por fases de sustitución selectiva de importaciones, generación de un superávit energético, la diversificación de exportaciones y la reconversión productiva. El énfasis en la primera etapa estará dado en sustitución de importaciones, principalmente en energía, produciendo mayor cantidad de combustibles y electricidad. En última instancia busca desarrollar actividades industriales y de servicios, que por medio del aprovechamiento de los recursos del país, reduzca la necesidad de importaciones o sustituya exportaciones hacia productos de mayor valor agregado.

En el campo agropecuario las cadenas de producción privilegiadas serán los biocombustibles y la maricultura, es decir, la producción de palma aceitera, caña de azúcar y otros productos agrícolas que pueden procesarse como combustibles y la producción controlada de especies marinas. Esto está bien, ¿pero es suficiente? Antes de contestar esta pregunta una aclaración. No todo bien agrícola debe ser visto como un bien primario, muchos tienen un componente significativo de conocimiento humano agregado, aplicado a su producción. Un buen ejemplo son las flores; hay en la producción de variedades un gran trabajo en laboratorio, solo ello permite un flujo constante de nuevos colores, formas y perfumes.

Me parece que un cambio de la matriz productiva en agricultura implica esfuerzos significativos en tres campos que debe explorarse: en primer lugar, productos agrícolas que pueden ayudar al desarrollo de industrias nuevas, no solamente agroindustrias tradicionales como aceites o azúcar. Estoy pensando en industrias como la farmacéutica o la cosmética. En segundo lugar, productos agrícolas vinculados a la gastronomía sofisticada, donde la experiencia peruana es un ejemplo muy interesante: el dinamismo de una gran cantidad de productos agrícolas y del mar se vinculan al boom gastronómico. En tercer lugar, la necesidad de identificar nuevos productos, donde hay valor agregado basado en talento humano y que quizás por el momento se producen a muy pequeña escala y en forma rudimentaria: hierbas medicinales, frutas tropicales no tradicionales, frutas, granos y tubérculos andinos son algunos, pero se puede pensar en muchos más.

El desarrollo de nuevas líneas prometedoras en el agro ecuatoriano requiere un esfuerzo compartido entre el Estado y sus incentivos y subsidios inteligentes, pero temporales, la comunidad científica, especialmente en biología y ciencias agrícolas, los productores y empresarios agrícolas y agroindustriales y los emprendedores y empresas no agrícolas, como los chefs o las industrias farmacéuticas. El constituir redes o grupos de interesados es un campo donde tanto el Gobierno nacional, como los gobiernos autónomos descentralizados y líderes empresariales, tienen mucho que hacer. Esto no significa descuidar los productos donde somos competitivos, pero impulsar nuevas actividades. Sin embargo, me pregunto si ¿las instituciones públicas están preparadas para este gran desafío?