La falta de tiempo de la mujer para ocuparse de su hogar por su inserción en el ámbito laboral fuera de casa, el notorio crecimiento de supermercados en el país, la aparición en el escenario comercial de una nueva generación de “clientes inteligentes” que cada vez exigen más el “aquí y ahora”, y los cambios en los hábitos de compra del consumidor son algunos de los aspectos que sugieren reflexionar sobre la situación de las tiendas tradicionales ecuatorianas.

Un estudio realizado por el INEC en diciembre del 2010 revela que el 33,4% de las mujeres ecuatorianas en edad de trabajar tiene empleo. Según un informe de Ecuador Overview 2012, efectuado por la consultora Ipsa, ahora parte de Nielsen, el autoservicio se ha constituido en el primer canal de compra de los hogares de Guayaquil y Quito, ya que presenta una penetración del 94,5% frente al 93,4% de las tiendas. Múltiples estudios de mercado señalan que el mercado se convierte cada vez más en un mercado sediento de mejores ofertas, donde las costumbres o hábitos de compra del cliente se inclinan mayormente hacia el self-service y la compra dentro de establecimientos que le ofrezcan mayores garantías, facilidades de pago, horarios de atención más amplios y un ambiente placentero.

Aunque no se puede vaticinar el fin del auge de las tiendas de barrio en el Ecuador, sí se puede reflexionar en los cambios dentro del ámbito comercial, que sufrieron países americanos y europeos que se desarrollaban comercialmente en su mayoría con tiendas tradicionales. Entonces, ¿qué impide que tarde o temprano las tiendas tradicionales del Ecuador se vean desplazadas por diferentes formatos de autoservicios?, los que en la actualidad, según dicho estudio Overview 2012, comprenden 390 establecimientos a nivel nacional versus 321 que existían en el año 2010. Si esto llegara a presentarse en nuestro país, ¿sería acaso el asociacionismo entre las tiendas de barrio lo que las salvaría? ¿Cuál sería la postura de la mayoría de las empresas que se desenvuelven en la industria alimentaria? ¿Se inclinarían aún por ofrecer mejores precios a las grandes superficies? ¿Qué acciones tomarían los grandes de la distribución? ¿Las tiendas asociadas podrían ceñirse a los derechos y obligaciones que se demandan en una asociación? ¿Cómo reaccionaría el mercado? Saque sus propias conclusiones, pero para que su análisis sea completo, adviértase de que para la mayoría de estas empresas, los ingresos más prominentes provienen del sistema de cobertura, es decir, de las tiendas de barrio.

Myriam Tatiana Tola Cisneros,
magíster en administración estratégica en marketing, Guayaquil

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