En Ecuador, según nos dicen, dormimos una “larga noche neoliberal”, hasta que los gendarmes del socialismo del siglo XXI nos despertaron. Cualquiera que oye esto nos imagina dominados por empresas transnacionales, postrados por la privatización de todo lo que se mueve, o sumidos en una total falta de regulación. No obstante, la historia de las últimas décadas nos dice otra cosa. Nos habla de un gobierno intervencionista, de empresas estatales ineficientes, de legislación laboral sumamente rígida, de una economía dependiente del petróleo, de proyectos privatizadores jamás consumados, de un Estado pagando la factura de ciertos banqueros irresponsables, etcétera.

O la noche neoliberal no fue tan negra, o no tan liberal que digamos. Una de dos. Y qué mejor, para resolver dudas, que el libro de uno de los gurús del amanecer socialista, Alberto Acosta, Breve Historia Económica del Ecuador (ed. 2006). Ahí precisamente encontré la respuesta. Y, efectivamente, la noche fue muy larga, pero... ¿liberal? El libro nos habla de un pasado de subsidios a las empresas monopolistas, de aranceles proteccionistas, de procesos de privatización abortados, de privilegios estatales a grupos corporativos nacionales y extranjeros. Incluso nos habla de subidas de impuestos y agencias tecnocráticas (la AGD, por ejemplo) recomendadas por burocracias internacionales. Nos dice que el Estado intervencionista siempre estuvo ahí, acompañándonos. No suficiente para gusto del autor, pero ahí estuvo.

Se mencionan muchas “intenciones” de liberalizar durante los noventa, pero poquísimas liberalizaciones reales. La obra, eso sí, habla de la “ineficiencia y burocratismo”, de corrupción crónica y beneficio privado en sacrificio del erario público. Curiosamente, en el glosario se señala que el neoliberalismo revivía “los principios liberales de la teoría económica, a través de la cual se pretende conseguir la disminución de la intervención estatal...”. El problema fundamental es que se contradice constantemente, achacando al periodo “neoliberal” toda una amalgama de medidas que hacen cortocircuito con los postulados económicos liberales: monopolios legales, subsidios, privilegios estatales, etcétera. Parece ser que los propios forjadores de esa leyenda negra (incluido el Mashi) tienen una gran confusión conceptual.

La confusión queda muy clara con la lectura del propio libro, especialmente cuando señala: “El discurso liberal quedó marginado cuando el Estado dio paso al salvataje bancario, con el cual afloró una de las facetas propias de la estructura autoritaria y paternalista de la sociedad ecuatoriana, en definitiva del neoliberalismo realmente existente... El Estado controló por esta vía el 70% del patrimonio y el 60% de los activos de la banca”. ¿Pero en qué quedamos¨?, ¿el neoliberalismo “revive” principios liberales, o los “margina”?

Hay afirmaciones innegables del relato del socialismo andino: Que gran parte de la clase empresarial ha lucrado cínicamente del Estado mientras ondearon la bandera de la libre empresa, de acuerdo. Que las recetas de los burócratas internacionales del FMI, el BM o el BID han sido un desastre, también es verdad. Y muchos etcéteras. Pero lo de la “larga noche neoliberal” –entendida esta como un supuesto periodo de verdadera apertura económica– no es más que un mero mito resultante de una profunda confusión conceptual, o de una burda estafa intelectual. La noche fue larga y oscura, pero no liberal.