Desde el Cerro Paraíso, Guayaquil se ve desde otra perspectiva, no solo por la altura, sino también por el silencio, el sonido de la naturaleza y la paz que se encuentra en el lugar.

El cerro, desde el mirador de la gruta hasta las canchas, ha sido escogido por el grupo comunitario Cerros Vivos para ser sede de una reunión mensual en la que buscan agrupar a los vecinos del barrio y de ciudadelas cercanas, haciendo música y otras actividades culturales.

El pasado 6 de enero fue el primero de esos domingos de reuniones mensuales. La jornada comenzó pasadas las 07:00, cuando un grupo de vecinos, liderados por Miguel Matute, realizó un senderismo por el cerro. Fueron más de 25 personas las que pudieron ver las aves y vegetación del lugar.

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Carlos Feijoó vive desde hace 40 años en el barrio. “He subido al cerro unas 25 veces en mi vida, ahí pude ver el ceibo más grande que jamás haya visto, así como también un carro que hasta la fecha no sé cómo llegó allá. Puedo decir que lo conozco desde el colegio Javier hasta Bellavista y el domingo subí con mis hijos para que desarrollen su amor al cerro”, comenta.

Además, explica que vivir junto al lugar es relajante, y que al principio “no todo fue fantástico, teníamos el botadero de basura en la parte de atrás y los olores eran insoportables, en los ochenta unas personas trataron de invadir el lugar y con ayuda de gente del barrio se logró desalojarlas”.

Diana de la Cadena visitó el lugar por primera vez y señala que le pareció chévere, aunque cansado. “Vas por la ruta de la cascada, luego por un espacio de árboles con finas ramas secas, después ves ceibos, guayacanes, árboles de palo santo, y llegas hasta el lugar de las antenas”. El recorrido tarda unas dos horas, para principiantes.

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Fue en el 2007 que Mariuxi Ávila y Julio Huayamave, de Thamé Teatro de Artesanos, comenzaron sus actividades en el lugar y formarían lo que hoy se llama Cerros Vivos. En el 2010 organizaron el I Festival Cerros Vivos en las canchas y se han efectuado dos festivales más.

Miguel Cedeño añadió que los acompañó Marco Llerena, quien les dio una charla de nudos, y el biólogo Fernando Lélix, que realizó avistamiento de aves endémicas del cerro, como colibríes, carpinteros, halcón reidor, gavilán alicastaño y una parula tropical.

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El pasado domingo, además, hubo DJ, grupos en vivo, poesía, comida típica y un buen ambiente familiar, con vecinos que visitaron el lugar. La actividad se hizo en conjunto con el Mango Fest y miembros del comité barrial.

La próxima actividad de Cerros Vivos será en febrero.

Venta de los terrenos
A inicios del año pasado, la compañía Ejenodal adquirió los terrenos en donde están las canchas del mirador de El Paraíso, incluida la ladera. Legalmente ellos pueden construir en el lugar, pero los terrenos, según los vecinos, fueron cedidos (sin ningún papel formal) al barrio como espacio de áreas verdes, hace más de 20 años.

Ejenodal ha acordado con el comité de El Paraíso no construir en el sector ni tapar la vista del mirador, pero el grupo de vecinos espera que esta promesa se formalice.

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Mariuxi Ávila comenta que actualmente se encuentran en un proceso de espera, que durará un mes, porque solicitaron al Municipio una inspección para intentar que ellos eviten alguna construcción en la zona, pero que si el resultado no es favorable, la constructora podría comenzar los trabajos cuando ellos quisieran.