Una camioneta de medio uso, con su lento andar, es el único transporte que una veintena de jóvenes utilizan para trasladarse desde la av. Quito y Huancavilca hasta el hospital de niños Francisco de Ycaza Bustamante con 300 tarrinas de aguado de pollo e igual cantidad de aguas aromáticas.

Cuatro gavetas sirven para guardar los envases con las preparaciones que el grupo entrega cada miércoles, a partir de las 19:00, a los familiares de los niños que están asilados en esa casa de salud.

La Misión Solidaria Tacita Caliente, como se llama la agrupación, todos los días de la semana trata de aliviar algunas de las preocupaciones de quienes más lo necesitan.

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Cristian Álava, uno de los mentalizadores de la Misión, dice que en sus primeros meses no tenía nombre, cuenta que la labor del grupo no solo radica en la entrega de un alimento. “Detrás de la repartición están otros procesos que hacemos para mantener la obra”, cita.

Estos jóvenes parece que no tienen descanso, ya que hasta los fines de semana se dedican a planificar la labor que hace Tacita Caliente.

Los domingos después de asistir al culto de la iglesia evangélica El Momento de Dios, de la que son miembros, a partir de las 13:00 venden fundas de caramelos en las afueras de los centros comerciales.

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Cada funda de dulces las entregan en $ 0,50.

Rebeca Medina, otra de las fundadoras de Tacita Caliente, confía en la solidaridad de las personas.

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“En esta semana me encontré con un señor al que yo le di el aguado, él me reconoció y me dijo: ‘Usted me ayudó’. Y me compró los caramelos, él sabía que es para una buena acción”, agregó Medina.

Además realizan otras actividades para recaudar recursos económicos. Ellos reciclan botellas y cartones, hacen rifas, tómbolas y eventos en la iglesia a la que asisten.

También cada persona que integra la Misión Solidaria aporta con $ 20 para cancelar la renta del local en donde funcionan, así como los gastos de los servicios básicos.

Los voluntarios aseguran que están haciendo los trámites para convertir a la Misión Solidaria en una fundación dedicada al trabajo social.

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La meta final que Tacita Caliente espera alcanzar es convertirse en un albergue que reciba a parientes de infantes internados en el hospital, y que no tienen dónde pasar la noche.

Cristian dice que para hacer realidad el sueño del albergue necesitan un local más grande. Quieren comprar una propiedad que está cerca del Hospital del Niño. “Es difícil conseguir la cantidad de plata que piden por el edificio pero con la ayuda de Dios lo cumpliremos”, señala.

Rebeca menciona que en algunos lugares ya se está reconociendo la presencia de la misión solidaria Tacita Caliente. “A mí se me llena el alma de emoción saber que la gente está entendiendo que lo que hacemos es real”, expresa.

Con ollas prestadas

Este grupo de jóvenes, que ahora son profesionales, llevan 10 años dedicándose a esta labor.

En el hospital Francisco de Ycaza Bustamante ya tienen 3 años. Cuando iniciaron la gestión en esa casa de salud, solo daban 150 aguas aromáticas y 150 panes, luego, por la demanda, aumentaron la asistencia y cambiaron el menú a 300 sándwiches y después 600.

“Pasaron los meses y cambiamos el menú, de aguas aromáticas y panes, a leches achocolatadas y sándwiches. Vimos que no era suficiente y optamos por preparar los aguados, ahora queremos hacer meriendas completas”, dijo Medina.

Ya cuentan con un local, con una cocina semiindustrial de dos hornillas y los implementos necesarios para preparar los alimentos.

No olvidan que hace 10 años pedían prestadas un par de ollas y que cocinaban con carbón. “Nos turnábamos para soplar y que el fuego no se apagara, quedábamos exhaustos, los brazos nos dolían y demorábamos más tiempo”, destacó Medina. Entonces trabajaban con niños de la calle. Les daban un cuarto de leche caliente y un pan.

Álava recuerda que cuando Tacita Caliente llegaba a los lugares en donde estaban los menores, ellos los recibían con mucha emoción.

Dicen que ayudaron a varios niños que consumían cemento de contacto a salir de las calles. Aquellos chicos ahora tienen trabajo y sus propias familias, aún mantienen contacto ellos.

La meta de las 1.000 sonrisas

Las navidades, fines de año y feriados no existen para los integrantes de Tacita Caliente. Estos jóvenes dedican casi todo su tiempo a las labores en la misión solidaria.

Los integrantes de la agrupación pasaron la Navidad del 2012 junto a los pequeños y sus familiares. La meta que se propuso el grupo fue recolectar 1.000 juguetes, de los que una parte se entregó a los pacientes del hospital Francisco de Ycaza Bustamante.

Otra tanda de regalos fue dada a varios menores en El Arbolito en Durán, en la entrada de la línea 8, en la Perimetral y en Fertisa, en el sur.

También, 150 madres de familia de esos sectores recibieron canastas con los productos básicos para la cena navideña.

Uno de los objetivos planteados para este año es la entrega de alimentos en un asilo de adultos mayores.

Los lideres de la agrupación continuarán trabajando en el hospital. A su labor adicionarán la entrega de kits de limpieza para familiares de pacientes.

Testimonio

Rebeca Medina, voluntaria

Es un acto de solidaridad

“Nosotros promovemos el trabajo voluntario de jóvenes profesionales y universitarios de distintas ramas, también trabajamos con estudiantes de colegios. Todos tratamos de llevar esperanza a las personas que están en el hospital, ellos se sienten solos, creen que están completamente olvidados y nosotros vamos y le llevamos un alimento. Creemos que no solo es de decir ‘Ah, estoy contigo, ten fe’; hay que dar una mano amiga y, sobre todo, demostrar que sin obras no tiene sentido la fe, hay que demostrarlo”.

Detalles

Dónde encontrarlos

Casi toda la semana se reúnen en la av. Quito 1222 y Huancavilca. Se los puede contactar al 098-470-3312, 090-010-6831, 602-9930 .

En las redes sociales

En facebook: Misión Solidaria Tacita Caliente. En Twitter: @tacita_caliente. A través de estas se puede hacer voluntario.