“Mi vida no es mía, que a Dios se la di, y donde Dios me mande allí quiero morir”. Esta es una de las frases de monseñor Alejandro Labaca. Era una premonición de que podía dejar su vida en la misión de evangelizar. El 21 de julio de 1987 fue lanceado con la hermana Inés Arango por los tagaeri, cuando intentaban acercarse a ellos.