El papa Benedicto XVI instó a los pocos entusiastas católicos romanos a redescubrir su fe, pero reconoció que hay “peces malos” en la Iglesia.

El pontífice realizó las declaraciones en dos actos ante miles de personas en la Plaza de San Pedro, en el aniversario 50 de la inauguración del Segundo Concilio Vaticano, un trascendental evento en los 2.000 años de historia de la Iglesia.

“En estos decenios ha aumentado la desertificación espiritual”, dijo durante la misa que inauguró el año de la fe. “Lo vemos cada día a nuestro alrededor. Se ha difundido el vacío”, agregó.

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Al evento asistieron cientos de obispos católicos, así como representantes de otras iglesias cristianas, como el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams.

Los obispos se encuentran en Roma para celebrar un sínodo, o conferencia, en el Vaticano para idear una estrategia para volver a atraer a los católicos.

Por la tarde, el papa realizó un discurso improvisado desde la ventana de su apartamento que da a la plaza y se refirió al escándalo por abuso sexual y el conflicto en la Iglesia con 1.200 millones de fieles.

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“En estos años hemos visto que hay discordia en la viña del Señor, hemos visto que en la red de Pedro (San Pedro, el primer apóstol) hay peces malos, que la fragilidad humana existe incluso en la Iglesia”, afirmó.

“El barco de la Iglesia navega con viento en contra, en tormentas que amenazan el barco y a veces hasta hemos pensado que Dios duerme y que nos ha olvidado”, añadió.

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El papa Juan XXIII reunió al Segundo Concilio Vaticano hace 50 años para modernizar a la Iglesia.

Durante el Concilio, que terminó en 1965, casi 3.000 obispos de más de cien países escribieron 16 documentos sobre varios aspectos de la vida y la misión de la Iglesia e instaron a compartir más responsabilidad entre el papa y los obispos.

Entre sus innovaciones se encontraba la introducción de la misa en la lengua local tras cientos de años de que se celebrara en latín.

El Concilio también alentó el diálogo con, y sobre, otras religiones y repudió el concepto de la culpa colectiva judía por la muerte de Jesús, revolucionando las relaciones entre judíos y católicos tras 2.000 años de desconfianza mutua.

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Pero 50 años después, el Concilio es divisivo.

Los liberales en la Iglesia dicen que bajo Benedicto XVI, quien asistió a la conferencia siendo un joven sacerdote, algunas reformas perdieron terreno y que el pontífice centralizó nuevamente el poder en el Vaticano.

Los conservadores lo elogian por corregir lo que consideran errores en la aplicación de las ideas. Por ejemplo, afirmaron que la presión del Concilio por establecer un diálogo con otras religiones fue muy lejos y debilitó la enseñanza tradicional de que el catolicismo es la única fe verdadera.