En el mundo del balón las anécdotas están a la luz del día y son pinceladas en grupos de amigos. En una tertulia con Enrique Raymondi, conocido como el Maestrito, avizoró la inteligencia del jugar de su padre Enrique, que lo apodaban el Maestro, en su posición de centrodelantero. El júnior, ahora con 75 años, fue uno de los mejores interiores izquierdos del Ecuador e integró la famosa delantera de los cinco reyes magos: Balseca, Bolaños, Raffo, Raymondi y el Pibe Ortega.

Quienes lo vieron jugar se honran de tildarlo como un caballero, Enrique jamás rehuyó al trabajo físico, nunca le faltó el respeto a sus rivales, se exigió en el terreno de juego, su zurda en instante incontrolable y obligaba a sus compañeros a un máximo esfuerzo para conseguir victorias y puntos valiosos.

Enrique vistió las camisetas sagradas de la Selección, Barcelona, Emelec y otras con distinción. Estando en el cuadro eléctrico en una Copa Libertadores de América (1962) rivalizando con la U. Católica de Chile en el estadio Modelo, hoy el escenario llamado con todos los honores Alberto Spencer, le marcó 5 goles a los chilenos, finalizó el lance 7 a 2, con anotaciones de Vicente Lecaro (refuerzo), Jorge Bolaños y los de el Maestrito, y aquí aparece la anécdota que el mismo Enrique la describió así.

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"Se iba ganando 7-2 al elenco chileno y en una jugada, a mi parecer válida, anoté mi sexto gol, pero el réferi lo anula y cuando pido explicación me dice «llevas 5 goles, déjate de reclamar, para qué vas a marcar más goles a esos pobres chilenitos»".

Recordando tal encuentro, antes de llegar a Guayaquil los jugadores y directivos de la Católica expresaron a la prensa que venían a jugar con un equipo de segunda categoría; luego del partido y goleados, subieron al avión tremendamente mudos.

Enrique es admirado por su don de gentes y por sus enseñanzas por más de 20 años con los bisoños futbolistas del Emelec, es todo un señor y un símbolo histórico del fútbol ecuatoriano.