Era la tarde del sábado pasado y en el primer descanso de las escaleras en la parte exterior del c.c. Mall del Sol, frente al hotel Sheraton, un hombre delgado, moreno y con expresión cansada estaba sentado sobre una enorme maleta de viaje. Lucía un buzo gris, zapatos deportivos y pantalón jean.

Se trataba de Luis Castillo, el humorista que ganó el reality ‘Ecuador tiene talento’, que transmitió Ecuavisa el último domingo de junio.

Cargó la maleta con la que viajaría al siguiente día hasta Huaquillas para una presentación, bajó las escaleras y se sentó en la parte exterior de ese centro comercial, donde esperaba la hora para realizar un show junto a otros artistas.

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El momento resultó oportuno para saber más de él. Contó que nació el 25 julio de 1978 en el barrio Chaupicruz, en Quito. Hizo sus estudios en los colegios Gran Bretaña y Arturo Borja. Es bachiller en Química. Dejó de vivir con su padre a los 16 años, en 1995.

Tiene un hijo de 10 años que no vive con él, Richard, con quien, dijo, mantiene contacto permanente. Sin embargo, no habló con detalle de él porque considera que es “un niño que debe tener tranquilidad”. Solo comentó que esta semana vendrá a visitarlo para pasar un tiempo juntos.

Castillo se inició como comediante en 1995 en el parque El Ejido. Confesó que más que por afición lo hizo por una necesidad económica. Para eso se valió de guías humorísticos como Fernando Huerta, Jaime Alencastro y, entre otros, Carlos Michelena, “quien compartía talleres con los humoristas principiantes”, señaló.

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A partir de esa necesidad de empleo “surgió el gusto por la comedia”, dijo Castillo, y añadió que con el tiempo esta se hizo parte de él y de su esencia, hasta asegurar que en la actualidad ama su trabajo.

Hizo una pausa para revisar un celular táctil que sacó del bolsillo de su buzo. El atardecer se apoderaba de Guayaquil. El Chupacabras, como lo conocen –según recordó– por un monólogo que presentó el año en que se hizo actor de la calle, dijo que mira más allá de lo común y se enfrasca “en la parte irónica de la realidad social” al momento de estructurar las temáticas de sus presentaciones.

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Los chistes, agregó, surgen de lo cotidiano, de frases que escucha a la gente, de situaciones que son parte de la vida, como la política, la tecnología o el fútbol, para lo que necesita empaparse a diario de las noticias de los medios de comunicación.

De esta última temática se trató la presentación con la que se consagró como triunfador de ‘Ecuador tiene talento’, reality en el que presentó “La pasión del fútbol”.

Señaló que preparar el show no le llevó “tanto tiempo”, sino que más bien fue cuestión de “analizar lo más relevante y unirlo en un solo guion mental”, pues contó también que no trabaja con un esquema para sus presentaciones. “Siempre creo el show en mi mente, y fluye”, señaló.

Sobre el reality, explicó que llegó a este para abrirse camino en el ámbito humorístico nacional. Él compitió en primera instancia con 10.000 aspirantes a entrar al concurso; luego fue seleccionado por los jueces entre 300 y pasó a la semifinal, en la que compitieron 50 talentos. La final del programa tuvo 11 participantes, y Castillo logró 27.426 votos de un total de 118.509.

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Ahora el trasfondo de su humor tiene un objetivo que va más allá de lo económico. Dice que se plantea otorgar a su público, además de alegría, una esperanza para seguir adelante. Sus influencias artísticas no están definidas. “No admiro a nadie”, dice con tono serio, y explica que esto se debe a que considera que cada ser humano tiene la misma capacidad para hacer diferentes cosas.

Anota que su participación en ‘Ecuador tiene talento’ le permitió sembrar un referente de la calidad artística que hay en las calles y borrar un poco la mala imagen “que ciertas personas les han dado a los actores urbanos, de que solo a través de la vulgaridad se puede hacer sonreír a la sociedad”. Cuenta que tiene mucho de empírico, y reconoce que su preparación académica en el nivel actoral se ha limitado a cursos y talleres que desde hace varios años ofrece el Municipio de Quito a los artistas de la calle.

Con su premio de 20.000 dólares, que aún no cobra, piensa ayudar a un par de familias necesitadas, que serán elegidas al azar, y estudiar arte para ‘afinar’ los conocimientos que ya tiene. Sacó una peinilla de su bolso y se la pasó por el cabello cuando un fotógrafo empezó a dispararle flashes. En ese instante se acercaron seis personas que aprovecharon su presencia para tomarse fotos con él. Había pasado casi media hora. Miró su celular y se despidió. La hora del show había llegado.