Ruddy Rodríguez ha recorrido varios caminos: el de la actuación, el del modelaje, el de la producción. Su vida profesional es polifacética, pero ella intenta mantener su esencia de manera muy personal, única. “Florece y prospera”, manifiesta. Esa es la frase que la identifica y que también da la bienvenida a sus seguidores en Facebook y Twitter. “Yo no era tanto de redes sociales, me estoy abriendo”, confiesa.

La venezolana visita el país una vez más, ahora para promocionar su película Venezzia, de la cual es productora y protagonista. En el filme, dirigido por Haik Gazarian, actúa junto con el intérprete mexicano y exintegrante de la banda RBD Alfonso Herrera, y también hace el primer desnudo de su carrera –con 8 kilos de más–. Debía mostrar la voluptuosidad que caracterizaba a la mujer de la década del cuarenta, afirma.

“El día de la filmación me dio una llorantina horrible”, dice la ex Miss Venezuela 1985, y con ese episodio surgió una contradicción: “Ve lo que son las cosas: este, que es un chico, ayudando a la otra, una grandulona”, asevera. Destaca la integridad de su compañero.

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El estreno del largometraje, desarrollado en la época de la Segunda Guerra Mundial, se efectuó ayer. Se exhibe para el público en los cines del país.

No deja de sonreír, proyecta seguridad. Su don de palabra le ha ayudado también en las charlas que da a grupos de varios países a través de la Fundación Internacional El Camino a la Felicidad. Aquí puede cumplir su faceta filantrópica, puntualiza. Esto también la trajo a Ecuador hace un par de meses, aproximadamente, para dar talleres a grupos de la Policía Nacional. “Esa es mi paga por saber que soy un ser humano famoso, que mi imagen pueda servir para hacer cosas buenas”.

Rodríguez gusta de disfrutar de la cocina de cada país, y de Ecuador confiesa que su debilidad son los camarones. Asegura que cada vez que arriba a esta tierra se lleva una caja de estos crustáceos, así como el recuerdo de su gente.

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“Doy muchas gracias, porque yo he venido desde hace muchos años a Ecuador y, sin embargo, la gente te trata con un amor, como si fuera la primera vez que llegara. Te vuelves a enamorar del país”, enfatiza. Uno de los sueños de la actriz de La casa del final de los tiempos, otro reciente largometraje en el que interpreta a una mujer de 82 años (no dudó en poner una foto “horripilante” de su personaje en Twitter) es ver al cine latinoamericano desarrollarse aún más. Eso es posible, indica, si se hace una labor conjunta: el esfuerzo de las compañías y trabajadores de este campo, y el apoyo de la gente en las salas de cine, posteriormente. Así resume su visión: “Eso es conquistar el Everest”.

Durante la entrevista, la actriz se da un tiempo para revisar las opciones de calzado que tiene a su disposición y que le son mostradas por una asistente de relaciones públicas que la acompaña. Su mánager se mantiene, en cambio, en un extremo. Rodríguez es la única protagonista de la conversación. Sabe cómo hacerlo.

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La primera ‘chica Bond’ latina (actuó en el filme del agente 007 de 1987, The Living Daylights) dice que las críticas pueden hacer que la gente se desvíe de lo que realmente quiere hacer, pero a diferencia de lo que se piensa, el camino fácil, subraya, es el de seguir adelante. “Puedes entrar en el cajón del olvido o permanecer en el tiempo. Yo deseo permanecer en el tiempo con mi trabajo”.