Las redes sociales se inundaron con especulaciones sobre lo que podría suceder si Hugo Chávez no lograra llegar a su siguiente posesión. Los cálculos apuntan hacia las disposiciones legales que podrían aplicarse y, derivadas de ellas, a los inciertos resultados de una nueva elección. Incluso, se ha hecho notar que las consecuencias políticas variarían significativamente si su ausencia fuera temporal –mientras dure la convalecencia posoperatoria– o si fuera definitiva. En el primer caso seguramente se encontraría algún artilugio legal para permitir una posesión virtual que, a su vez, daría lugar a la sucesión forzada e inconstitucional del vicepresidente y así asegurar la continuación de la revolución bolivariana. En cambio, en el segundo caso sería prácticamente inevitable la nueva elección, con toda la incertidumbre que ella conlleva.

Pero, las especulaciones se han quedado en el horizonte reducido del 10 de enero y los días inmediatos a esa fecha, casi sin abordar el aspecto de largo plazo. La pregunta central que en este momento corresponde hacerse, tanto por parte de chavistas como de antichavistas, por venezolanos y por no venezolanos, va más allá de la manera en que podría solucionarse la ausencia temporal o definitiva del presidente. Hay que comenzar aceptando que, de acuerdo a las versiones oficiales, su condición es extremadamente grave y que es poco probable que pueda ejercer nuevamente el mando gubernamental. La manera en que ha sido tratada su operación en esta ocasión marca una diferencia clarísima con las anteriores. La mayor frontalidad en la comunicación de los detalles por parte del vicepresidente, las plegarias colectivas encabezadas por el mismo funcionario junto a los miembros de su gabinete y de su partido, e incluso el viaje apresurado del líder ecuatoriano, dan pistas de lo que se puede esperar.

Frente a ello, lo que encuentra en cuestión es el futuro de la revolución bolivariana. La posibilidad de un chavismo sin Chávez es un tema político que debe ser cuidadosamente analizado. Internamente, sin el factor Chávez será muy difícil mantener unida y enrumbada a la base electoral y social que estuvo presente a lo largo de trece años. Ni Maduro ni Cabello, mucho menos otros dirigentes que pasaron a segundo plano, parecen contar con las condiciones mínimas necesarias para cumplir con ese cometido. Pero, a la vez, el mismo factor Chávez funcionaba como aglutinante también para la oposición, como se pudo ver en la última elección. La candidatura única de Capriles se explicaba solamente por la marcada línea divisoria de chavismo-antichavismo. La desaparición de uno de los factores hará desparecer la ecuación.

En lo internacional hay que esperar también cambios de significación. Detrás de su oratoria encendida, Chávez acudió frecuentemente a la negociación. La frase del presidente colombiano, sobre su necesaria presencia para el diálogo de paz, exime de cualquier comentario adicional. Asimismo, proyectos como la ALBA y en alguna medida Unasur sentirán el vacío del factor Chávez, que en ese campo tomó la forma de una poderosa voluntad política nadando en un mar de petróleo y recursos disponibles para repartir.