El olor a tiza y su paso a la pizarra acrílica, el aula, los pupitres, las ocurrencias, travesuras y bromas de sus alumnos. Toda una vida llena de recuerdos, cuyos detalles poco a poco se van desvaneciendo con el transcurrir del tiempo, es lo que le queda a Rosa Delia Sacoto Echeverría de sus cinco décadas dedicadas al magisterio.

Su rostro serio se suaviza al decir que para ella sus alumnos eran su mundo, su ideal, su gusto, su bienestar, y que los recuerda a todos por igual, no por travieso, no por bromista o por serio. "Para mí todos eran lo mismo: chicos que tienen en la mente fastidiarse, esconderse las cosas".

Rememora las risas y bromas propias de la edad de quienes ella llamaba sus "enanos", en un plantel que tenía la seriedad característica de los alemanes. Fue profesora de los colegios Alemán Humboldt e Indoalemán.

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"Ellos (dueños del plantel) me decían: '¿Cómo es que usted se ríe de eso?'. Pero es que son chicos, todo chico esconde cosas, todo chico le escribe algo atrás, todo chico le pone el pie para que se vaya cayendo; normal, normalísimo... todo joven es así... les encanta burlarse de los demás, reírse, esconder las cosas en otro lado", respondía ella.

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En el colegio Alemán Humboldt trabajó desde inicios de la década del sesenta, casi desde que se fundó la institución educativa (1959), dicen en el establecimiento. Allí impartió la asignatura de Lenguaje, materia que dejó tras su jubilación.

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Su carrera en la docencia no terminó ahí. Tras jubilarse, Rosa Delia salió de la institución para ser la directora del colegio Indoalemán (fundado en la década del 80), donde también, tras concluir su ciclo laboral, se jubiló hace unos 10 años, señala Janina Gavilánez, unida a la maestra por una antigua relación de amistad.

Desde el 2007 ella reside en el área de pensionado del asilo Carlos Luis Plaza Dañín, ubicado en la avenida del mismo nombre. Rosa Delia señala que sus exestudiantes acuden a visitarla. "Cada vez vienen alumnos y me dicen: 'Yo fui su alumno o alumna en tal fecha'. Entonces mi mente comienza a trabajar para recordar, porque ellos están principio de vida y yo, fin de vida".

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Próxima a cumplir 84 años, Rosa Delia, quien nació el 9 de mayo de 1929, asegura no añorar nada de aquella época, pues solo puede sentirse satisfecha de tener lindos recuerdos de sus años de trabajo, por todo lo que dio y lo que ha recibido.

"Yo me tropiezo siempre con exalumnos míos, lo que pasa es que uno ya no se acuerda, pero ellos no nos olvidan, porque ellos estaban creciendo y las maestras se les iban grabando (en la mente de los chicos); en cambio uno ha sido profesor de tantos muchachos y a veces de distintas provincias... no recordamos", dice.

Asegura que le gustaría que la recuerden como la profesora que se reía de lo que para otros era malacrianza y motivo de castigo. "Para mí no; yo me reía de las bromas, de los apodos que se ponen los chicos, ¡porque son certeros para poner apodos! Que la gorda, que la flaca, que la loca...", señala.

Considera que fue una maestra estricta, pero que también se reía de las travesuras que sus alumnos hacían, propias de niños y jóvenes de su edad, y por las que no le gustaba que los castigaran. "Toda criatura es burlesca, es bromista, andan escondiendo las cosas, las andan poniendo en otra parte".

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De la tiza al marcador

No logra recordar el establecimiento en el que se educó, pero sí cuando se dio cuenta de su vocación por la docencia, cuando al término de la primaria le hicieron una evaluación.

La palabra maestra es para Rosa Delia Sacoto "algo que a uno lo llena de placer", porque es el encuentro de dos mundos. "Un mundo precioso de gente que comienza a vivir, con gente que está terminando de vivir".

Y en ese compartir con los estudiantes de ambos planteles, cuyas edades fluctuaban entre los 8 y 17 años, no pasó desapercibido el desarrollo tecnológico de la herramienta con la que se impartían las clases: la pizarra.

El paso de la tiza a la pizarra acrílica (en la década del noventa) fue para Rosa Delia Sacoto un adelanto. "Ya en la mente de uno había esto de que todo iba a cambiar... cómo ha cambiado, porque ahora todo es tan distinto", dice.

Homenaje al maestro que, como Rosa Delia, entregaron su vida a los alumnos, y que ahora, ya en el ocaso de sus vidas, les queda el reconocimiento de sus exalumnos y la evocación de una actividad que hoy celebra su Día.