¡Qué envidia que le deben tener en el gabinete al Patiño! De los veinte, treinta o cuarenta ministros que creo que existen, es el único que no se ha quedado mudo y, lengua en ristre, sale a decir en la tele, en los periódicos, en las radios que él no se reunió con los militares en el Paraguay, aunque en un video se le ve clarito hablando por teléfono antes de entrar a un cuarto al cual llegan militares.

¿Por qué estaría ahí hablando por celular? ¡Ya sé! Le ha de haber estado diciendo al Correa que mejor no vaya al Paraguay porque, aunque hubo un golpe de Estado, a él no le parece que sea un buen lugar para morir. Que se aguante nomás las ganas hasta una próxima oportunidad y que más bien se acuerde de su departamento en Bélgica, que es un buen lugar para vivir. Eso ha de haber sido todo.

Híjoles, pero ¿no sería que hablaba por celular no con el Correa sino con uno de sus asesores porque, en medio de tanto ajetreo, no encontraba su valija de mano? Sí, probablemente eso nomás ha de haber sido, no se preocupen.

Lo cierto es que el Patiño es el único de los ministros que puede hablar y dar ruedas de prensa cuando le da la gana para aclarar su presencia en Paraguay. ¡Qué celos que ha de crear eso en los otros ministros! ¡Qué resentimientos! ¡Qué iras!

¿Qué pensarán de eso los mudos? Porque horrible les ha de resultar que a uno de sus colegas el Correa sí le autorice nomás a desmudarse con quienes no debe, y a los otros les obligue a mantenerse totalmente mudos por los siglos de los siglos.

¿Cómo se sentirán los mudos? Es que, pobrecitos, en algún momento han de tener el recóndito deseo de ellos también abrir la boca y decir, por ejemplo, ¡mu! Y no pueden. ¡Qué desesperación! ¡Qué angustia!

¡Pobres mudos! Ya me dio pena. Los malos, por ejemplo, le piden al Ponce, el poeta de la Agricultura, una declaración sobre la plaga de los caracoles y su incidencia en la lírica (“oh, caracol, que tras tu concha moras/ y te empachas de arroz a todas horas”), o al Carvajal, de Defensa, sobre el motivo por el cual los radares no rastrearon a tiempo el deceso del Solitario George, y ambos dos tienen que mantener la boca totalmente cerrada, porque así les ha ordenado el Correa, que tiene la absoluta potestad sobre su lengua.

Pero me imagino que los ministros entre sí han de estar en capacidad de decirse algo, ¿no? Aunque sea por señas. Y el un mudo le ha de decir al otro: ¿Por qué solo habla el Patiño? Y el otro le ha de decir al uno: No, el Serrano ese quiay también habla. Pendejadas, pero sí habla. Y, entonces, se ha de crear entre ellos una envidia porque, en el fondo, saben que unos mudos sí tienen permiso para hablar y otros nomás son los que se quedan mudos.

Lo horrible para ellos ha de ser que, como ya entramos a la época de campaña electoral, han de estar luchando desesperadamente para ser tomados en cuenta como binomios del Correa a la Vicepresidencia, que es la mayor ambición de muchos de los mudos y que, internamente, pugnan por ese puesto a dentelladas y arañazos. Pero ¿cómo van a ser candidatos a vicepresidente si el Correa no les deja hablar para que, entre otras cosas, no afloren sus ambiciones?

¡Ay, pobres mudos! ¡Eso les pasa por mudos!